El Secreto De La Reina...

Capítulo catorce

- como te atreves a decir algo así es de su padre de quien hablas. -Maritana se encuentra indignada con mi comentario.

No me amilano  y corroboro delante de su atónita mirada.

- bien lo sabes, esa cosa que llamas hijo espera el peor de los desenlaces para su padre; por que en el fondo su mayor deseo es portar la corona, tu esperas que  aparezcas, por que sabes bien que si el príncipe Carlos tomase el trono tendrías que compartir tu poder con su esposa que pasaría a ser la soberana y tu la simple madre reina que aconseja a su hijo  y administra su harem, únicamente eso.

La mirada furibunda de ambos se cirnio sobre mi lo que me hizo suponer que tenía razon al sacar mis conjeturas.

- por lo menos tengo la certeza de que años futuros se hablará del intento de hombre que estabilizo el reino, luego de años sumergido en las miserias.

-también alguien dirá que el intento de hombre solo tenia que conseguir un lecho que calentar y nada mas. - escuche decir al príncipe Carlos.

Todo paso muy rápido su mirada desafiante, la sonrisa en el rostro de su madre y mi mano que no se en que momento fue a parar a su mejilla desfigurando su serena expresión llevandola a una de asombro.

- como te atreves a golpear al príncipe y futuro rey de Mafrenda, desquiciada.-me dice su madre.

- si no cierra su boca y comienza a tratarme con respeto le atare las  manos y haré que mi caballo la arrastre por todo el reino- le digo furibunda - esto no es Mafrenda, ustedes están en Mangotawa y aquí se exige respeto tanto para mis súbditos como para mi. Los quiero fuera de las fronteras de Mangotawa.

Mi respiración agitada y mi carácter agresivo los mantienen pasmados.

-!!!GUARDIAS!!! - grito con todas mis fuerzas -QUIERO A LOS SEÑORES FUERA DE AQUÍ, TIENEN LA ENTRADA PROHIBIDA.

Los guardias que se acercan y escuchan mi orden un poco patidifusos, como van a sacar por la fuerza a un príncipe y a una soberana.

- que no escucharon a la reina Indiana de Manzara - dice una voz acercándose a mi.- quiere fuera a estas personas, sus súbditos le deben lealtad a la corona.

Los veo desaparecer y trato de tranquilizarme mentalmente para poder hablar con base a Arturo que estoy segura está esperando una explicacion de lo que acaba de presenciar.

- ciertamente tus actos podrían repercutir en el reino Indiana- sentencia - ellos son dirigentes de un reino, trata de mantener la paz entre ellos y nosotros.

- ahora no maestro, vamos a cumplir con la  visita que teníamos planeada- le digo.

-¿ lo consideras apropiado en este momento?- me pregunta con serenidad - la ira nunca es buena guía.

- no se si sera apropiado maestro lo que si se es que la ira hay que sacarla de adentro.

Marchamos cuidadosos hacia el lugar y al entrar nos encontramos con el chico que dejamos cuidandolo.

- Alteza - dice con tan solo verme entrar - está allí, se le ha dado comida y agua para que no se deshidrate.

Con un asentimiento para el chico le dirijo una mirada a mi maestro para que me espere aquí, me encamino a la habitación y allí puedo encontrar un hombre mas sólido que observa a su alrededor para ver si hay alguna manera de escapar supongo.

-¿ acostumbrandote a tu nueva vida?- pregunto. -vengo de hablar con tu hijo y esposa, deberías de ver el anhelo en sus ojos de que no vuelvas; tu hijo seria el rey y tu esposa ya no tendría que soportarte -digo con sorna.

En su mirada aparece un atisbo de esperanza al mencionar a su hijo y yo me carcajeo de eso.

-de veras crees que tu hijo pondrá todo el esfuerzo que no merece que se haga con un perro como tu.-Su silencio me da la respuesta.

Me dirijo en busca de unos utensilios mientras una sensación de triunfo se va apoderando de mi; luego de recoger todo lo que nesesito me dirijo a la habitación donde este se encuentra.

- que se sentirá que un rey desaparezca y no pongan a todo un reino a buscarlo, que sentirá morir tan solo y abandonado sabiendo que tu vida pende del humor de tu verdugo y tener que verlo a la cara todos los días. -busco la forma de que se desespere.

Abro la bolsa que me acompaña y empiezo a sacar las herramientas y a extenderlos en una vieja mesa que hay en el fondo: una cuchara, un cuchillo filoso, miel de abeja, licor fuerte y por supuesto el bate que en día anteriores utilize.

- ¿que es todo eso?- pregunta con la mirada clavada en lo que tiene al frente.

- soy una buena anfitriona y no he podido darte el trato que te mereces digo la bienvenida que te mereces, además de que hoy desperté creativa.

La sonrisa perversa escapa sin que pueda contenerla y solo me queda llamar a mi consejero.

- Arturo, por favor que ponga el invitado más cómodo, para que disfrute de las atenciones.

En ese momento mi consejero y el celador del que una vez fue rey entran en la estancia y proceden a tomarlo para ponerlo eran mejor posición.

Puedo ver y percibir el temor en los ojos de Cesar y de el me nutro para llevar a cabo todo lo que tengo planeado.

El debe temer por que el día de hoy lo arrimare a las orillas del infierno.

Toda persona posee un lado oscuro que aclama ser liberado, un deseo impoluto que se concentra en pura maldad, que es parecida a una bestia salvaje que carece de razonamiento y que solo se nutre de venganza.

La reina Indiana de Manzara.
 


 




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