El secreto de la princesa -parte uno-

Parte tres: Promesa

Con el paso del tiempo la amistad de los pequeños se había convertido en algo más fuerte e intenso; el trato diario había sido bastante y constante, tanto que un día, ya más grandes, sus miradas permanecieron fijas, sin dejar de sonreír. Ya eran adolescentes y habían llegado a la etapa donde la más grande locura se había hecho presente para confundirlos a los dos: el amor.

Se habían enamorado uno del otro y ahora se querían como nunca imaginaron. El día más bello fue cuando jugaban imparables y de pronto el tiempo se detuvo, sus miradas se cruzaron en un instante y todo alrededor parecía ser fantasía.

Se acercaron uno al otro con la mirada fija; una emoción fuerte en el corazón los atraía, no sabían qué era, pero les gustaba. Él tocó con su mano la mejilla izquierda de la joven, acercó su cara cada vez más y cerraron sus ojos, entonces sus labios se cruzaron y permanecieron un momento así, conectados, creyendo que tocaban el cielo.

Ese día comprendieron que se amaban intensamente; sin embargo, también comprendieron que no podían estar juntos.

―¿Qué pasa Colibrí? ―preguntó Guepp cuando ella despegó los labios.

―Guepp, sabes que te quiero y te quiero demasiado, solo que hay algo que no te he dicho, hubiera preferido no hacerlo, sin embargo, es importante ―dijo ella con una amenaza de lluvia en sus ojos.

―De qué estas hablando, preciosa. Dime lo que pasa, por favor. No me gusta verte triste ―dijo Guepp preocupado, levantando con su mano la barbilla de Colibrí.

―Debemos separarnos y no quiero ―se escuchó la voz quebrada de ella, alejando su rostro alicaído.

―¿Pero cómo, por qué lo dices? ―preguntó el muchacho desconcertado.

―Mi padre quiere que salga del reino y ya no podré venir a verte ―repuso la joven.

 Por un momento las miradas de ambos estuvieron inquietas y un silencio preocupante se apoderó de los dos.

―Pero, ¿vas a volver, no es cierto? ―preguntó él con esperanza, buscando los ojos de Colibrí.

―Sí ―dijo ella―, pero será dentro de seis meses.

 Guepp, con una sonrisa en la cara y tomando las manos de la muchacha.

―No importa el tiempo, Colibrí, lo que importa es que te quiero y me quieres. Yo te esperaré aquí dentro de seis meses ―dijo Guepp lleno de esperanza.

―¿De verdad me esperarás? ¡Oh Guepp! Te quiero, te quiero como a nadie ―y se le colgó del cuello, abrazándolo fuertemente―. Gracias por haberme regalado la infancia más hermosa, te prometo que siempre te amaré. ¡Siempre, siempre, amor mío! Dios es testigo que así será ―expresó la joven llena de alegría.

―Dios es testigo que también solo te amaré a ti. Él sabe lo mucho que te amo. Tú eres la niña más hermosa que he conocido en mi vida, a tu lado soy muy feliz. Tu compañía me llena de paz, de tranquilidad y lo que más me gusta, de amor. ¡Mucho amor! Tú lo eres todo para mí, Colibrí. Tú significas mi comienzo y mi final. Contigo quiero todo y sin ti no quiero nada. Definitivamente si no estás conmigo la vida no tiene sentido… ¿lo comprendes…? ¡Te amo! ―gritó Guepp lleno de dicha.

Sin que pudieran evitarlo, se dieron otro beso. Después de esto, Guepp sustrajo del bolsillo de su pantalón dos cadenas y en cada una había una figura que al unirse formaban un corazón con dos iniciales: C y G, que significaban Colibrí y Guepp.

Ella quedó sombrada al ver aquel hermoso regalo. Observó cómo Guepp dividió el corazón en dos y le entregó el que tenía la letra G a ella mientras que él se quedó con la letra C.

―¡Oh Guepp! ¡Está hermosa! ―agradeció la muchacha sonriendo. Luego le dio un tierno beso en los labios y el muchacho se ruborizó.

―Consérvala como prueba de nuestro amor, siempre la tendremos y cuando estemos lejos nos recordaremos, ¿estás de acuerdo? ―preguntó Guepp.

―Claro que sí, lo haré, te lo prometo. Cuando estemos lejos la miraré y te recordaré ―respondió ella.

Se despidieron con un abrazo y muchos besos más

Ambos tenían un acuerdo: nunca decirse sus verdaderos nombres, pues pensaban que todo lo que habían vivido hasta ese momento era mágico. Si un día decidían casarse, entonces se dirían sus verdaderos nombres, mas por ahora solo eran Colibrí y Guepp.




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