El Secreto de la Vida

Capítulo 16

Narrado por KERIM QUISMET

Mientras espero noticias de Nadia, mis pensamientos vuelven a Uruk y al "Secreto de la Vida". Las conexiones entre ambos temas no son evidentes, pero algo en mi instinto me dice que están relacionados. Si Valeria sospecha algo, tendré que ser muy cuidadoso. En estas circunstancias tan serias, la información es el arma más poderosa, y no pienso perder el control de cada detalle.

Poco después, Nadia me informa que Valeria está disponible para una reunión privada. Es imposible ignorar la mezcla de expectación y cautela que despierta en mí. Ajusto mi chaqueta con precisión, consciente de que quiero infringir autoridad ante ella, desde el nudo de mi corbata hasta el brillo de mis zapatos, debe reflejar un poder inquebrantable porque no es frecuente ni lógico que una chica así venga y me plante cara.

Salgo del despacho con paso firme, como quien se prepara para un duelo en el que el desenlace ya ha sido decidido en su favor. La batalla junto o contra Valeria apenas comienza, y sé con certeza que no estoy dispuesto a perder. Cuando recibo la noticia de que Valeria accedió a la reunión, una ráfaga de emoción contenida se mezcla con la estrategia fría que necesito mantener. Decido que el lugar será uno de los salones privados del palacio, elegante pero discreto, donde podamos hablar sin interrupciones. Ordeno que dispongan una mesa con bebidas y aperitivos sencillos, algo que parezca casual pero cuidado. Es todo parte del plan.

Mientras espero, mi mente se llena de posibilidades. Pienso en cómo abordaré la situación, cómo puedo balancear el delicado juego entre mi atracción por ella y la necesidad de neutralizar su impacto mediático. Me repito que esta no es una cuestión personal, pero cada vez que su imagen aparece en mi mente, siento que la línea entre lo profesional y lo íntimo se difumina peligrosamente.

Cuando Valeria entra, mi atención se centra por completo en ella. Su presencia llena el despacho con una energía que es imposible ignorar. Lleva un vestido sencillo al tiempo que se la ve elegante, su aspecto contrasta con el ambiente formal de Sefira e intuyo que sigue echando mano de prendas de segunda mano, claramente no es una chica en una situación económica holgada. Su postura y la manera en que me mira, sin vacilar, son un recordatorio de por qué me siento tan atraído por ella. Es un desafío en carne y hueso, y mi naturaleza competitiva no puede evitar sentirse intrigada.

—Señor Quismet —dice con voz firme, aunque puedo notar una ligera curiosidad en sus ojos—. Me sorprende que haya solicitado esta reunión.

—Valeria, agradezco que hayas aceptado venir —respondo, señalándole una silla frente a mí. Su nombre en mis labios suena más íntimo de lo que pretendía, pero no me detengo—. Pensé que sería mejor hablar directamente, sin intermediarios.

Ella se sienta, cruzando las piernas con elegancia. Su mirada no se desvía de la mía, y puedo sentir que está analizando cada una de mis palabras y gestos. Es una periodista de primera categoría en lo profesional, pero no en la remuneración y en su reputación, eso está claro.

—He leído tus recientes reportajes y he estado atento a esa entrevista durante la ronda de prensa que tuvimos con anterioridad—comienzo, tomando un tono que mezcla admiración y precaución—. Son impresionantes tus aportes e intromisiones, aunque, debo admitir, controvertidos los giros que das al entendimiento de las personas.

—¿Controvertidos porque cuestionan la narrativa oficial? —responde con una leve sonrisa que tiene un filo afilado. Su inteligencia es tan deslumbrante como su belleza, y por un momento, casi olvido mi objetivo.

—Porque son una invitación a la reflexión —contesto, inclinándome ligeramente hacia adelante—. Pero también representan un riesgo. No sólo para Sefira, sino para ti misma. Estás jugando un juego peligroso, Valeria.

Así es, no me ando con vueltas.

—El periodismo siempre lo es, claramente es lo que me atrajo de esta profesión—dice ella con calma, aunque hay un destello de desafío en sus ojos—. Pero no estoy aquí para jugar, señor Quismet. Estoy aquí para buscar la verdad.

Sus palabras me golpean con una fuerza inesperada. La verdad. Esa palabra que puede ser tan poderosa como destructiva. En mi mundo, la verdad es una moneda que se negocia, un arma que se maneja con cuidado. Pero en su mundo, parece ser un ideal puro, algo que vale cualquier sacrificio.

—Y esa verdad que buscas, ¿qué esperas encontrar? —pregunto, genuinamente interesado.

—Quiero entender por qué ocurren las cosas, quién se beneficia y quién paga el precio —responde sin titubear. Su voz tiene una pasión que es casi contagiosa.

Por un momento, hay un silencio cargado entre nosotros. Siento que estamos en extremos opuestos de un tablero, pero también que compartimos una conexión que va más allá de las palabras. No sé si es admiración, deseo o una combinación peligrosa de ambos, pero sé que no puedo ignorarlo.

—Valeria, te haré una propuesta —digo finalmente, eligiendo mis palabras con cuidado—. Trabajemos juntos, los dos, es un vínculo directo. Tú quieres la verdad, y yo quiero que el mundo entienda nuestra perspectiva. Podrías tener acceso a información que ningún otro periodista ha tenido antes.

Ella me mira con cautela, como si estuviera evaluando cada ángulo de mi oferta. Sus ojos se entrecierran apenas, y puedo sentir cómo evalúa cada palabra, cada gesto, buscando grietas o intenciones ocultas. Me inclino ligeramente hacia adelante, dejando que mi voz baje de tono, casi como un susurro cargado de intención.

—Sé que eres una mujer de principios, Valeria, y eso es algo que admiro profundamente. Pero aquí, en Sefira, las cosas no son tan simples como parecen. La verdad que buscas está envuelta en capas de política, historia y sacrificios que pocos están dispuestos a enfrentar.

Ella frunce el ceño, y su postura se endurece ligeramente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.