El día de hoy a finales del siglo de hierro me encuentro en la colina, un lugar alejado del pueblo donde yo resido con Lesya mi madre quien se ve muy bonita, aunque me dobla mi edad ya que tiene 26 años no lo aparenta, parece que tiene 18, mas bien parece mi hermana mayor, estamos entregando una ofrenda a la diosa Makosh un hermoso bordado para que cuide el alma de mis padres biológicos en el más allá.
Mi madre Lesya me cuenta todos los años en esta fecha de como llegue a sus brazos, para que no olvide quienes eran mis padres y lo que hicieron por mí.
Hace catorce años mis padres eran una pareja de granjeros muy cercanos a mi madre Lesya quien en ese entonces era hija de un comerciante muy prominente. Por lo que mis padres biológicos vendían los granos que cosechaban al padre de Lesya y su madre colaboraba en la casa donde ahora trabaja Lesya.
La vida era muy tranquila pero un día llego al pueblo una extraña mujer tapada en búsqueda de un hombre llamado Veles, pregunto a varias personas por este hombre, pero nadie daba razón de el por lo que la mujer se enojo y se fue del lugar.
Hasta que llego el día de mi nacimiento mis padres se encontraban vendiendo los granos como de costumbre con el mercader padre de Lesya cuando le cogieron los dolores de parto provocando preocupación entre los que le rodeaban a mamá, por lo que los padres de Lesya ayudaron a mis padres llevándolos a una habitación de su casa para que mi madre pueda parirme, de pronto cuando estaba terminando de salir del útero de mi madre empezó a caer una terrible lluvia con truenos y potentes rayos en todo el pueblo, lo que preocupó mucho a todos en la casa, pero mi madre estaba feliz de que me había parido ya que fue muy duro. En ese instante la madre de Lesya quien fue mi partera dejo entrar a todos para que me conocieran incluida Lesya quien en ese momento tenia trece años de edad, era muy joven.
Cuando Lesya me tenia en sus brazos empezó a escucharse muchos gritos de desesperación y dolor de las personas, lo cual confundió mucho a mi madre, pero no a mi partera quien sabia lo que estaba sucediendo, en eso empezó a escucharse ruidos que tocaban la puerta por lo que los hombres salieron a ver que sucedía dejando a las mujeres dentro de la habitación de parto, pero no regresaron solo se escucharon más gritos que decían que huyan, por lo que mi partera obligó a Lesya a ingresar con migo en sus brazos por un hueco que se encontraba en el piso de la habitación tapado con madera y encima estaba la cama, por lo que movieron la cama y nos hicieron entrar, mi madre biológica estuvo de acuerdo ya que entendía la difícil situación en la que se encontraban, eran los dioses que estaban molestos en especial Marena por lo que estaba en búsqueda de sangre. Y por el bien de nosotras era mejor sacrificarse ellas como lo habían hecho nuestros padres. Mientras escapábamos se podía escuchar barios gritos de dolor de mi madre y palabras extrañas de parte de mi partera, con estas palabras nos protegieron hasta cuando ya no pudimos escucharla que fue ya por medio camino, cuando llegamos al bosque encontramos un gran lobo negro que nos miraba de ojos rojos y de pelaje negro a quien Lesya le pidió que la protegiera y que ella estaría dispuesta a servirle por toda su vida a cambio de protección, en ese momento el lobo se acercó a ella y lamio su mano apareciendo una extraña marca en la palma de su mano mientras me sostenía con su otro brazo. En ese momento se serró el pacto entre Lesya y el lobo negro y aparecimos en una casa muy grande en este pueblo pintoresco lejos del lugar donde yo había nacido.
En el lugar cuando nos recibieron Lesya les dijo que mi nombre era Inha y que ella era mi madre, por lo que nos permitieron entrar sin hacer preguntas hasta una habitación desde ese día Lesya pasó a ser mi madre y protectora, primero empezó limpiando los pisos del lugar en el día y por la tarde estudiaba con las demás mujeres, mientras que por las noches me cuidaba. Mientras que yo durante el día pasaba en una especie de guardería que se encontraba en un gran salón donde permanecían mas niños, hijos de las mujeres del lugar.
Cuando me faltaba poco para cumplir ocho años de edad Lesya buscó una pequeña casa que es donde vivimos hasta la actualidad y de regalo de ocho años ella me contó la verdad de mi nacimiento, desde allí acudimos todos los años con sol o con lluvia a este mismo lugar con ofrendas a Makosh.