El secreto de los guardianes 1

Capítulo XVI - La mesa sobre las cartas

Capítulo XVI
La mesa sobre las cartas

Norte, una vez controlada la inminente batalla de palabras entre Jack y Aster, guío a Elsa hasta su despacho, dispuesto a explicarle su nueva etapa como guardiana antes que cualquier cosa. Ambos guardianes entraron a la oficina a solas, el mayor se paseó entre la puerta y el escritorio mientras la menor miraba nuevamente maravillada el lugar.

- ¿Hiciste todo esto por ti mismo? - preguntó genuinamente interesada

- Si, es mi magia - admitió, Elsa lo miro esperando alguna revelación mas exacta - puedo crear todos estos artilugios llenos de alegría y asombro para los niños - develó - los tallo y pulo con mis propias manos hasta que agarran forma

- Son maravillosos - susurró acariciando una pequeña hadita de hielo, perdiendo la mirada entre los colores helados de las alas de esta

- Es mi centro - admitió - ¿Cuál es el tuyo?

- ¿Mi centro? - susurró confundida

- ¡Si, tu centro! - exclamó - ya es hora de poner la mesa sobre las cartas

- ¿La mesa sobre las cartas? - repitió no tan convencida

- ¡Exacto! Tienes que descubrir quién eres realmente; qué es lo que te mueve, lo que te inspira - le explicó

- Anna - respondió rápidamente

Norte se carcajeo complacido ante la respuesta.

- No exactamente, Elsa. Muy cerca, pero no es Anna precisamente. Tu centro es la esencia de tu alma, tu motivo de existir. Mira - inició Norte recordando la charla que había dado años atrás a otro confundido guardian - un ejemplo; observame. Yo soy un hombre grande y fornido, - Elsa rió - rudo con un acento muy marcado, lleno de tatuajes y con dos sables enormes, seguramente no soy el Santa Claus tradicional al que esperabas

- Ciertamente - concordó divertida mientras Norte le acercaba una matrioshka con su imagen

- Pero más allá de mi imagen ¿Qué ves? ¿Qué hay más allá? Cuando me conociste ¿Qué viste? Dilo - le instó - soy... - alargó la palabra - dilo

- ¿Muy alegre? - Norte sonrió sacando la primera cabeza de la muñeca, dejando ver un santa enigmático

- Oh, si, y también soy misterioso y valiente - comentaba mientras levantaba las otras cabecitas de la muñeca - y generoso, y en mi centro - comentó dejando ver la última pieza, un tierno Norte bebé con ojos enormes - ¿Qué hay ahí?

Elsa observaba expectante la última pieza con ojos enormes, tan abiertos como los de ella misma.

- ¿Ojos grandes? - Norte rió levemente ante la respuesta tan similar que había obtenido

- ¡Si! ¡Muy grandes, enormes ojos grandes! - exclamó euforico, lleno de energía y magia - ¡Ojos que estan llenos de asombro! - Norte tomó a Elsa por los hombros para observarla con generosidad y calma - ese es mi centro, eso es con lo que nací, con ojos que se llenan de asombro y se maravillan con todo, ojos que ven luces en los árboles - continuaba mientras la acercaba a la puerta para que observará a todos los juguetes que habían sobrado de la navidad, los cuales se movían y manifestaban gracias al asombro del guardian - y magia en el aire. La ilusión es lo que puse en el mundo, y es por lo que protejo a los niños. - decía dedicándole una cariñosa mirada - Es lo que me convierte en un guardian, ese es mi centro ¿Cuál es el tuyo?

- ¿Mi centro? - susurró buscando alguna pista de aquel concepto - ¿Y si no poseo uno? ¿Qué sucede si no tengo nada para darle al mundo? - preguntó afligida, Norte se carcajeo

- Tranquila, todos tenemos un centro - dijo buscando calmar las ansias de la guardiana - solo tienes que encontrar el tuyo, yo sé que tú sabes cuál es - comentó mientras apuntaba hacia el corazón de Elsa - ahí está, lo sabes

Elsa lo observaba expectante y llena de dudas, nuevamente iba a tener que descubrir quién era.

Mientras tanto en un reino muy lejano por allá en las tierras heladas del norte europeo, Arendelle se erguia en un ambiente estival a pesar del frío invierno, los aldeanos disfrutaban la tarde de navidad junto a sus seres queridos y los obsequios adquiridos bajo el manto de la noche, las calles atestadas de gente compartiendo era la imagen idílica para cualquier monarca, pero lejos de la felicidad que esto podria ocasionar estaba la reina, quien se paseaba por el salón, preocupada por la ausencia de su hermana quien habia afirmado llegaría a primera hora esa mañana.

- ¿Prima, está todo bien? - la suave y aguda voz sacó a Anna de su ensimismamiento, quién había puesto una mano sobre su pecho por el asombro

- Ay, Punzie, ¿Cuando llegaste? Me asustaste - sonrió Anna una vez vio a su prima

Rapunzel de Corona, reina actual del reino de Corona, fue uno de los primeros invitados en llegar el día anterior, una visita que había acordado realizar con su esposo, el rey consorte Eugene Fitzherbert, dejando a los antiguos reyes a cargo del reino. Rapunzel, o Punzie como solía llamarla Anna, era la prima perdida de las hermanas Arendelle, robada y ocultada durante 18 largos años, años en los cuales su padres jamás dejaron de buscarla. Años atrás Rapunzel había vuelto junto a los reyes de Corona, devolviendo la felicidad al reino y tomando el trono que le correspondía. Anna rápidamente había entablado una relación con la castaña de ojos verdes vibrantes.

- Hace un momento - sonrió - ¿Esperas a Elsa?

- Ella dijo que vendría a primera hora - respondió sin despegar el ojo de la ventana

- Quizás solo se retrasó - trató de calmarla - ahora que es la quinto espíritu tiene menos tiempo para nosotras - le sonrió con timidez

- Si, es cierto, pero han pasado muchas cosas Punzie, no estoy tranquila con su retraso, no es normal en ella

Rapunzel se acercó a Anna para tomar sus manos temblorosas entre las suyas.



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En el texto hay: jack frost, frozen, elsa arendelle

Editado: 25.09.2024

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