El Secreto de los Almendros

Capítulo 8: Las Flores del Coraje

A la mañana siguiente, los rayos del sol se filtraban entre las cortinas de la habitación de Eleanor, llenándola con una luz cálida que parecía augurar un cambio. Había algo diferente en el aire. Eleanor sabía que después de la noche en el Pabellón del Ruiseñor, ya no podía ignorar lo que estaba creciendo en su corazón.

Con un vestido de lana color crema, abrigada contra el fresco de la mañana, y un chal gris claro sobre los hombros, salió a pasear por los senderos de Amberleigh. Las flores de los almendros caían suavemente al suelo, como si la naturaleza misma estuviera celebrando algo nuevo.

**Un Encuentro Inesperado**

Fue mientras cruzaba el jardín que vio a Nicholas. Estaba conversando con un hombre alto y corpulento, vestido de manera elegante, pero con un aire intimidante. Desde la distancia, Eleanor no pudo evitar notar la tensión en la postura de Nicholas.

Se acercó lentamente, pero justo antes de llegar, el hombre se despidió bruscamente y se alejó hacia un carruaje negro que esperaba en la entrada.

—¿Todo está bien, milord? —preguntó Eleanor, preocupada al ver la expresión sombría de Nicholas.

Él se volvió hacia ella, y aunque intentó ocultarlo, su rostro mostraba preocupación.

—Un... asunto que creí haber dejado atrás. Lo lamento, no quise preocuparla —dijo, pasando una mano por su cabello oscuro.

Eleanor frunció el ceño, notando la evasión en sus palabras.

—Nicholas, puede confiar en mí. Si algo lo está inquietando, quizás compartirlo lo alivie —dijo con suavidad, colocando una mano sobre su brazo.

Él la miró, y por un momento pareció debatirse entre su necesidad de protegerla y el peso de lo que llevaba dentro.

—El hombre que vio es un acreedor, alguien que reclama una deuda que mi familia dejó sin resolver después de... su fallecimiento. Creí haberlo solucionado, pero parece que hay más complicaciones de las que esperaba. Amberleigh podría estar en peligro.

Eleanor sintió un nudo en el pecho. La idea de que Nicholas pudiera perder el lugar que tanto significaba para él era insoportable.

—Amberleigh es su hogar, Nicholas. Y no permitiré que lo pierda. ¿Cómo puedo ayudarlo? —preguntó, con una determinación que sorprendió incluso a ella misma.

Nicholas negó con la cabeza, aunque su expresión se suavizó.

—Usted ya ha hecho más de lo que puedo pedir, Eleanor. Su presencia aquí me ha dado algo que creí haber perdido: esperanza. Pero esto es algo que debo enfrentar solo.

**Una Decisión Valiente**

Eleanor sabía que Nicholas estaba acostumbrado a cargar con todo él mismo, pero también sabía que no podía quedarse al margen. Esa tarde, mientras Nicholas estaba en el pueblo, tomó una decisión que cambiaría el curso de su historia.

Vestida con un conjunto de terciopelo azul oscuro, con guantes de piel y un sombrero adornado con plumas, se dirigió al despacho del hombre con el que había visto a Nicholas hablar. **Lord Standish**, como se llamaba, era conocido por ser despiadado, pero Eleanor no iba a dejar que eso la intimidara.

Cuando llegó, entró con la gracia y autoridad de una dama decidida.

—Lord Standish, deseo discutir el asunto de Amberleigh Manor con usted —dijo, alzando la barbilla y enfrentando su mirada fría.

El hombre se rió, sorprendido por su audacia.

—¿Y quién es usted para involucrarse en los asuntos de Lord Ravenscroft? —preguntó, con un tono burlón.

—Soy alguien que cree en él y en su causa. Y estoy aquí para negociar —respondió Eleanor, sin titubear.

Durante la siguiente hora, Eleanor utilizó toda su inteligencia y persuasión para llegar a un acuerdo. Le recordó a Lord Standish que atacar a una familia caída en desgracia no solo mancharía su reputación, sino que también podía resultar en un movimiento socialmente desventajoso. Finalmente, logró extender el plazo para que Nicholas pudiera saldar la deuda.

**El Regreso a Amberleigh**

Cuando Nicholas regresó esa noche, Eleanor lo recibió en el salón principal, donde la chimenea ardía suavemente. Ella estaba de pie junto a una mesa, su figura iluminada por la luz del fuego.

—Eleanor, ¿dónde ha estado hoy? —preguntó, notando el aire de satisfacción en su rostro.

Ella se giró hacia él, con una sonrisa que mezclaba orgullo y ternura.

—Arreglando lo que usted se niega a pedirme ayuda para arreglar, Nicholas.

Él frunció el ceño, confundido.

—¿Qué quiere decir?

—Fui a ver a Lord Standish. Negocié con él y conseguí más tiempo para que pueda resolver la deuda. Amberleigh está segura, al menos por ahora —dijo, acercándose a él.

Nicholas la miró, incrédulo al principio, y luego profundamente conmovido.

—Eleanor... No sé qué decir. No merezco lo que ha hecho por mí.

—Lo que merece, Nicholas, es saber que no está solo. Estoy aquí para usted, y lo estaré mientras me lo permita.

Sus palabras tocaron algo profundo en él, y sin pensarlo, tomó su mano, llevándola a sus labios.




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