El secreto de la mansión encantada

Capítulo 4: La Sombra de la Luna

— ¡Ya sé! — exclamó Ethan, con un brillo de triunfo en los ojos. — La luna no está en el cuadro, pero sí su sombra.
Ethan señaló un pequeño punto oscuro en la pared, justo detrás del retrato. Amelia se acercó con curiosidad y observó la sombra con atención.
— ¿Y eso qué significa? — preguntó, con una pizca de decepción. Parecía una sombra común, sin ninguna señal especial.
— No es una sombra cualquiera. Es la sombra que provoca la luna cuando se refleja en el espejo que hay en el hall de entrada — explicó Ethan. — ¿Te acuerdas de la frase del diario? "En el corazón del tiempo a la izquierda de la sombra de la luna". Eso quiere decir que el tesoro está escondido en el hall de entrada, a la izquierda de la sombra de la luna.
Amelia sintió una descarga de adrenalina. — Eso tiene sentido. ¡Vamos a buscarlo!
Corrieron hacia el hall de entrada. El espejo antiguo, con un marco de madera tallada, reflejaba la luz de la luna que entraba por la ventana. La sombra de la luna se proyectaba sobre la pared, cubriendo una pequeña estantería de madera con varios libros antiguos.
Ethan se acercó a la estantería y comenzó a mover los libros. — Aquí debe estar.
— ¿Pero cómo sabes que es aquí? — preguntó Amelia, con una mezcla de entusiasmo e incertidumbre.
— Porque el diario dice que el tesoro está escondido "en el corazón del tiempo". Y ¿qué es más representativo del tiempo que los libros? — respondió Ethan, con una sonrisa traviesa.
Ethan sacó un libro de la estantería. Detrás del libro, en la pared, había un pequeño hueco con una caja de madera antigua. Ethan la extrajo con cuidado.
— ¡Lo encontramos! — exclamó Amelia, con un brillo de alegría en los ojos.
Ethan abrió la caja con cuidado. En su interior, se encontraba un collar de oro con un pequeño diamante tallado en forma de corazón.
— El tesoro de Isabel y Thomas. — murmuró Ethan, con la voz cargada de emoción. — Su amor sigue vivo en este collar.
Amelia sintió una emoción indefinible. No solo habían encontrado el tesoro, sino que habían descubierto un pedazo de historia, un símbolo de un amor que había resistido el paso del tiempo.
— Es hermoso. — dijo Amelia, con la voz agitada por la emoción. — Y es más que un collar. Es una prueba de que el amor verdadero es inmortal.
Ethan le sonrió con un brillo en los ojos. — Sí. Y también es una prueba de que juntos podemos resolver cualquier misterio.




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