El Secreto de la Vida

Capítulo 9

NARRADO POR VALERIA

Rodrigo intenta comunicarse conmigo desde las redes sociales. El sonido de la notificación es un eco familiar, uno que despierta emociones difíciles de descifrar. Miro la pantalla del teléfono con una mezcla de aprensión y anhelo. Hay un mensaje suyo esperándome, un recordatorio de que, aunque todo debería estar terminado, hay cosas que no se disuelven tan fácilmente.

Leo su nombre en la parte superior del chat y la sensación de un nudo en el estómago vuelve. Quedamos ambos en que la relación se terminaría. No fue una decisión fácil, pero sabíamos que abrir siquiera una pequeña ventana de posibilidad sería injusto para ambos. Él no merece un doble mensaje, no merece una confusión que solo traería expectativas irreales. Pero entonces, ¿por qué me detengo tanto en esta pantalla?

"Vi que llegaron bien y que están a salvo. Felicitaciones por esa primera entrevista con el ministro de seguridad. Sé lo importante que ha de significar para tu carrera."

Leo el mensaje mientras termino de ajustarme el vestido frente al espejo. Mi reflejo es un recordatorio incómodo: este vestido blanco, sencillo y de segunda mano, parece fuera de lugar en el contexto al que voy a enfrentarme esta noche. Aquí, en una ciudad donde el lujo y la tradición se entrelazan en una danza opulenta, mi atuendo parece gritar que no pertenezco.

Debería estar enfocada en revisar los detalles de la lista de invitados, en prepararme mentalmente para el evento de esta noche. Pero en lugar de eso, mis dedos se mueven por voluntad propia. Una parte de mí se resiste a dejar ir al hombre más importante de mi vida.

"Gracias, Rodrigo. Yo también me vi sorprendida. Parece que era algo programado, no justamente por mérito propio que me eligieran para la entrevista. Aunque sería lindo pensarlo así."

Presiono enviar y casi de inmediato veo el indicador de que está en línea. Esa reacción rápida, esa atención inmediata, me hace sonreír. Me detengo un momento, preguntándome si debería haber enviado ese mensaje. ¿Es un error seguir alimentando esta conexión? ¿O es simplemente algo que aún necesito hacer para mantenerme cuerda?

"Por Dios, Valeria, no te quites el mérito. Lo hiciste excelente. Todo el mundo habla de tu nota. Me llenas de orgullo."

Sus palabras me calientan el pecho. Rodrigo siempre tuvo esa habilidad de hacerme sentir valiosa, incluso cuando yo misma dudaba de mi capacidad.

"Gracias, Rodrigo. Siempre me ayudas a ver las cosas desde una perspectiva más amable conmigo misma."

"¿Y qué tal la ciudad? ¿Están seguros? ¿Tienen suficiente protección contra ataques? Vi el cordón de seguridad en las noticias. No lo entiendo del todo. ¿Funciona?"

Me quedo mirando la pantalla, incapaz de responder de inmediato. Las preguntas de Rodrigo, aunque llenas de preocupación genuina, me recuerdan lo precario de nuestra situación. Esta ciudad es tan magnífica como peligrosa. Es el epicentro de tensiones que podrían desatar tormentas más grandes de lo que cualquiera de nosotros podría imaginar. Pero no puedo escribirle eso. No puedo exponer la incertidumbre que siento, ni los riesgos que enfrentamos.

"Lo siento, Rodrigo. Debo irme, pero gracias por preocuparte."

Escribo el mensaje y lo envío antes de que pueda dudar. No hay tiempo para pensar más en ello porque un golpe en la puerta interrumpe mis pensamientos.

Me acerco y abro, encontrándome con Luis al otro lado. Viste con sobriedad, un traje oscuro que parece ajustarse a las reglas tácitas de un evento como este. Su rostro es serio, pero sus ojos tienen un brillo de expectativa.

—¿Lista?—pregunta con tono neutro, aunque parece observar cada detalle de mi atuendo.

—Lista—miento, sabiendo que nunca estaré completamente preparada para esto.

El hotel en el que estamos hospedados parece salido de una película de ciencia ficción. Los pasillos son impecables, con luces que se encienden automáticamente al detectar nuestros pasos. Todo está automatizado: desde los robots silenciosos que limpian cada rincón hasta los dispositivos que responden a nuestras solicitudes con una precisión inquietante. No sé si describirlo como un lugar cinco estrellas o como una especie de laboratorio futurista.

Cuando salimos, una Range Rover negra nos espera en la entrada, reluciente bajo las farolas. Nadia ya está dentro, y su presencia casi me abruma. Lleva un vestido negro con un diseño intrincado, lleno de pequeños destellos que parecen reflejar cada luz que toca. Su peinado es perfecto, digno de una alfombra roja. Me siento insignificante a su lado, con mi vestido blanco sencillo que no podría competir ni en una sala de espera.

Luis y yo subimos al vehículo. La conversación gira en torno a los detalles del protocolo y la lista de invitados. Intento tomar notas mentales, pero mi mente divaga hacia lo que nos espera.

El palacio aparece ante nosotros como un espejismo. Sus torres se alzan hacia el cielo, decoradas con mosaicos que cuentan historias de siglos de grandeza. Las puertas son monumentales, con detalles en oro que relucen bajo la luz artificial. El aire tiene un aroma sutil, una mezcla de incienso y algo floral que parece impregnar todo.

Cuando bajamos, un equipo de anfitriones se acerca para recibirnos. Sus sonrisas están ensayadas, y su hospitalidad es medida. Hay sistemas de reconocimiento facial que escanean cada rostro antes de permitirnos pasar. Todo está diseñado para imponer, para recordar a cada invitado que están bajo vigilancia.

Pero entonces, justo cuando creo que todo va según lo planeado, una mano se posa en mi brazo.

—Señorita Valeria Escobar, por favor, acompáñenos al palco.

—¿Palco? ¿Por qué?

Mis palabras quedan en el aire, llenas de confusión. El hombre que me detuvo apenas pestañea antes de darme una respuesta.

—El ministro de seguridad ha solicitado que esté cerca de él durante la ópera de inauguración de la celebración.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.