El secreto de la mansión encantada

Capítulo 12: La Confrontación

Lord Blackwood se dio la vuelta y se dirigió hacia su coche. Amelia y Ethan se miraron con una mezcla de miedo e incredulidad. Lord Blackwood se estaba marchando, pero eso no significaba que el peligro había pasado.
— No se va a quedarse de brazos cruzados. — dijo Ethan, con un tono preocupado.
— No lo creo. — respondió Amelia, con un gesto de determinación. — Vamos a llamar a la policía de nuevo.
Ethan asintió con la cabeza. — Sí, pero tenemos que tener cuidado. No sabemos qué es capaz de hacer.
Ethan y Amelia se fueron a la biblioteca. Ethan tomó el diario de Thomas Thorne.
— Tenemos que esconder esto. — dijo Ethan, con un tono urgente. — No podemos dejar que Lord Blackwood se haga con él.
Ethan se quedó pensando por un momento. — Sé dónde esconderlo.
Ethan se dirigió a un pequeño desván en la parte superior de la mansión. Era un lugar polvoriento y oscuro, donde no había estado nadie en muchos años.
— Este es el lugar perfecto. — dijo Ethan, con un gesto de satisfacción. — Nadie vendría a buscar aquí.
Ethan escondió el diario de Thomas Thorne en un rincón del desván.
— Espero que no tenga que volver a este lugar. — dijo Ethan, con un suspiro.
En ese momento, sonó el teléfono. Amelia contestó.
— ¿Sí? — dijo Amelia, con un tono nervioso.
— Hola, Amelia. Soy el oficial Williams. — dijo una voz amable al otro lado de la línea. — Estoy aquí fuera de Blackwood Manor. ¿Puedes dejarme pasar?
— Sí, claro. — respondió Amelia. — Ya voy para abajo.
Amelia colgó el teléfono.
— Es la policía. — dijo Amelia, con un gesto de alivio. — Tenemos que salir y contarles todo.
Ethan asintió con la cabeza. — Sí, pero tenemos que tener cuidado. No sabemos si Lord Blackwood estará esperándonos.
Ethan y Amelia se fueron a la puerta. Ethan abrió la puerta con cautela. El oficial Williams, un hombre corpulento de rostro amable, se encontraba en la entrada, con una expresión seria.
— Buenas noches. — dijo el oficial Williams, con un tono profesional. — ¿Es usted la señorita Amelia Blackwood?
— Sí, soy yo. — respondió Amelia. — Y este es Ethan, mi amigo.
— Es un placer conocerlos. — dijo el oficial Williams. — ¿Me pueden contar qué ocurre?
Amelia y Ethan se miraron con nervios. No sabían por dónde empezar.
— Es un asunto complicado. — dijo Amelia, con la voz temblorosa. — Y no sé si van a creernos.
— Inténtelo. — dijo el oficial Williams, con un tono tranquilizador. — Soy un oficial de la ley. He visto cosas más extrañas que esto.
Amelia y Ethan se contaron todo. La historia de Isabel y Thomas, el secreto de Lord Blackwood, la maldición de Blackwood Manor y la prueba del crimen que habían encontrado.
El oficial Williams los escuchó con atención. No parecía incrédulo, sino más bien intrigado.
— ¿Tienen alguna prueba de lo que dicen? — preguntó el oficial Williams.
— Sí. — respondió Ethan, con un tono firme. — Tenemos el diario de Thomas Thorne.
Ethan y Amelia se fueron a la biblioteca. Ethan recuperó el diario de Thomas Thorne del desván.
— Este es el diario de Thomas Thorne. — dijo Ethan, con un gesto de satisfacción.
El oficial Williams tomó el diario y comenzó a leerlo con detenimiento. Su expresión fue cambiando de intriga a seriedad.
— Esta es una prueba muy valiosa. — dijo el oficial Williams, con un tono serio. — Tenemos que registrar Blackwood Manor.
— ¿Ahora? — preguntó Amelia, con la voz temblorosa.
— Sí, ahora. — respondió el oficial Williams, con un tono resuelto. — No sabemos qué es capaz de hacer Lord Blackwood. Tenemos que actuar rápido.
El oficial Williams tomó su teléfono y llamó a sus compañeros. Amelia y Ethan lo observaron con una mezcla de esperanza y miedo.
— No se preocupen. — dijo el oficial Williams, con un gesto tranquilizador. — Vamos a hacer justicia.
En ese momento, un fuerte ruido resonó en la casa. Un golpe fuerte en la puerta.
— ¡Rápido! — exclamó Ethan, con un tono urgente. — Lord Blackwood está de vuelta.
Amelia y Ethan se quedaron mirándose con miedo. Sabían que la confrontación se aproximaba.

Ethan tomó una decisión rápida. — Vamos a escondernos. — dijo con un tono urgente. — No podemos enfrentarlo a él solo.
Amelia asintió con la cabeza. Tomaron el diario de Thomas y corrieron hacia el desván, el mismo lugar donde lo habían escondido antes. La oscuridad del desván les envolvía como una manta fría, pero era mejor que enfrentarse a Lord Blackwood sin ningún plan.
— ¿Qué vamos a hacer? — preguntó Amelia, con la voz temblorosa. — Lord Blackwood es peligroso.
— No tenemos otra opción que esperar a que la policía llegue. — respondió Ethan, con un tono firme. — Debemos tener paciencia.
De repente, se oyó un ruido en la escalera. Un golpe seco que hizo temblar la vieja madera.
— ¡Se acerca! — susurró Amelia, con el corazón en la garganta.
Ethan tomó la mano de Amelia y la apretó con fuerza. — No te preocupes. Vamos a estar bien.
En ese momento, se oyó el sonido de una llave abriendo la puerta del desván. La puerta se abrió de golpe, y Lord Blackwood apareció en la entrada.
— Les he encontrado. — dijo Lord Blackwood, con una sonrisa fría y despiadada. — Y ahora se ha acabado el juego.
Lord Blackwood se dirigió hacia ellos, con una mirada de odio y venganza. Amelia y Ethan se miraron con miedo. Sabían que esta era su última oportunidad.
— No te vamos a dejar hacernos daño. — dijo Ethan, con un tono firme. — Vamos a luchar por nuestra vida.
Ethan tomó una antigua lámpara que había en el desván y se la lanzó a Lord Blackwood. Lord Blackwood esquivó la lámpara con un gesto ágil.
— Eres un tonto. — dijo Lord Blackwood, con una risa fría y despiadada. — No puedes detenerme.
Lord Blackwood se lanzó sobre Ethan. Ethan esquivó el ataque y comenzó a defenderse. Amelia se puso de pie y tomó una antigua caja de madera que había en el desván. Se la lanzó a Lord Blackwood. Lord Blackwood esquivó la caja con un gesto ágil.
— ¡No puedes escapar de la justicia! — gritó Amelia, con un tono de determinación.
Amelia tomó una vieja escoba que había en el desván y se la lanzó a Lord Blackwood. Lord Blackwood esquivó la escoba con un gesto ágil.
— ¡Ya se acabó! — gritó Lord Blackwood, con una mirada furiosa.




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