Capítulo XXXVI
Deshielo
Aster y Jack se abrían paso por los pasillos vacios del palacio, recorrían la planta como caballos de carreras hacia la meta, ignoraban los temblores y ruidos que estallaban de vez en cuando, la batalla exterior ya estaba atravezando los muros del palacio.
Una vez los vikingos de Berk llegaron para auxiliar la batalla se equilibró en favor del reino. Los dragones de Grimmel no eran suficientes en contra de los recién llegados, que se habían distribuido homogéneamente encerrando los dragones enemigos, sin posibilidad de dejarlos escapar. Jack y Aster aprovecharon la oportunidad para ir en busca de los demás, no sin antes asegurarse que Norte y la hada de los dientes estuviesen a salvó al otro lado del puente caido.
- ¿Cómo piensas despertarlos? - preguntó Conejo sin bajar la velocidad de sus saltos
- Sinceramente, espero un milagro - respondió girando por el pasillo, apuntó de subir a la tercera planta - incluso utilizar a Anna es una idea poco realista - agregó agitado
- Bueno, no podía esperar más - dijo una vez se detuvieron delante de la habitación de la reina - ya es bastante con que te tomes esto con seriedad
- No tengo cinco años, Bunny - protestó antes de abrir las puertas
- Eso ya lo sé - murmuró entrando junto a Jack
Pero antes de que el guardian pudiese protestar contra las palabras del conejo de pascuas una gruesa lanza cayó sobre ellos, Jack volteo con brusquedad ante el ruido para luego agarrarla y levantarla, Aster en cambio brincó hasta esconderse bajo la cama de los reyes.
- ¿Olaf? - preguntó Jack una vez vio al pequeño muñeco escondido tras la puerta
- ¿Jack? - preguntó este mientras lo miraba con recelo - ¿Pero qué les sucedió? - le preguntó asomándose de entre las sombras
- Eso no importa ahora, ¿Qué haces aquí? - interrogó alzando la voz debido a las explosiones fuera del palacio
- Me escondí cuando todos comenzaron a escapar por los túneles - respondió - no quería dejar solos a Anna y Kristoff
- Bien, ¿Cómo están ellos? - le preguntó mirando de reojo hacia la cama, Aster ya estaba saliendo de debajo de esta
- No han despertado - dijo apuntando hacia la cama - no han dejado de quejarse y esa arena... - susurró confundido - ¿Cómo los despertarán? - preguntó en una súplica
- No lo sé, Olaf, algo se nos ocurrirá - respondió Jack, interrumpido por Bunny que carraspeaba atrás llamando la atención de ambos
- Aún nos queda la esperanza - dijo la tierna criatura mientras en sus manos sostenía una pequeña nube dorada - y sueños
- ¡Conejo! - exclamó Jack con júbilo, acercándose a la diminuta criatura - ¿Desde cuándo?
- Desde ese dia - respondió para luego agregar - quizás pueda funcionar
Olaf, que se había quedado al margen de la conversación, se acercó al par sin dejar de observar al pequeño conejo pokka, se inclinó hasta su altura para luego poner una rama sobre su cabeza, entre ambas orejas.
- ¿Conejo? - preguntó evidentemente confundido - ¿Nunca fuiste un canguro?
- Deja eso - se quejó el aludido tratando de apartar la rama de su cabeza, Jack negó divertido mientras le quitaba lo que quedaba de Meme de entre sus manos peludas
Anna estaba agitada, se removía con brusquedad sobre la cama, su corazón palpitaba con fuerza y su respiración se enraisaba, tenía la frente tan perlada como si estuviese ardiendo en fiebre, pero la realidad estaba muy lejos de ello, sus miedos y emociones habían sido alteradas y transformadas en pesadillas que la consumían, que se repetían y buscaban herirla.
La reina caminaba por un salón enorme y sin fin, sus pasos resonaban por el piso tan blanco como sus paredes, aunque Anna no podía ver ninguna de estas, tan solitario, a veces ella se sentía así de sola, como un cuarto blanco y helado. Anna se agachó sobre su lugar sin dejar de abrazarse a si misma, frente ella Elsa aparecía, estaba mucho más joven y sus expresiones más severas, aún sin saber que sucedía, Anna intuía que iba a pasar.
Su hermana la volvería a congelar.
La reina se repetía una y otra vez que todo aquello no era real, Elsa no volvería a lastimarla nunca más y la verdad nunca lo había hecho, no a propósito.
Confiaba en Elsa.
Pero las pesadillas se repetían una y otra vez, en el barco, en el castillo, en el bosque encantado y otros sitios más, a veces Anna era muy joven y en otras ni siquiera parecía ser ella misma, pero en ninguna huía de su hermana, sabía de ante mano que no era Elsa quien la atacaba.
- Elsa... - susurró contra sus piernas, aún demasiado pequeña como para levantarse
Una cálida mano se posó a las espaldas de la reina, Anna levantó la mirada, sus ojos eran pozos de océano a punto de desbordarse.
- ¿Sandman? - musitó demasiado confundida como para reaccionar
El guardian de los sueños sonrio ampliamente hacia ella, flotaba con tranquilidad entre el infinito blanco del lugar. Por un momento Anna sintió una paz indescriptible empaparla, sumergiendola en la calidez de sentirse acompañada, luego una sensación de pánico comenzó a florecer desde sus entrañas, una posibilidad tan horrible que la reina no queria ni imaginar. Anna se aferró de su vientre preocupada, aún sin las fuerzas para levantarse por si misma, un nuevo temor comenzó a manifestarse mas fuerte y real que el ser traicionada por su hermana.
- Acaso estoy... - exclamó apesadumbrada, sin la capacidad de completar sus palabras, pero por fortuna el elocuente guardian no hizo más que negar. Anna suspiró aliviada
Ahora Sandman lo entendía, entendía por qué la reina era capaz de espantar las pesadillas, ella fervientemente creía; creía en la bondad, confiaba en la belleza del mundo, mantenía consigo su inocencia, incluso ante las peores circunstancias. Anna poseía un corazón puro, al igual que un niño, jamás manejó las arenas, solo expantaba la oscuridad.