El Secreto de la Vida

Capítulo 44

Narrado por KERIM

Hassan nos conduce hasta una sinagoga donde están refugiados bajo el amparo de un maestro y sus monjes quienes se encuentran aquí en un retiro de silencio el cual consiste en recibir refugiados y servir a estos como manera de redención, de conexión humana con la compasión y de hacer frente a la guerra que estamos atravesando.

—¿Cómo sabemos que es un lugar seguro?—me pregunta Valeria mientras nos conducen por un pasillo camino a habitaciones donde poder descansar y baños para higienizarnos.

—Confío en Hassan con mi vida y mantuvo a Luis con vida todo este tiempo además de ayudarlo a curarse tras la invasión de Hakim.

Hassan va más adelante intercambiando algunas indicaciones con el maestro que nos ha recibido, por lo que Luis retrocede un poco para hablar con nosotros, evidentemente al haber escuchado la inquietud de Valeria:

—También tuve mis dudas al llegar aquí, pero créeme que son personas amables y a veces el silencio de los monjes es lo más preciado que puedes encontrar, sobre todo cuando llegas con la cabeza vuelta un lío.

—¿Qué clase de personas elegirían por cuenta propia vivir en el silencio?

—Personas con la atenta intención de conectar con algo más que su propio pensamiento o el ego de lo material.

—¿Acaso se puede?—pregunta ella, lo cual me hace pensar en las enseñanzas meditativas de Hassan:

—A final de cuentas no somos cuerpo ni somos mente.

—Eso da miedo—contesta Valeria—. ¿Entonces qué somos?

—¿No es la clase de pregunta que nos tortura día tras día buscando ser algo en el mundo o dejar una huella imborrable?

—Es posible, pero me aterra no ser nada.

—¿Quién dijo que somos nada?—pregunta Luis.

—Tú también has estado meditando, ¿eh?—le suelta ella y los tres emitimos una ligera risita para no romper con la homeostasis del lugar.

Una vez que el monje nos enseña el lugar donde encontrar refugio, él se planta al suelo y al fin nos confronta:

—Hassan me ha puesto al tanto de vuestra naturaleza y de los obstáculos que han tenido que pasar para llegar aquí hoy. Mi nombre es Neville, soy maestro de meditación y un eterno aprendiz de la magia de la eternidad para conectar con el campo vasto que es la existencia misma. Pueden llamarme simplemente Neville. Junto a mis compañeros de la sinagoga ofrecemos este espacio donde puedan refugiarse y tomar descanso antes de que puedan seguir el camino que tienen trazado, pero primero que nada es mi obligación ponerles al tanto de que elijan lo que elijan con respecto a la guerra en curso, nada podrá detenerla.

—¿Nada?—pregunta Valeria con cierto deje de desesperanza mientras que en mi mente dan vueltas sus palabras con una osadía interesante.

—Maestro Neville, es un gusto el hecho de que nos reciba y que podamos hoy tener esta conversación, pero no entiendo por qué refiere lo que refiere. Es decir, he sido ministro de defensa, he trabajado con las fuerzas armadas desde hace años y estamos aquí de paso a fin de concretar nuestra misión de ponerle fin a la guerra.

Claramente Hassan se pone tenso ante mi discrepancia:

—Lo que mi colega quiere decir, maestro, es que queremos ser de colaboración a que la paz reine en nuestro espacio y para ello conocemos estrategias por la vía de la diplomacia que pueden ser de colaboración.

Él niega con la cabeza y luego se vuelve a nosotros, a todos nosotros, pero se centra en mí, supongo que es porque le he sacado a relucir todos mis galardones, algo que probablemente no haya sido de su agrado.

—Amigo mío, la guerra vive dentro de ti. Como también lo hace la paz o la libertad. El camino que sea que elijas siempre debe tener en consideración tus dones y lo que puedes ofrecer al mundo, tu alegría es necesaria y contagia la alegría de los demás. Como también lo hace tu odio y el recelo hacia otros que cometen errores desde el ego o la avaricia.

—¿Que la guerra vive dentro de nosotros?—pregunta Valeria con la voz ciertamente ahogada—. He visto a personas morir a mi alrededor por culpa de un libro que no tiene más información que…el reflejo de uno mismo. He visto a gente desesperada querer buscar un poco de agua o alimento con tal de sobrevivir un día más. He sufrido a flor de piel la falta de dinero para subsistir en medio de un caos bélico librado por poderosos que solo quieren más y más. Perdone, pero con las condiciones que he sabido atravesar, sé que la guerra no depende solo de mí ni está “encapsulada” o algo así.

—¿Acaso no lo habías vivido antes?

—¿Eh?

—Muchacha, tu acento es extranjero.

—Sí, pero…

—¿Antes de llegar aquí no habías vivido la desesperación?

Valeria pestañea con cierto impacto. Neville procede:

—¿No habías visto falta de dinero, falta de alimento, de agua o de amor? ¿En nadie? ¿Segura es intrínseco a la guerra?

Los ojos de ella se llenan de lágrimas.

Son lágrimas similares a aquellas que se reflejaron en su rostro el día que vio el libro, que vio su propio reflejo en el espejo y ahondó en las vicisitudes de “el secreto de la vida”: el secreto del proceso, el interior de uno reflejado en el afuera. ¿No es eso también lo que el maestro nos quiere transmitir ahora? ¿Por qué falló entonces si se supone que ya conocíamos El Secreto de la Vida?

¿Si como es adentro…?

La guerra vive dentro.

¿...es afuera?

—Cielo santo—farfullo, consternado al caer en la cuenta del mensaje que Neville intenta transmitir.

Cruzamos miradas con Hassan ya que él también ha entendido el mensaje y Valeria parece entrar en razón con cierta violencia.

—Mirar hacia adentro, provoca ese reflejo en el afuera—insiste Neville con la voz apaciguada como si intentase contener con sus palabras a Valeria.

—Vi hacia adentro y…—contesta ella—, encontré hambre, encontré desesperación y carencia, encontré ambición y remordimiento. Carajo, yo… No puede ser, no puede ser que algo de esto haya sido mi culpa, me niego a creerlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.