El Secreto De La Reina...

Capitulo seis

Con todo el porte que quedaba salí de la sala del trono y me dirigí a mis aposentos, al cerrar las puertas esa figura de la mujer de hierro se fue por la borda, sentí mis piernas flaquear y caí de rodillas en medio de la estancia.

Comenze a llorar por el hecho de ser mujer, mis lágrimas salían por que a pesar de todo no podía olvidar la forma tan asquerosa en la que me marcaron.

Termine tirada en la alfombra llorando sin cesar por que no podía evitar sentirme sucia, por que no podía ver a los hombres de otra manera que no fuera como seres destructores, llore por que a pesar de todo no podía amar.

Me quedé en la misma posición hasta que sentí que tocaron la puerta.

-Alteza -escuche - voy a entrar.

Espere a que abriera la puerta la única persona que podía ayudarme a levantar las murallas que me protegían; lo vi aparecer y arrodillarse frente a mi.

- ¿que pasa Alteza?- me pregunto con un tono cargado de desesperación.

-no soy la reina - respondi con el hilo de voz que me quedaba - soy esa niña destrozada que encontraste tirada sobre la hierba, esa que aún no puede superar lo que paso. Esa niña que aún vive a la sombra de ese monstruo.

Lo vi acercarse a mi y levantarme hasta quedar sentada.

-si volviste a ser esa niña- dijo con la voz rota - yo seguiré siendo el hombre pasivo que te ayudo a salir de la depresión y vivir, yo seré tu sosten cuando no puedas levantarte.

Sus palabras me reconfortan y declaran ese amor tan grande que me tiene, como si fuera mi padre o como si sintiera lastima, me guardo mi opinión para mi para evitar todo tipo de respuesta lastimosa.

-¿cuando? ¿cuando podre borrar mi pasado?

- no podemos borrar el pasado debemos enfrentarlo para enterrarlo. Así que levántate sécate las lágrimas y vuelve a ese salón a mostrar la fortaleza que posees.

Levanto el rostro hacia él, la única persona que me anima con sus palabra y la única que hace que tenga deseos de seguir luchando.

- consejero que me disculpen con los invitados y anuncien mi retorno al salón.

El simplemente me mira y asiente complacido se levanta y se marcha dejándome con el ánimo más restaurado; me levanto y me observo en el espejo yo soy la reina una mujer de temple y carácter que tiene a su mando todo un reino siendo esto así por que he de dejar que la palabra de hombres a los que le ha llegado todo en bandeja de plata me menosprecien.

Levanto mi rostro y me coloco la corona, el vestido y el maquillaje quedaron en el olvido, volveré a la sala pero como la guerrera que soy sin ostentoso vestido, ni razón de maquillaje, sin cabello suelto y falsas sonrisa.

Cuando por fin estoy lista me dirijo a las puertas, las atravieso con aire de suficiencia y transito por los largo pasillos en completo silencio.

-una mujer con aires de hombre, con carácter temido pero con sentimientos débiles. Que belleza.

Escucho esa afirmación y por inercia me doy la vuelta, me doy cuenta de que el hombre frente a mi pertenece a la clase "alta".

-no voy a desmentirlo- afirmo- tuve que codearme entre hombres para llegar a donde estoy.- le digo orgullosa.

- si tuvo la suerte de codearse con hombres es por que es un puesto para hombre, no cree.- me dice cinico.

-si estoy en el, es por que tan bien lo pueden ostentar mujeres ¿no cree?-le digo utilizando sus mismas palabras.

- las mujeres no pueden ostentar este cargo, busque un hombre que haga el favor de casarse con usted -dice mirándome de arriba a abajo - tenga hijos y dedíquese al hogar que es lo mejor que puede usted "alteza" hacer.

Declara esto y se marcha en dirección a la fiesta, a pesar de sus palabras decido no hacer caso, tengo que aceptar el hecho de nunca de que no sere aceptada por los hombres que rezan ser verdaderos.

El camino se me hace sumamente corto y un siervo anucia mi entrada nuevamente, las miradas se posan en mi al ver el cambio de traje y yo trato de buscar el rostro de mi consejero que me mira complacido y camina hacia mi.

- su alteza - me dice - ese degenerado se retiró apenas salio del salón, esta esperando su carruaje para partir - dice haciendo referencia al rey Sirio.

- dile que regrese al salón, que no es nesesaria su partida - el consejero me mira con actitud confundida sin entender el por que de mi pedido.- que regrese al salón no es bueno dar la imagen de que la reina no posee control sobre si misma.

-tiene razón alteza - dice mi consejero pensando mis palabra - iré ahora mismo personalmente.

- eso es maestro, no podemos olvidar el por que de esta fiesta y debemos evitar que de la impresión contraria. - digo mientras mi maestro con un asentimiento se marcha del salon.

Mi rostro gira en todas las direcciones y puedo visualizar todas las direcciones en como hay personas con miradas reprobatorias, reyes murmurando entre ellos, sin embargo estoy aquí para ostentar mi título con honor y colocar a Mangotawa a la cabeza en la lista de los reinos.

Por que los momentos de debilidad de la mente son los que enriquecen la fortaleza del cuerpo, aprovechando así todo obstáculo para el el propio crecimiento.

La reina Indiana de Manzara. 
 


 




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