El secreto de los guardianes 1

Capítulo IV - Razones

Capítulo IV
Razones

La joven guardiana del bosque encantado se paseaba en lo que en un pasado fue su habitación. Se abrazaba a si misma mientras trataba de entender lo que estaba sucediendo. A su alrededor una fina capa de escarcha comenzó a decorar los murales, igual que hace unos años atrás.

Llevaba meses lidiando con un extraño dolor de cabeza; al principio comenzó como pequeñas jaquecas que la obligaban a dormir tardes enteras, no les tomó mucha atención en su momento ya que se presentaban con semanas de diferencias, generalmente después de alguna labor estenuante, pero luego empezaron a frecuentarla más seguido y con más intensidad, se mareaba, tenía náuseas, perdía el apetito. Honeymaren se lo había comentado a Yelena en busca de su ayuda, pero Elsa se había negado asegurándoles que solo eran simples migrañas.

Que equivocada estaba.

Las cosas solo fueron empeorando de alguna manera, Nokk había desaparecido. Elsa llevada un poco más de una semana buscándolo por los mares de las costas de Northuldra, intentando en varias ocasiones congelar las aguas del mar muerto para llegar a Ahtohallan, pero había fallado. Sus poderes le habían fallado.

Le estaban fallando.

Y para colmo de los colmos, cinco guardianes desconocidos con habilidades extrañas se habían presentado a puertas de palacio para traer el invierno.

Invierno que no puedes traer.

Elsa negó con su cabeza tratando de liberarse de sus voces internas. Necesitaba pensar.

Después de ver cómo ese guardian había congelado parte del pelaje de su peludo y excéntrico amigo, Elsa temió perder el control, podía sentir como las llemas de sus dedos se enfriaban y no era por el contacto de la escarcha que estaba tocando, por lo que resolvió disculparse y retirarse con rapidez a su antigua habitación.

¿Qué estaba pasando con ella?

Escuchó un toqueteo en la puerta y pudo observar la cabecilla de Anna asomarce a medida que la platinada volteaba. Su hermana la observaba acongojada, Elsa sospechaba levemente los motivos, pero decidió aguardar a las palabras de la cobriza.

Esta entró de una vez a la habitación cerrando la puerta tras ella para luego acercarse a Elsa, tomó sus manos frías como el hielo entre las de ella obviando esto, la mayor solo la observaba con expectacion y melancolia.

- ¿Qué sucede? - inquirió, Elsa rodó los ojos queriendo evitar su mirada - cuéntame hermana - rogó

- No es nada, Anna, no quiero agobiarte con mis problemas...

- ¿Estás en problemas? - interrogó llevándose ambas manos hasta sus labios

- No Anna, no quise decir eso - se corrigió - solo no es un buen momento, están pasando muchas cosas y...

- ¡Con mayor razón deberías aceptar la ayuda de esos guardianes! - inquirió ella sin entender el problema que Elsa veía en ello

- Hermana, entiéndeme - Elsa tomó con calma los hombros de su hermana para llamar completamente su atención - ¿No puedes ver lo sospechoso que es esto?

- ¿Sospechoso? - Anna rodó sus ojos con un deje de fastidio - vamos Elsa, son buenas personas

- Eso no lo sabes, Anna

- ¡Exacto! - inquirió ella - No lo sabemos - sonrió con genuinidad - además - agregó - ellos conocen a quien les otorgó ...

Las palabras de la cobriza habían quedado suspendidas en el aire como una nube de vapor, Anna recorría la estancia con sus vibrantes azules hasta posarlos en la mirada culpable de Elsa

- ¿Qué sucedió aquí? - preguntó aún más confundida

Elsa se removió en su sitio para luego voltear y acomodarse en su antigua cama. Suspiró con fuerza, tanta que Anna temió se desmayaría. Luego comenzó a jugar con sus dedos con incomodidad, un viejo hábito que no se le quitaba.

- Hace unos días he tenido algo de problema con manejar mis poderes - mintió, no fue una mentira completa pero lo suficiente para que pesara en la conciencia de la antigua reina

- Elsa... - Anna miraba con angustia a su hermana quien se había abierto ante ella, se veía más vulnerable que nunca - ¿Cómo? ¿Por qué?

Esta solo negó

- No lo sé - se encogió de hombros, no quería continuar con el tema, no quería preocupar a Anna más de lo que estaba

- Con mayor razón acepta la ayuda, hermana, quizás puedan ayudarte

- ¿Cómo? - preguntó más por inercia que por esperar una respuesta

- ¡Oh, verdad, eso te quería decir! ¡Ellos conocen a quien les dió sus poderes!

La expresión de la platinada fue tan brusca que su hermana pegó un respingón, Elsa se levantó de la cama, caminó nuevamente en círculos como en un comienzo para luego sentarse en el mismo lugar otra vez.

- Y si es un engaño - susurró con miedo

Anna agarró a su hermana desde los hombros para mirarla con una gran sonrisa estampada en los labios, tan grande que Elsa no podía entender a qué se debía.

- La magia solo nos ha traído cosas buenas, hermana

Mientras tanto, en otro salón del gran castillo, se encontraba un nervioso Kristoff como anfitrión y representante del reino. En un pasado, cuando planeaba pedir la mano de su joven esposa, no imaginaba un futuro en que tenía que estar a cargo de bailes o banquete, menos ser representante de un reino. El soñaba solo con casarse y vivir con la mujer de su vida, tener dos hijos, quizás tres; criarlos, verlos crecer, tener una granja de renos y envejecer juntos. Ser rey de Arendelle no estaba dentro de los planes.

- Grandioso - repetía conejo, esto llamó la atención del rubio - ¡Esto es grandioso!

- ¡Oh, ya cállate, Bunny! No ví que hicieras algo útil - le espetó

- Pero no hice algo inútil, completamente inútil

- Vamos chicos, no es momento de dividirnos



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En el texto hay: jack frost, frozen, elsa arendelle

Editado: 17.09.2024

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