El Secreto de los Almendros

Capítulo 9: Bajo la Luz de las Estrellas

La noche había caído sobre Amberleigh Manor, y el cielo estaba despejado, salpicado de estrellas que parecían brillar más intensamente que nunca. Eleanor, después de su audaz intervención con Lord Standish, no podía dormir. El recuerdo de la gratitud en los ojos de Nicholas seguía encendiendo su corazón, pero también sentía que algo más profundo estaba surgiendo entre ellos.

Decidió salir al jardín, dejando que el aire fresco despejara sus pensamientos. Llevaba un vestido de muselina blanca, fluido y ligero, que se movía como una brisa en la penumbra. Había dejado su cabello suelto, permitiendo que cayera en suaves ondas sobre sus hombros. La luna iluminaba su silueta mientras caminaba entre los almendros.

Cerca del pabellón, vio a Nicholas. Estaba de pie, mirando hacia el cielo, con una expresión pensativa. Llevaba un abrigo oscuro sobre su camisa y chaleco, y la forma en que la luz de la luna caía sobre él lo hacía parecer aún más noble y enigmático. Cuando notó su presencia, giró lentamente, y una suave sonrisa iluminó su rostro.

—Parece que no soy el único que encuentra consuelo en la noche —dijo Nicholas, rompiendo el silencio.

—A veces, el silencio de la noche dice más que las palabras —respondió Eleanor, acercándose a él.

**El Momento que Cambió Todo**

Por un instante, ambos quedaron en silencio, dejando que el canto lejano de un ruiseñor llenara el vacío. Eleanor, sintiendo una valentía que no sabía que tenía, habló finalmente.

—Nicholas, quiero que sepa algo. No vine aquí solo para recuperar mi salud. Vine porque sentía que había algo que me llamaba a Amberleigh, algo más allá de mí misma. Y ahora sé lo que es... o mejor dicho, quién es.

Nicholas la miró, sus ojos verdes brillando con una intensidad que la dejó sin aliento.

—Eleanor... —murmuró, su voz cargada de emoción.

—No quiero que cargue con todo esto solo. Lo que siente no es un peso que deba temer, es un regalo. Y si me lo permite, quiero compartir ese peso con usted. Quiero estar aquí, a su lado, mientras encuentra su camino de vuelta a la luz.

Nicholas dio un paso hacia ella, cerrando la distancia que los separaba. Sus manos temblaron ligeramente cuando tomaron las de Eleanor, pero sus ojos nunca se apartaron de los suyos.

—No sé si merezco lo que me ofrece, Eleanor. Pero sé que la necesito. Usted es la única persona que ha visto más allá de mis fallas, que ha creído en mí cuando yo mismo no podía hacerlo.

Eleanor sonrió, sintiendo una calidez que se extendía por todo su ser.

—No es cuestión de merecer, Nicholas. Es cuestión de elección. Y yo elijo estar con usted.

**Bajo las Estrellas**

Con una mezcla de ternura y pasión, Nicholas se inclinó hacia ella, y sus labios se encontraron en un beso que hablaba de todas las palabras no dichas, todas las emociones contenidas. Era un beso lleno de promesas, de redención, de un amor que había encontrado su lugar en medio de los almendros de Amberleigh.

Cuando se separaron, Nicholas la abrazó, como si temiera que el momento pudiera desvanecerse.

—No importa lo que venga, Eleanor. Mientras usted esté conmigo, sé que puedo enfrentarlo.

Eleanor, acurrucada en sus brazos, supo en ese momento que había encontrado más que un amor; había encontrado un hogar en el corazón de un hombre que finalmente estaba aprendiendo a amarse a sí mismo.

Mientras el ruiseñor cantaba su melodía más dulce, las estrellas parecían brillar más intensamente, como si estuvieran celebrando la unión de dos almas que habían encontrado su destino.




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