El secreto de la mansión encantada

Capítulo 17: La Verdad Revelada

Ethan y Amelia avanzaron con cuidado por el pasillo, con las manos extendidas para protegerse. La oscuridad era densa y la humedad fría les envolvía como un fantasma. Un olor a moho y a tierra les llenaba los pulmones.
— ¿Qué es ese ruido? — preguntó Amelia, con la voz temblorosa.
Ethan escuchó con atención. Un ruido débil procedía del fondo del pasillo. Un ruido que parecía ser un susurro o un grito.
— No lo sé. — respondió Ethan, con un tono de preocupación. — Pero no me gusta nada.
Ethan y Amelia avanzaron con cuidado por el pasillo, con las manos extendidas para protegerse. La luz débil de sus teléfonos iluminaba las paredes de piedra, mostrando las sombras que dan
zaban con el viento frío.
— ¿Quién está ahí? — preguntó Ethan, con un tono de alerta.
Un susurro débil respondió. Un susurro que parecía venir de la misma oscuridad.
— No tengan miedo. — dijo la voz, con un tono tranquilo pero misterioso. — Yo soy el que los protege.
Amelia y Ethan se detuvieron en seco. La voz era suave y tranquila, pero tenía algo de inquietante.
— ¿Quién es usted? — preguntó Ethan, con un tono de desconfianza.
— Yo soy el guardián de Blackwood Manor. — respondió la voz. — He estado aquí desde que el mundo era joven.
Amelia y Ethan se miraron con asombro. ¿Un guardián de Blackwood Manor? ¿Qué significaba eso?
— ¿Qué quiere decir? — preguntó Amelia, con un tono incrédulo.
— Yo he visto pasar a muchas generaciones de Blackwood. — respondió la voz. — Y he visto cómo la oscuridad ha crecido en esta casa.
— ¿Oscuridad? — preguntó Ethan, con un tono de desconfianza.
— Sí, oscuridad. — respondió la voz. — La oscuridad de los secretos que se esconden en las sombras.
— ¿De qué está hablando? — preguntó Amelia, con un tono de confusión.
— Hablaré con ustedes más tarde. — dijo la voz, con un tono misterioso. — Por ahora, tengan cuidado. La oscuridad se aproxima.
La voz se calló. Amelia y Ethan se quedaron mirándose con miedo e incertidumbre.
— ¿Qué fue eso? — preguntó Amelia, con la voz temblorosa.
— No lo sé. — respondió Ethan, con un tono de preocupación. — Pero no me gusta nada.
Ethan y Amelia se volvieron para salir del sótano, con la sensación de que habían tocado algo más grande que ellos. La oscuridad de Blackwood Manor se sentía más densa que nunca.
— Tenemos que encontrar al guardián. — dijo Amelia, con un tono resuelto. — Él puede ayudarnos a entender lo que está pasando.
— Pero ¿cómo podemos encontrarlo? — preguntó Ethan, con un tono inseguro.
— No lo sé, pero tenemos que seguir buscando. — dijo Amelia, con un tono firme. — No podemos dejar que la oscuridad se apodere de Blackwood Manor.
Ethan asintió con la cabeza. — Tienes razón.
Ethan y Amelia se fueron a la biblioteca. Ethan tomó el diario de Isabel y lo abrió con cuidado.
— Creo que tenemos que leer el diario de nuevo. — dijo Ethan, con un tono pensativo. — Tal vez haya alguna pista que hayamos pasado por alto.
Amelia asintió con la cabeza. — Sí, puede que haya alguna pista que nos pueda llevar al guardián.
Ethan y Amelia se pusieron a leer el diario de Isabel, con el corazón lleno de esperanza y miedo.
— ¡Mira esto! — exclamó Amelia, señalando una frase en una de las páginas.
"El verdadero secreto no se encuentra en las estanterías, sino en el corazón de la casa", decía la frase.
— ¿Qué significa eso? — preguntó Ethan, con un tono de confusión.
— Puede que se refiera a un lugar secreto dentro de la mansión. — dijo Amelia, con un gesto pensativo. — Un lugar que no está a la vista.
— Un pasillo secreto, una bóveda, o una habitación oculta. — añadió Ethan, con un tono excitado.
— Tenemos que encontrar ese lugar. — dijo Amelia, con un tono resuelto. — Esa es la clave para resolver el misterio.
Ethan y Amelia comenzaron a explorar Blackwood Manor, con el diario de Isabel como su guía. Bus
caron en cada habitación, cada pasillo y cada rincón. Golpearon las paredes, movieron muebles y buscaron cualquier indicio de un lugar secreto.
— ¡Mira esto! — exclamó Ethan, señalando una pequeña placa de metal en la pared de un pasillo. — No estaba ahí antes.
La placa de metal tenía un círculo con un símbolo extraño en el centro. El mismo símbolo que habían visto en el círculo en el sótano.
— ¡Es el mismo símbolo que el círculo en el sótano! — exclamó Amelia, con un tono de sorpresa.
— Tal vez esta es la clave — dijo Ethan, con un tono de esperanza, mientras señalaba la placa de metal con el símbolo extraño.




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