Parte uno: Amanecer
La luz del sol de la mañana tocó el rostro de la princesa, pues se filtraba por una pequeña rendija en las cortinas. Ella dio un salto de la cama.
―¡No puede ser! ―dijo alarmada, mientras veía hacia la mesa donde había dormido la paloma mensajera―. Dénis se ha ido. Él ya debe haber recibido mi mensaje. Tengo que alistarme, ya es tarde. ¡Cómo pude dormirme! ―se reclamaba mientras buscaba en su inmenso clóset algo de ropa―. Pero no importa ―comentaba―, si estaba soñando contigo, ¡oh Guepp! ¿Por qué te quiero tanto? ¿Por qué te extraño tanto? ―decía suspirando―. No puede ser, debo apresurarme, ya darán las nueve, Paulette debe estar esperándome ―concluyó.
Luego se quitó el pijama con la que había dormido. Se puso ropa de paseo. Salió de la recámara con su elegante sombrero azul que llevaba colgando en la mano derecha.
Caminó por el pasillo con paso ligero y bajó las escaleras. Pasó por debajo del cuadro de su madre, la miró y le sonrió.
―¡Qué bella eras mamá! ―y siguió bajando.
No había tenido tiempo de peinarse bien, por eso se colocó el sombrero y así se cubrió el cabello rubio desordenado.
―¡Llevas mucha prisa hija! ―era la voz del rey que se asomaba desde la segunda planta. Sonreía.
―¡Oh papá! Me asustaste ―comentó Gisselle mirando hacia él―. No sabía que estabas aquí. Es que estoy ansiosa por ver los árboles y los pájaros y todo el paisaje; además le dije a Paulette que estuviera temprano en la puerta principal y yo voy tarde.
―No te preocupes hija, ella entenderá. Deberías tratar de hacerte su amiga, sé que te gana con algunos años, pero ha demostrado ser una gran mujer ―comentó el rey en tono amable.
―Está bien, papá, trataré de hacer amistad con ella, te lo prometo.
―¿Y de mí no te despides, hija? ―terció la voz de Gloriette que también se había asomado a la barandilla del segundo piso.
―Nana, te debo un beso, te veré más tarde ―dijo Gisselle algo desesperada, ya quería irse. No le gustaba llegar tarde a sus encuentros con Guepp.
―De acuerdo mi niña, que te vaya muy bien. Te cuidas y regresas temprano ―gritó la nana mientras veía a su niña salir.
―No te preocupes, lo haré ―expresó Gisselle ya en el pasillo rumbo a la salida.
La princesa pensando en qué hacer con Paulette, no podía llegar con ella al encuentro con Guepp. Ya se las ingeniaría para resolver ese detalle.