El secreto de los dioses

Capítulo 7

El camino que le había indicado Nix a Santiago se había convertido en un cueva llena de murciélagos y serpientes, Santiago debía ir con cuidado para no despertar a las criaturas dormidas y como aún no podía ver el sol no sabía cuánto tiempo había pasado desde que llegó al castillo de Nix, Santiago se había encontrado con un basilisco, una serpiente gallo que podía matar con solo mirar, Santiago vio esto cuando la serpiente atacó a un perro gigante, aunque el perro intentó atacar cuando esta lo vio, el perro cayó muerto.

Santiago intentó pasar desapercibido mientras el basilisco picoteaba a su presa, pero esto no resultó bien, dado que Santiago caminaba tropezó con una pequeña piedra y gracias al eco de la cueva, retumbó como un gran estruendo. El basilisco levantó la mirada de su presa y con movimientos muy ágiles buscó su nueva presa, Santiago sacó su escudo y se escondió tras él, Santiago podía sentir como el basilisco se movía y lo buscaba, por medio del sonido. El tiempo pasaba y el basilisco parecía más cada vez más desesperado. Santiago decidió moverse suavemente, pero para su desgracia el movimiento llamó la atención de la criatura, está se lanzó hacia Santiago quien levantó su escudo, que para su suerte era un gran espejo y por esto se reflejó la mirada del basilisco matándolo al instante.

El camino hacia el inframundo estaba más calmado luego de eso, aunque Santiago seguía teniendo mucho cuidado, en otra ocasión Santiago se encontró con un gigante ciego que buscaba a tientas comida, fue fácil de pasar, por lo cual Santiago estaba agradecido.

El camino llegó hasta una cueva con aspecto de templo, junto a esta se podía ver un rio de agua tan negra como la misma oscuridad, Santiago decidió no entrar en el templo y cruzar el rio, pero como no sabía la profundidad lanzó una piedra amarrada a un hilo que encontró en el lugar para notar que el río era demasiado profundo para él.

Entró en la cueva buscando algo que lo ayude a cruzar el rio, pero el lugar estaba casi vacío, lo único que notaba eran esqueletos y criaturas con señales de ser víctimas de un depredador, Santiago comenzó a salir cuando escuchó la voz de una mujer que llamaba a alguien.

-Euríale, ven mira lo que el río nos trajo.

Santiago sabía que no podría pelear con estas dos criaturas, su apariencia era, muy similar al de Medusa, según Santiago recordaba, esta murió a manos de Perseo un semidios antiguo, también sabía que sus hermanas no eran mortales por lo que comenzó a correr hacia fuera del templo.

Santiago llegó al portal del templo, pero lamentablemente no fue lo suficientemente rápido, una de las mujeres llegó primero y lo empujó con tal fuerza que lo lanzó unos tres metros por el aire, Santiago se armó con su escudo y su espada los cuales le servían para defenderse, las dos mujeres discutían más y más cada que Santiago esquivaba o bloqueaba sus ataques, unas de las mujeres comenzó a gritar de forma terrible, Santiago se cubrió los oídos y se lanzó al suelo justo en el momento que un caballo alado surcó el techo de la cueva golpeando a quien gritaba, Santiago vio esta acción como la inspiración para una idea, sacó un poco del polvo estelar de Nix y lo lanzó hacia las hermanas serpientes mientras cantaba la historia de los inicios de los tiempos, las hermanas cayeron dormidas y Santiago se sintió agradecido con la criatura que lo había salvado, un caballo hermoso de color blanco como la nieve, con alas largas que le otorgaban una belleza mayor, el animal se acercó a Santiago con calma y posó su cabeza en el hombro de Santiago.

Encontrar la montura de un caballo había sido algo que Santiago agradecía a los dioses, el caballo alado volaba de forma increíble y parecía saber a dónde se dirigía.

Juntos volaron río abajo hasta llegar a un muelle en ruinas, donde esperaba un barquero, aterrizaron en él y el animal tocó la mano de Santiago dejando en ella una especie de silbato, Santiago abrazó al caballo quien luego despegó y quedó sobrevolando en círculos en el mismo punto.

Santiago llegó hasta el barquero, un anciano que parecía ser más piel y huesos, su aspecto de enfermo llenaba de temor a quien lo miraba y su voz parecía llena de penas como si saliera de la misma muerte.

-Joven mortal, no estás muerto no puedes pasar.

Santiago entendió al escuchar esto que el barquero era Caronte, y aunque conocía la historia de Heracles y Orfeo, quienes con engaños y ofrendas pudieron pasar, Santiago no tenía gran cosa, pensó unos momentos hasta que recordó que de la cueva tomo una espada de oro y un collar que tenía el símbolo de Zeus, Santiago le comenzó el engaño.

-Caronte el gran barquero, quien debería recibir un mejor trato de sus jefes, veo que ni protección tienes contra saqueadores.




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