El Secreto De La Reina...

Capítulo trece

Gire la vista a mi lado y observe a mi maestro que mantenía su rostro sereno.

-la espera en la sala del trono - concluyó el plebeyo como si el no fuera portador de muy malas noticias.

-por supuesto ahora voy- respondí de manera escueta.

Mire a Arturo que simplemente me asintió como si fuera lo más normal del mundo recibir visitas de este tipo.

- ve tranquila yo espero aquí- me dice instandome a mantener la calma.

Me dirigi adoptando esa postura serena que me caracterizaba y esperaba poder mantenerla lo que durara la visita.
Llegue a las puertas de la sala del trono, los sirvientes la abrieron para mi y detrás de ella apareció una de las chicas que fueron reubicadas luego de la eliminación del harem con mi corona la tome y me la coloque para que poco después mi llegada sea anuciada.

-la reina Indiana de Manzara está presente en la sala.

Avanze con pasos seguros para tomar asiento en el trono, la mujer presente aparte de mi en la sala clavo su vista en mi, vestía imponente con un hermoso vestido azul y su cabello perfectamente peinado sin mencionar las miles de joyas que adornaban su cuerpo.

Con soberbia hizo un intento de reverencia y me sostuvo la vista.

Indiana - tomo un mal inicio de conversación llamándome por mi nombre - creo que estas consciente del asunto que me trae hasta aqui.

Trato de sonar lo más codescendiente posible y cerrar  este asunto de un vez, pero no era posible que pasará por alto la manera en que ella me hablaba y me miraba.

- soberana Maritana, me sorprendió su visita sin lugar a dudas; me siento en la obligación de puntualizar algunas cosas antes de dirigirme al asunto que le compete- le digo con tono firme -no soy Indiana, para usted soy la reina - afirmo y la veo hacer un gesto desdeñoso - merezco el debido respeto que conlleva mi envergadura, en segundo lugar no es mi conocida para que pueda dirigirse a mi de manera informal, habiendo aclarado estos puntos, infórmeme sobre lo que la aqueja.

Observo a su vez a su hijo que hace un gesto de aburrimiento ante mi presencia; no podría salir nada bueno de el contemplando el ambiente en el que fue criado.

- mi esposo -sisea la mujer -  no se presentó al palacio luego de haber salido de la fiesta que ofreció en favor de la amistad de todos los reinos.

- no se que informacion podría argumentar a su caso, ciertamente el rey estuvo aquí pero luego de una breve conversación lo perdí de vista y eso fue lo que le dije a su hijo cuando me cuestionó con respecto al mismo hecho .

Los vi mirarse y comunicarse entre ellos de manera simultánea y aceptar de manera dudosa lo que dije, aunque cuando pensé que el asunto estaba por finalizar su hijo sentencio:

- escuche decir que la vieron salir de aquí, de esta sala con mi padre el rey - dice poniéndome en jaque y observando mi reacción.

Pienso unos momentos antes de responder su evasiva y trato de mantener el rostro más pétreo que puedo, mientras pienso rápidamente en una coartada.

- si es cierto pero bien podría decirle que el rey Cesar  solo se interesó por las bolsas con dulces que se estaban repartiendo para aquello previos a marcharse; me dijo que si era posible llevar algunos más y me dirigí a la cocina a ordenar que se le preparase una canasta personalmente y aprovechar para mostrarle palacio.

Digo todo con firmeza y me rehusó a seguir siendo interrogada por lo que expongo:

- si bien no entiendo cual es la finalidad de su visita, les pido que sean tan amables de marcharse que interrumpen mis obligaciones reales.

- si imagino que la reina debe ordenar el terciopelo que cubre el trono -dice Maritana con evidente sarcasmo.

- al menos lo hago yo y no mi marido -le digo devolviendole la pelota pero manteniendo los papeles.

Me paro de la silla y me dirijo hacías las puertas que son abiertas rápidamente por los sirvientes y me marcho dejándolos solos en la sala del trono.

La situación me resulta abrumadora por lo que quiero toma un poco de aire, imagino que Arturo está en sus habitaciones esperando que lo mande a llamar pero antes nesesito serenarme.

El aire fresco del jardín levanta algunos risos rebeldes de mi moño y se lleva la preocupación dejándome un poco mas decida, lo mejor será finalizar cuanto antes el asunto para que si por azares del destino llegan a mi, ya no halla nada que hacer por él.

- la ensoñación es propia de las mujeres por eso siempre serán una mera decoración para los hombres-escucho la molestos voz e inmediatamente reconozco de quien es el comentario.

se puede saber qué haces aquí, no les dije a ambos que lo quería fuera de palacio?- mi voz sale mas enojada de lo que pretendía.

no eres quien para hecharme de un lugar -dice- tu actitud de hombre temerario no tiene mella en mi.- recalca con un deje de diversión.

-pues este intento de hombre temerario no le debe su titulo a su papi, este intento de hombre es una mujer con los ovarios mejor puesto que cualquiera.

- ¿crees que tu mejor logro es estar en ese trono que uzurpaste?-pregunta.
 

-mi mejor logro es haberlo conquistado -digo con soberbia - me acuesto tranquila, no como otros que albergan malos deseos para quien los antecede.
Lo veo apretar los labios y sonrió para mis adentros pero a la vez escucho el jadeo ahogado a nuestras espaldas.
 

La ambición es desmedida y unida al deseo de poder no conoce frontera, carcome de manera silenciosa los lazos más fuerte.
 

La reina Indiana de Manzara.
 


 




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