Tanto mi padre como Alex y yo llegamos a la reserva. Nos asignaron una casa bastante cerca de la de Kele y sus padres. También nos asignaron vigilancia, y aquello nos tranquilizó un poco. Lo único que no me terminaba de tranquilizar era lo nerviosos que se pusieron los guardias cuando notaron que tenían que proteger a un vampiro. No les agradó, pero lo harán porque no les queda de otra.
Le envié a decir a Amina lo que había soñado y también le mandé los signos que había visto en mis sueños para comprobar si eran iguales a los que tenía la manada Blue en sus cuerpos. Así que estaba esperando la respuesta de Kele. Mi padre se fue con él, así que solo estábamos Alex y yo.
—Dios, tengo tanta hambre —dice Alex, nerviosa.
—Pero si hace media hora comiste —respondí, aturdida.
—No me refiero a esa clase de comida, Esme —y entendí que tenía hambre de sangre humana. Aquello no era bueno en esta situación.
—¿Hace cuánto que no te alimentas?
—Hace una semana.
Ya no decimos nada porque en ese momento llegan Amina junto a su esposo, Kele y mi padre. Y por la cara que traen, no vienen con buenas noticias.
—Esme, los símbolos son los mismos —dice Kele, provocándome horror.
—Esmeralda y Alex, necesitamos saber qué fue lo que sintieron o vieron cuando estaban en su habitación —dice Amina.
Alex y yo nos observamos nerviosas.
—Fue una sombra con un rostro distorsionado. Cuando me pasó por el lado, sentí mucho frío, como si estuviera en una nevera —murmura Alex.
—Pero se supone que ustedes no... —dice Kamal, a lo que Alex lo interrumpe.
—Lo sé, señor, y eso fue lo más escalofriante.
—Padre, también sentí lo mismo —murmura Kele.
—¿Crees que Abdel o Aziza sean parte de esto? —pregunta Amina, mirando a su esposo.
—No lo creo. Ambos han estado muy tranquilos, tanto que parece raro. Pero no me extraña. Desde el último altercado, les dejé claro que no conseguirán lo que quieren tan fácil —respondió Kamal con mirada pensativa—. Sé que mi hermano quiere mi puesto, pero es porque su esposa así lo quiere. Abdel solo es un títere en los planes de Aziza.
—Lo mejor es que envíe a los mellizos a Rumania. Ahí estarán bien —dice Amina.
Su esposo asiente.
—Es lo mejor, cariño —responde Kamal—. Esmeralda, te ofreceré protección a ti y a tu familia. Irán a la escuela con guardias. Hablé con tu padre y él está de acuerdo. Cuando terminen sus estudios, tienen que oficializar su matrimonio. Eso lo hará más fuerte —añade Kamal.
~*~
Sam
Me ofrecí para hacer guardia en la casa donde se están quedando la chica de mi amigo, su padre y aquella pelirroja en la que no puedo dejar de pensar. Y ahora que estoy a unos pasos de ella, creo que no fue la mejor idea.
La imagen de ella siendo devorada por aquel ser me hierve la sangre. Cuando llegué, ya era demasiado tarde. Su corazón había dejado de latir, muriendo y llevándose mi vida con ella. Su rostro golpeado y magullado era una daga clavada en mí, el recordatorio de que no llegué a tiempo para salvarla del mundo cruel donde se había criado.
Si tan solo la hubiera detenido ese día que la vi comprando comida con unos pocos centavos... Cuando la vi, me quedé estático. No creía que mi alma gemela estuviera ahí, a escasos pasos de mí. Dejé que hiciera su compra, la seguí hasta su casa y la observé en la entrada, pensativa y nerviosa. Después, entró y no volvió a salir.
Decidí que lo mejor sería irme y esperar al otro día para hablar mejor con ella. Pero ese fue, y ha sido, el peor error que cometí en mi vida. Me fui y la dejé sola con aquellos animales. En la noche no podía dormir, pensando que su vida podría estar en peligro. Así que fui a su casa... y me encontré con lo peor.
Escucho unos pasos lentos salir de la casa. Corro hacia allá para ver quién es y me sorprendo al ver a la pelirroja escabulléndose entre los arbustos.
¿A dónde irá a esta hora? Son pasadas las tres de la mañana.
Comienzo a seguirla sin que me note. Corre rápido, pero no se ha dado cuenta de que la llevo siguiendo más de quince minutos. Cuando se detiene, veo que entra a un bar de motociclistas bastante peligroso.
¿Acaso está loca?
Entro y lo primero que me impacta es el olor repugnante de cerveza y cigarrillos. Los hombres tienen un aspecto deplorable y miradas que delatan que están dispuestos a hacer de todo. Camino entre varias mesas y la veo jugando billar. Me quedo en una esquina y la observo. Es hermosa. Su cabello rojizo brilla, su piel blanca resalta, su pequeña cintura hace que su trasero destaque. Es perfecta.
Y no soy el único que se da cuenta.
Veo que un hombre de unos 35 años se acerca a ella y se posiciona detrás, como para enseñarle a jugar. No lo entiendo, porque por lo poco que he visto, ella es experta.
La escucho decir que le gustaría ir a un lugar más privado. El tipo sonríe y asiente. Ambos se van.
Los celos me carcomen, así que voy detrás de ellos.
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Editado: 13.04.2025