El Secreto De La Esmeralda

Capítulo 20: Como si el mundo fuera de nosotros

Capítulo 20: Como si el mundo fuera de nosotros

Laila

Los brazos me dolían como el infierno. Tan pronto como Kele se fue, me sujetaron antes de que pudiera siquiera pedir ayuda. Dos guardias me llevaron a rastras por los pasillos oscuros del castillo. Grité, pataleé, intenté usar mi vínculo con la manada para pedir ayuda, pero alguien —seguramente mi madre— me había bloqueado. El vínculo de la manada había sido creado para podernos localizar debido a las recientes invasiones en las otras manadas. Todos estábamos unidos, pero mi madre se había encargado de destruir aquella conexión... o realmente tal conexión nunca funcionó.

La puerta de piedra se cerró tras de mí. Frente a mí estaban ella y Karime.

Ambas me observaban como si ya no fuera su sangre, sino una traidora.

Mi madre fue la primera en hablar.
—Pensaste que no lo sabríamos —dijo con calma helada—. Que podías actuar por tu cuenta, traicionar nuestro legado… y vivir.

—No quería traicionar a nadie, solo… salvarnos —susurré, sabiendo que no tenía escapatoria—. Está mal lo que están haciendo. Kele jamás se casará con Karime. Mamá, esto es una locura, y lo sabes.

Mi madre se acercó y me acarició la mejilla, como cuando era una niña, para luego bofetearme tan fuerte que sentí cómo mi labio se abrió del impacto. El sabor metálico me envolvió entre el dolor y el mareo que me ocasionó su golpe.

—Ayudarás en el ritual, Laila. O tu querido papá muere esta misma noche. Tú decides.

Me derrumbé por dentro. No podía dejar que lo mataran. Él era lo único puro que quedaba en la familia. Tenía que encontrar otra salida.

Kele

El altar está preparado. Las flores sagradas rodeaban el círculo lunar. Varias velas estaban encendidas. Justo en ese momento, Sam llegó con varios chicos que traían ramos de las flores favoritas de Esmeralda. También sonreí al ver a Jabzara, quien se encargaría de traer a Conrad a la boda. Mis abuelos me ayudaron con eso, ya que se ofrecieron a darle algo que Jabzara quería a cambio de que el padre de Esmeralda se hiciera presente en la ceremonia. Ella lo podrá ver, pero no tocar. Aunque sé que a mi chica no le importará, porque se pondrá feliz al ver que su padre estuvo aquí con ella. Noté cómo mi padre se acercó con cautela hacia mí.

—Hijo, quiero disculparme por mi comportamiento la otra ocasión. No me siento orgulloso de mí mismo —murmuró mi padre, con cara de apenado. Yo no estaba enojado con él, entendía su postura—. Quiero decirte que estoy sumamente orgulloso del hombre en que te has convertido.

—Gracias, padre. Puedes estar tranquilo. Nunca estuve enojado contigo.

—Gracias, hijo. Serás un buen alfa. El mejor que jamás ha tenido la familia y la manada —dijo. Me dio un abrazo y se fue junto a mi mamá, quien ha dejado todo listo para la madrugada, que es cuando se realizará la boda. Será cuando la luna esté en su punto: llena, que representa el cierre de ciclos, el tiempo de despertar y el reconocimiento. También está ligada al amor, la pasión y la fertilidad.

—Vamos, amigo, tienes que prepararte —dijo Sam alegre. Asentí y me fui con él.

Esmeralda

Ni siquiera me acuerdo cuándo fue la última vez que me había reído tanto con Alex como lo estaba haciendo en este momento. Ella me peinaba y maquillaba para la boda que se realizaría en la madrugada.

—¿Te acuerdas cuando casi nos expulsan por fugarnos para el especial de los zapatos Manolo? —preguntó Alex, mientras se daba un trago de vodka y me maquillaba.

—¿Casi? —soltó una risa Esmeralda, sentada a su lado con las piernas cruzadas—. ¡Nos expulsaron! Por dos días. Fue el exilio más dramático de la historia de la escuela. Hasta nuestro padre estuvo a punto de reírse frente al director. Ambas estallamos en carcajadas. Risas auténticas, sin peso, sin miedo. De esas que se sienten en el estómago, que rascan la garganta y te devuelven un poco del alma.

—Tú lloraste —agregó Alex, señalándome con el dedo.

—¡Mentira! Fue porque no podía con la cara de nuestro papá —respondí, haciendo un puchero exagerado.

—Claro… alergia emocional, seguro.

Volvimos a reír durante unos minutos. Fuimos, en mucho tiempo, simplemente nosotras.

Ni la ceremonia, ni la presión, ni el destino. Solo dos chicas bajo el alcohol y las estrellas, hablando como si el mundo no estuviera por caerse.

—¿Tú crees que todo esto esté bien? —murmuró.

—¿La boda?

—Sí… mi unión con Kele, el ritual, lo que significa… No sé. Hay algo en el aire, ¿lo sientes? Ayer, cuando me vi con Kele, estaba decidida a llevar la boda a cabo, pero ahora solo faltan dos horas y siento que algo sucederá.

Alex se quedó en silencio por un momento. Sabía que cuando pensaba en estas cosas, algo pasaba.

—Es normal tener miedo, Esme. Pero tú eres fuerte. Mucho más de lo que crees. Y él te ama. No estás sola. Kele se encargó de poner seguridad. Las brujas también servirán de apoyo. Y si llega a pasar algo, me encargaré de que estés bien.

Sonreí sutilmente, pero no dije nada. Solo el canto lejano de los búhos y el crujido del bosque acompañaban el momento. Alex siguió haciéndome varios rizos en el pelo. Estoy sorprendida de lo mucho que ha crecido, creo que ya está a punto de tocar mis glúteos. Cerré mis ojos y me dejé ir, sintiendo las suaves manos de Alex en mi cabeza. La amo tanto. Estoy feliz de tenerla en mi vida.




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