El Secreto de la Vida

Capítulo 55

Narrado por KERIM

El metal de la silla me cala en los huesos. La sala de interrogatorio está diseñada para cansar, para desorientar. No hay ventanas. Solo una franja horizontal de luz artificial que lanza su resplandor blanco sobre la mesa de acero entre el interrogador y yo. Llevo más de dos horas aquí, y han reformulado las mismas preguntas una y otra vez, esperando contradicciones. Pero no tengo respuestas que les sirvan. Ni siquiera para ellos.

No sé dónde está el libro.

No sé quién lo robó.

Y el presidente está muerto. Con cada palabra de mis respuestas, repito su condena.

—Usted estaba con ella —dice mi interlocutor interrogador quien es una mujer de rostro inexpresivo y voz meticulosamente neutra—. Usted debió ver quién se llevó el libro, podrá comprender que nos resulta muy difícil de considerar que no tengan relación con los ladrones ni que puedan tener información relevante para resolver uno de los mayores crímenes en la historia de la humanidad.

—No. Estaba mirando su cuerpo. El de él. El del presidente. Montamos un plan que buscaba una resolución pacífica, no justamente el resultado que obtuvimos. Y podríamos haber muerto porque el presidente ya nos estaba esperando.

Ella asiente, como si eso bastara para seguir su libreto.

—Y por ello los supuestos ladrones que nada tenían que ver con ustedes les salvaron la vida llevándose ese libro que representa una amenaza para el equilibrio mundial si no está en las manos correctas

—El equilibrio mundial está roto desde hace décadas, señora. No fue el libro. Fue la codicia. La mentira de quienes lo tuvieron a cargo lo que nos arruina.

Ella cambia de estrategia. Se inclina y fija sus ojos en los míos.

—Valeria Escobar. Ella estuvo en el lugar del hecho. Usted la incluyó en todo.

No respondo. Porque no puedo. Porque si empiezo a hablar de ella ahora, se me abriría una grieta que no podría cerrar.

Lo sigue intentando, quiere que la exponga, quiere que diga algo que sea suficiente para que la pueda condenar a ella en tanto criminal terrorista o similar, pero no lo hago, no por querer protegerla cosa que también haría sino porque honestamente ella fue una víctima desde el primer minuto y nada que pueda decirse o hacerse la podría incriminar. Nosotros aquí no somos victimarios, somos testigos protegidos que están colaborando forzosamente a una causa tan delicada como el orden mundial mismo.

Algo que no excede a mi poder y a mi palabra ahora mismo.

Finalmente me dejan. Salgo escoltado, sin esposas, pero sin libertad. Me devuelven a mi habitación, esa celda con perfume de hotel y vigilancia de laboratorio. Me dejo caer en la cama. Mi cuerpo no duele tanto como el vacío.

La forma en que me miró Valeria. Como si yo hubiera sido el arquitecto de toda su destrucción. Y tal vez lo fui. Porque al principio, todo fue un juego de estrategia, y yo la utilicé. Hasta que dejó de ser un juego.

Hasta que fue ella.

Cierro los ojos. Quiero dormir. Quiero no pensar. Pero entonces, un leve pitido suena en la pared. Me incorporo. Una luz apenas perceptible titila en un monitor junto al sistema de ventilación. Me acerco. No hay papel. No hay voz. Solo un susurro electrónico, una voz codificada a través de la red interna.

"La pieza está en movimiento. El ladrón es aliado."

El mensaje se borra en cuanto lo leo. La pantalla se apaga.

Mi corazón late con violencia. El mensaje viene de dentro. De alguien con acceso a los sistemas. Sólo alguien como Hassan podría saber cómo enviar algo así, encriptado, desde el mismo centro de la red de seguridad.

Luis...

No. Es imposible.

O no.

Me dejo caer de nuevo en la cama, pero esta vez con una chispa encendida en el pecho.

No todo está perdido. Aún hay un movimiento en curso.

Y esta vez, no pienso quedarme esperando. Sin embargo, ¿cómo puedo saber de qué manera dar el siguiente paso?




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