Capítulo XXXII
Nokk
Aegir había pasado unas semanas horribles.
Desde un inicio su falta de memorias lo habían sumido en una distimia tan profunda que rozaba con la depresión, no tenia un propósito, no tenía un pasado, ni siquiera un nombre. Yelena le había puesto Aegir en honor a Nokk, un espíritu del agua que había desaparecido días atrás y él mismo había aparecido después en parte del río, una ironía. Aún así le acomodaba el nombre, no se sentía del todo incómodo con él.
Aegir se había encariñado con la anciana, le traía algo de paz, reconocía su armonía y unión con el bosque y sus criaturas, sentía que podía confiar en ella. Pero poco después había conocido a la quinto espíritu, Elsa; su sola presencia le traía consigo paz, una paz incomprendida, familiar, inmesurada. Los ruidos y sensaciones que lo habían estado abrumando desde que había despertado se disiparon al sentirla.
No era amistad, no era romance, no era familia, era algo más que ni él mismo podía entender en aquel momento, simplemente no tenía nombre.
No tuvo mucho tiempo para averiguarlo, prontamente descubrió que la quinto espíritu tenía responsabilidades que cumplir y una familia más allá del bosque encantado, ella no pertenecía a aquel lugar del todo, al igual que él, se sentía identificado con ella. Luego Elsa desapareció, y dejó de volver al bosque, dejó de sentir aquella comodidad y todo fue confusión y ruido otra vez.
Aegir se sumergió en un mar de emociones confusas, buscando entender quien era y porqué estaba ahí. Perdido entre su propia existencia e identidad. Hasta que un océano de memorias se abrió ante él, junto con corrientes y olas de recuerdos que lo empaparon de las respuestas.
Habían encontrado la verdad.
Él sabía que alguien había encontrado la verdad escondida en el Ahtohallan, al igual que en un pasado, quizás está vez no la volvería a ver más.
Pero poco después volvió a ver a Elsa.
Su guardiana.
Corrió rápidamente hasta llegar a ambas, tomó aire profundamente entendiendo por primera vez su torpeza al necesitar oxígeno.
- Aegir - le saludo Yelena con amabilidad
- ¿Lo sabias? - le reprochó Elsa en tono de burla, aún emocionada de haberlo tenido frente a sus ojos todo este tiempo
- No lo sabía - respondió entre jadeos aún reponiendose
- ¿Y ahora sí? - se carcajeo - ¿Cómo?
- Pensé que habías encontrado la verdad - sonrió ya algo menos aireado
- Lo hice - admitió, Yelena que poco entendía de la conversación, entendió a plenas luces lo que la quinto espíritu quiso decir
- ¿Cómo no te congelaste? - interrumpió anonadada
- Jack y Gale me salvaron - respondió
No hizo falta explicar nada más. Yelena por fin entendía todas las palabras, volteó bruscamente hacia Aegir, detallando sus rasgos marcados, sus ojos oscuros y cabellos desordenados del mismo color, tan largos como el suyo. Luego sonrió con complacencia y fé.
- Nokk - susurró a lo que el forastero asintió
- Yelena - dijo ahora con un tono de voz completamente diferente, lejos del tono infantil que utilizaba antes de entender quien él era - gracias por tu hospitalidad, por tu protección y la de tu pueblo - poco a poco la mirada oscura de Aegir se fue tornando más clara, naciendo brillos celestes de ellos - tu esencia está en armonía con el bosque y los elementos, eres la guía de tu gente y la protectora de este bosque - sus ojos ya completamente celeste y brillantes se cerraron dejando escapar de su interior un aura cálida que envolvia a la anciana con amabilidad, sensaciones que jamas pensó experimentar se abrian paso en el espiritu de la sabia anciana - jamas lo olvidaré, has caído en mi gracia
Yelena guardó silencio, incapaz de decir nada ante las palabras de Nokk, detallando los rasgos humanos que disfrazaron al espíritu por meses, paseando su mirada de este a Elsa, quien los observaba sobrecogida.
Por primera vez entendió que era ser uno con el elemento. Eso fue lo que sintió en su alma la anciana.
- Quinto espíritu - llamó luego el elemento, Elsa se acercó a él y Yelena se alejó dándoles su espacio
- Lo lamento - fue lo primero que le dijo Elsa - no sabes cuánto lo lamento - susurró nuevamente pegando su frente a la de este
- Lo sé - susurró con parsimonia - yo sé que solo fuiste amable, estuve ahí... Ahora necesito volver a ser quien era, no puedo seguir en esta forma mortal - dijo separándose de esta - tarde o temprano él se va a enterar de lo que sabes - reveló confirmando las dudas iniciales de la guardiana
Pitch Black se había metido en su mente.
Elsa lo sospechaba, recordaba vagamente algo sobre eso, pero su temor porque fuera un recuerdo targiversando a pesadilla le hizo pasar por alto aquel detalle. Si ella dormía Pitch Black volvería a meterse en sus sueños, si volvía a desmayarse por usar lo poco de poderes que poseía sería presa fácil. Elsa suspiró sonoramente, había contenido el aire en sus pulmones debido al miedo y los nervios.
Aun tenía que recuperar el control sobre sus poderes.
Claro que la reina de las nieves recordaba el centro de sus poderes, el motor que impulsaba su magia y su fuerza, el amor. Anna le había abierto los ojos años atrás, le había mostrado la fuerza y la magia que nacía de este, el calor que se abría paso entre el frío, la confianza que generaba aquel sentimiento, Elsa sabía el poder que tenía el amor.
Pero tenía mucho miedo
Pitch le había cerrado los ojos y alejado de aquel amor, ahogandola en los miedos y desconfianza que le impedían volver a sentir la calidez de este. Elsa tenía mucho miedo, todo el tiempo.
- Dime qué tengo que hacer - le pidió con el apuro que sentía en ese momento impregnando su voz