El secreto de la mansión encantada

Capítulo 23: El amanecer de Blackwood

Ethan y Amelia se miraron, atónitos. El mundo que los rodeaba era un espectáculo de colores vibrantes y formas extrañas. Arboles que parecían hechos de cristal, ríos que brillaban con luz plateada, y flores de pétalos multicolores que flotaban en el aire sin raíces.
Un sentimiento de paz, como nunca antes habían experimentado, se apoderó de ellos. La oscuridad que tanto los había atormentado había desaparecido, dejando paso a una luz radiante y reconfortante.
De repente, la piedra en la mano de Ethan emitió un fuerte resplandor azul. El brillo se extendió por todo su cuerpo, y sintió cómo su ser se fundía con la energía de la piedra.
— ¡Ethan! — gritó Amelia, con un tono de alarma, pero Ethan no podía oírla.
Su visión se volvió borrosa, como si se hubiera convertido en un río de luz. Las imágenes de la mansión, las letras del libro, la oscuridad que los había perseguido, todos se fusionaban en un torbellino de colores y formas.
Y luego, el silencio.
Amelia se quedó solos en el nuevo mundo, con un vacío inmenso en su corazón. La piedra que Ethan había tenido en la mano brillaba con más fuerza, como si se hubiera convertido en una fuente de luz y energía.
— Ethan... — susurró Amelia, con un tono de dolor y esperanza. — ¿Dónde estás?
En ese momento, la piedra empezó a brillar con más fuerza. La luz se extendió por todo el mundo de Blackwood, iluminando los árboles de cristal, los ríos de luz plateada, y las flores multicolores.
— Ethan... — susurró Amelia, con un tono de esperanza. — ¿Estás ahí?
La piedra respondió con un brillo aún más fuerte. Y de repente, Amelia sintió una presencia a su lado. No era Ethan, pero sintió una conexión a él más fuerte que nunca.
— No te preocupes, Amelia. — dijo una voz suave, pero poderosa. — Estoy aquí.
Amelia se volvió y vio a Ethan de pie a su lado. Pero no era el mismo Ethan que conocía. Sus ojos brillaban con una luz azul pálida, y su cuerpo parecía estar hecho de luz.
— Ethan, ¿qué te ha pasado? — preguntó Amelia, con un tono de confusión y miedo.
— Yo soy Blackwood. — respondió Ethan, con una sonrisa tranquila. — La piedra me ha elegido como su guardián. Y ahora soy la luz de Blackwood.

Amelia se quedó mirando a Ethan, con una mezcla de asombro y amor. Sabía que la aventura no había terminado. Blackwood se había convertido en un nuevo mundo, y ella, junto a Ethan, su luz, tendrían que protegerlo de cualquier oscuridad que aún acechara en los rincones del universo.
— ¿Qué debemos hacer? — preguntó Amelia, su voz temblaba un poco por la emoción de lo que había vivido, pero también por el misterio que aún quedaba por descubrir.
Ethan sonrió, un brillo azul emanaba de sus ojos, y sintió una fuerza nueva correr por sus venas.
— Vamos a construir un nuevo mundo, Amelia. — dijo Ethan, su voz resonaba con una profundidad que antes no tenía. — Un mundo donde la luz brille eternamente.
Amelia, con un corazón lleno de esperanza, tomó la mano de Ethan, y juntos, dieron un paso hacia el nuevo amanecer de Blackwood.
Y así, la historia de Blackwood Manor llegó a su fin, pero no fue un final. Fue un comienzo. Un comienzo de un mundo nuevo, un mundo donde la luz y el amor siempre reinaban. Un mundo que siempre recordaría a los que lucharon por su liberación, y a los que se atrevieron a soñar con un futuro mejor.




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