El Secreto De La Reina...

Capítulo veintiuno

-no se cual es su finalidad al venir aqui, pero lo mas sensato es que se valla.

- estas segura que asi lo deseas - dijo acercandose peligrosamente a mi.- dime nuevamente que me valla y me iré.

Su respiración se mezclaba con la mia invitándome a negar el cúmulo de sensaciones que estaba sintiendo en el momento.

Mi cabeza se impulso levemente hacia adelante y eso fue lo único que hizo falta para que nuestros labios se juntarán.

Volver a sentir sus labios hizo renacer todo aquello que había pensado era simple ilusión con mucha fuerza y con mucha intensidad.

-¿ quien fue que te hizo ese daño ?-pregunto de repente -¿quien te marco de esa manera?.

Caí en la cuenta de lo que hablaba y la vergüenza de saberme descubierta me llevo a apartarme de el y desviar la vida hacia otro lado.

- solo quiero entenderte - me dijo acercándose a mi -no quiero que hullas.

- quizás no deberías entenderme, quizás eres tu quien debería huir de mi.

"Como podría tocarte en la noche de bodas, sabiendo que otro ya te poseído."

Sin querer los recuerdo llegaron a mi haciendo que mi ojos se cierren de impotencia.

-Me siento sucia

-haces bien en sentirte así por que lo estás.

La sombras de mi pasado me hacen cuestionarme que pensara Carlos si se enterase de la verdad, perdí todo cuando años atraz eso se supo me costó mi vida, mi familia .... mi novio.

- estoy marcada -confesé-  y eso es lo único que diré, marcada para siempre y vedada para el amor.

-permiteme curar tus heridas, permite que entierre tu pasado; no me gustaría ver que aquel miedo  que presencié vuelva a inundar tus bellos ojos, me atormenta saber saber que fui yo en que lo causó.

Rápidamente sus manos tocaron  mis hombros y me hicieron girarme hacia él que tomo mi mentón y lo levanto para rozar con sus labios los míos.

-Si sientes que es mucho para ti detenme y parare, pero no puedo ocultar que mi más oscuro deseo es adentrarme en ti, borrando las marcas que te pesan y estampando en tu piel el aroma del amor.

Sus manos volaron al peinado recogido, quitaron con suma delicadeza la corona que imponente se mostraba, a ello le siguieron las piedras y horquillas que sujetaban mi cabello dejándolo libre de toda opresión y haciendo que el mismo callera en cascadas.

- eres sumamente hermosa -decía mientras mi mente se rehusaba a resignarse y a paticipar de aquel juego carnal en donde sólo sería utilizada.

Miles de contradicciones pasaban por mi mente imágenes de mi demonio vejandome, humilladonme de la más cruel de las maneras.

- solo quieres satisfacer tus nesesidades básicas - dije indiferente- solo quieres usarme.

-te equivocas -dijo con la voz tan baja que parecían susurros -mi mayor deseo es amarte y venerarte deleitándome en la sedocidad de tu piel.

Sus manos volaron a los botones de mi vestido desaborchandolos con maestría y con una lentitud pasmante mientras mi cuerpo tan tenso se mantenía rígido como hielo.

Lo deshizo dejándome solo con la pequeña bata crema con la que lo acompañaba que caía hasta la rodillas.

Sus manos acariciaban mis hombros y deslizaban los tirantes de la bata pero sin quitarla por completo era como si me ofreciera el tiempo para que me acostumbras o lo rechazas en cualquier momento.

La bata desaparecio al cabo de unos minutos y solo quedaba mi ropa interior su boca comenzó a dar ligero besos que me calentaban un poco la piel, el cuello, los  hombros, mi espalda.

Todo era besado con la mayor delicadeza, dio unos pasos delante de mí para besar mis labios y luego deslizarse por mi clavícula, sus manos subieron acariciando mi vientre y tallando mi cintura hasta llegar a mis senos que fueron amasados primero suavemente y luego con un poco mas de intensidad.

Mis senos fueron liberados de su prisión y cuando sus labios llegaron a mi pezón y lamió fue cuando me permití soltar un leve gemido, esto lo incentivo y fue hacia el izquierdo prestandole la atención nesesaria.

No se en que momento termine  desnuda y sobre la cama. Tenia conocimiento de lo que ocurría tras la puerta de la habitación entre parejas, pero repudiaba eso debido a como lo experimente.

Carlos estaba de pie y comenzó a treparse dejando besos a lo largo de mis piernas y acariciando en donde podía, sentí su boca muy cerca de mi vulva y me removi incomoda.

Sentí su sonrisa pegada a mi piel y lo sentí ascender dejando miles de besos y caricias, mi cuerpo comenzaba a ceder, a calentarse y a humedecerse ciertas parte que pensaba estaban en desuso.

-Indiana .... Indiana -repetia mi nombre como si eso le causará el mayor placer- nesesito probarte- declaro dejando un beso leve en  uno de mis muslos suspiré con fuerza por que sabía lo que eso significaba.

Comenzó sin dilación su recorrido hacia las profundidades de mi ser causando que mi cordura se perdiera en el ascenso de su boca.

Su boca beso la cara interna de mis muslos y llego justo a mi vulva haciendo que un gemido estruendoso escapara de mis labios.

Sentía su aliento incentivandome, su saliva se mezclaba con lo que fuere aquello que irradiaba de mis partes.

Su boca disfrutaba y lamía aquello cuan bebé con un chupete y en un determinado momento sentí algo frío rozando la entrada de mi vulva.

Su dedo avanzó sin pudor algunos mientras mi boca formaba una "o" gigante y mi garganta se negaba a dejar salir aquellos sonidos que reflejaban mi exitacion.

Una placentera tortura era para mí que aquella boca tomara mi cuerpo como si le perteneciere y sus dedos profanaran los dominios que no pensé mostrar a nadie mas.

Mi cuerpo comenzó a contraer sus músculos, mi respiración a entrecortarse y ansiaba algo que desconocía que era.

Sentí que Carlos curvo sus dedos dentro de mi tocando una piel que era tan sensible a sus caricias que me llevaron a las puertas del mismísimo cielo.




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