El Secreto De La Reina...

Capitulo ocho

Me giro lentamente al escuchar esa voz, esa que me transporta al momento más difícil de mi existencia.

-Estas tan rica mamasita, me provocas llevarte a mi palacio y volverte mi concubina favorita, tienes un cuerpo delicioso.

Sus asquerosa boca recorre mi cuello y mis senos, sus manos aprietan todo mis músculos, esta haciendo uso de mi cuerpo en la manera mas salvaje y sin importar si quiera que me esta rompiendo en más de mil pedazo.

Mi voz quedo atrapada en mi garganta, no soy consiente de el tiempo que ha pasado mientras soy un asqueroso objeto de satisfacción, ya no recuerdo lo que es la vida por que eso se acabo en cuanto esté malnacido se me lanzo encima.

- me encantan las noches de caza, esa dónde aprovecho a preciosuras como tu, donde las disfruto toda la noche y después las dejo cual animal abandonado.

Tengo conciencia de que el sol amenaza con salir en cualquier momento, así que lo veo levantarse de encima de mi y arreglar su vestimenta.

-espero volver a verte -dice pasando su lengua por mi cuello una ultima vez.

Me quedo tirada en el medio de maleza sin tener si quiera la fuerza nesesaria para levantarme, pensando en lo que me acaba de pasar, derramando lágrimas secas y suplicandole a la oscuridad que me reclame.

Una ultima gota corre por mis mejillas mientras siento mis párpados cerrarse mis labios intentan curvarse y mis ojos por fin se cierran.... espero que para siempre.

-alteza se siente bien -dice aquel malnacido.

Habrán pasado los años, puede tal vez que esté precipitandome, pero abeces el destino traicionero se empeña en probar que tan fuerte somos.

Sin saber por qué me volteo para mirar a los ojos al que en aquel momento se volvió mi verdugo lo miro y del miedo que se apoderó de mi ahora quedo una rabia desmedida que crecía a cada momento.

- bienvenida - digo con la voz más dura de lo que pretendía- disfrute la fiesta pero si me disculpa debo atender unos asuntos.

Miró a mi maestro pidiendo auxilio con la mirada para que me saque de allí.

- entiendo que algunas actividades requieren de la presencia de la reina, pero una buena anfitriona se debe a sus invitados- dice el sujeto con arrogancia.

-unos buenos invitados llegan puntuales a la fiesta que fueron requeridos -digo con la misma arrogancia- y si me disculpa debo marcharme.

Me dirijo hacia mis habitaciones y esta por demás decir que mi consejero va detrás de mi, ese hombre se ha convertido en mi sombra, mi apoyo, mi sustento, todo y justo en estos momentos es cuando más lo nesesito.

Las puertas se abren y se cierran respectivamente y mis nervios no me permiten estar serena mis pies se mueven sobre la alfombra como queriendo desgastarla.

- Indiana que fue eso, acabas de plantar a uno de los sietes reyes, por demás decir que es uno de los más prospero.

- Maestro el fue -digo con la voz a punto de romperse - fue ese hombre el me causó tanto daño.

Su mirada se transformó y del hombre pasivo y comedido que conocía no quedo ni siquiera vestigio. Se limitó solo a guardar silencio mientras veía mi rostro buscando la respuesta a su pregunta silenciosa.

¿Que voy a hacer con el?

Esa pregunta me carcomia durante todos estos años, podría ser un reflejo de lo que me hicieron, podría olvidarlo y tratar de enfrentar mis demonios dia a día sabiendo que ese malnacido sigue haciendo daño; bien podría tomar las justicia en mis manos y cobrarme las afrentas de ese mal nacido no sólo las mías sino las de todas esas mujeres que se consumieron ante su crueldad.

- quiero venganza maestro, quiero que sufra una cuarta parte de lo que yo sufrí, de lo que sufrieron muchas.

Estaba pidiendo mucho y estaba arrastrando conmigo a la única persona que me importa en este mundo cruel.

- el es Cesar, rey de Mafrenda, decide bien el camino que quieres tomar bien podría llevarte a un camino sin retorno arrojar tu alma a las más profunda de las oscuridades y dejarte refundida en el pozo de la venganza y de ahí no se sale jamás. ¿ que vas a hacer ahora que miraste los ojos de tu agresor?

- Quiero venganza- digo con voz tenebrosa- la pregunta es ¿está usted dispuesto a darmela o me la consigo?- pero aclaro - usted bien lo dijo el es un rey y bien podrían descubrirme y no habría perdón para mi vida, pero mi alma desea paz y yo voy a dársela o morire en el intento.

- mi lealtad es para contigo si bien el camino no tiene retorno yo bien podría arder junto a ti en el infierno no hay nada que me ate a esta vida más tu.

Su abrazo me hace confiar en su palabras pero es momento de pensar en con la cabeza fría Cesar no debe salir del palacio.
 

Las venganza puede ser el más fuerte de los impulsos y cuando llega la hora de ejecutarla nubla el sentido común.
 

La reina Indiana de Manzara. 
 


 




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