El Secreto De La Reina...

Capitulo dieciocho

Me levanté y camine aun sin saber que lo hacia, me sentía indiferente ante la declaración del príncipe Carlos pero por otro lado me sorprendió un poco; avanzaba a pasos lentos mientras miles de pensamientos se hilaban en mi mente.

Las puertas de palacio se divisaron. Avanze por los largos pasillos ante la atónita mirada de los guardias y de repente tenia a mi maestro frente a mi.

- ¿Indiana que te paso?- pregunto con cara de preocupación.

- am... nada solo me sorprendió la lluvia.- mentí, tenia mucho que aclarar antes de decirle algo del tema.

Asintió no muy convencido, mientras , me daba el espacio para que siguiera avanzando, llegue a mi habitación cerré las puertas y visualize mi reflejo.

Mi cabello caía sobre mis hombros y mi vestido medio empapado apenas había empezado a secarse, mis ojos se veían apagados y a distancia se podía ver que mis lágrimas habían salido.

Me olvide por un momento de la situación, pedí que me preparasen el baño y me diriji a el, mientras el agua recorría mi cuerpo me sentí en paz luego de muchos años de tormento continuo.

Me vestí y avance a la sala del trono, inmediatamente me vieron anuciaron mi llegada.

- atención la reina Indiana de Manzara.

Entre a la sala tomando mi habitual rostro pétreo y tome asiento.

- por favor que entre el contador -dije de inmediato recordando la reunión que había sido pautada para este día.

Inmediatamente las puertas se abrieron y un señor bajo con varios pergaminos en los  brazo entro haciendo una leve reverencia.

-alteza ya calcule el presupuesto para las fuentes que se levantarán en el pueblo.

Rápidamente mi mente fue ocupada por los múltiples asuntos de gobierno. Aunque la distracción  no  duro mucho el día avanzó con rapidez y antes de que pudiera darme cuenta estaba en mi cama esperando por el sueño.

Pensé en las miles de cosas que pasaron el día de hoy mi consejero seguía un tanto extraño no podía engañarlo, sabia que algo me pasaba pero respetaba mi espacio entre tantos pensamientos el sueño me invadió y la oscuridad intento darme descanso.

Su mirada frívola se clavaba en mi, su aire victoriosos me hacía sentir indefensa.

- conejita una vez más soy el vencedor.

Mis lágrimas caían mientras el se liberaba de sus ataduras y me arrinconaba en las paredes de la vieja casucha  dónde por días lo matuve cautivo.

- tengo tantas ganas de saborearte una nueva vez.

Su boca rápidamente viajo por mi cuello produciendome arcadas y haciéndome sentir miserable.

- la peor decisión que tomaste fue dejarme ir, sabias que yo volvería por ti.

Sus manos comienzaron a vagar paseándose por toda la piel bajo mi vestido con una lentitud tan pasmosa como dolorosa.

Me lanzo al suelo y se mecía una y otra vez sobre mi amasando mi cuerpo mientras las lágrimas y los gritos comenzaban a salir de mi garganta.

-grita, grita todo lo que quieras.

Mi respiración trabajosa no se podia acompasar con nada, el pánico me hace levantarme y buscar en todos los rincones de la habitación trato de avivar las luces tenues que medio iluminan la estancia.

Luego de unos minutos dónde trato de olvidar esa pesadilla se me hace imposible me dirijo hacia el jardín camino por los largos pasillos sintiendo que alguien me sigue, mi paranoia se incrementa a medida que avanzó y no se en que momento el aire frío choca contra mi cara.

Respiro 
Respiro 
Respiro

Trato de llevar aire a mis pulmones para sosegar toda la intensidad que no le permite a mi cuerpo calmarse.

-nesesito que te vallas - digo desesperada - sal de mi cabeza.

Me dejo caer en el pasto y tomo mis cabellos repitiendo mi mantra a la vez que intento relajarme.

-nesesito que te vallas

-nesesito que te vallas

-nesesito que te vallas.

No se cuanto tiempo me tomo respirar tranquila una nueva vez me levanto del suelo y camino por los alrededores del jardín, miró hacia arriba y me encuentro con mi leal compañera, la luna llena esa luna a la que miles de veces interrogue buscando saber cuando seria el fin de mi agonía, cuando echaría fuera todos los demonios que me atormentan.

- no puedes dormir - me dice una voz a mis espaldas.

-hace mucho que no puedo dormir y bien lo sabes -contesto.

- tienes razón, hace mucho no duermes, por que tu odio se nutre por las noches; cuando todo esta en silencio es cuando nuestra mente ociosa alimenta la más oscuras emociones. Sin embargo puedo ver que el día de hoy no es el odio lo que te mantiene despierta.

-tienes razón lo que hoy me desvela es la batalla interna entre mis demonios y yo, esos que se niegan a dejarme y que se esmeran en torturar me cada vez con más fuerza.

- ¿que paso hoy?- me pregunta y se que se refiere a mi estadía en camino.

-hoy pasaron muchas cosas -digo con la mirada perdida -unas buenas y otras un tanto sorpresiva, me encontré con el príncipe Carlos - suelto de repente

-¿y que quería?- pregunta.

-nos encontramos en el camino y tuve la oportunidad de hablar un poco con el y pude ver que su arrogancia es solo una máscara -una pequeña sonrisa se asomo a mis labios- en el fondo esta tan marcado como yo; creo que podríamos ser bueno amigos

-eres consciente de que tienes a su padre secuestrado y de que existe la posibilidad de que todo esto se descubra y serás el foco de su odio.

- si maestro lo soy, sin embargo no quiero perdonar a Cesar no puedo hacerlo

-¿por que? Que es lo que lo que te impide dejarlo ir.

- el odio, si lo libero volverá a lastimarme y si eso pasa no voy a sobrevivir- le digo mirado hacia el suelo.

-como dices una cosa así-dice con la voz rota -acaso no estoy para ti crees que lo permitiría.

-Maestro la maldad siempre gana, en ocasiones las buenas intenciones no sirven de nada.




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