Capítulo XXXVII
Años prósperos
Extrovertidas risas fueron las que iniciaron la mañana del primer domingo de Febrero ese año, el clima estaba helado y la nieve caía con suavidad y elegancia cubriendo el parque con un leve manto blanco, el sol apenas tocaba la superficie de esta dándole una apariencia más inmaculada a su blancura, Jack observaba su trabajo en lo alto, satisfecho de la suave nevisna que habia formado, se había propuesto terminar su trabajo temprano, esperaba partir a primera hora del día hacia el polo norte, meta que habia logrado a tiempo.
Jack tomó impulso con su cuerpo para ser llevado por viento hasta el taller de Norte, mientras tanto flotaba sobre pueblos y ciudades expandiendo algo más de su invierno y diversión, notando como en muchos otros lugares algunos ya jugaban en sus patios mientras otros tan solo dormían aún en sus camas. Sin perder más tiempo continuó su camino.
El clima helado del ártico empapaba al guardian en una falsa paz, siempre le había gustado la sensación de hielo del norte, pero esos últimos años le había agarrado más gusto a aquel efecto. Una vez llegó al taller entró con calma entre los yetis que lo observaban con rencor, imposibilitados de deterlo como lo hacían en un pasado.
- ¿Qué tal? - le preguntó burlón para continuar con su camino hasta la oficina de Norte
Pero este no estaba ahí.
Salió de la oficina para buscarlo, paseó por los pasillos del taller esquivando a las pequeñas criaturas que estaban preparando "regalos" nuevos para la navidad de ese año, unos cuartos más adelante pudo encontrar a Norte buscando entre unas cajas.
- ¿Norte? - preguntó sobresaltando al guardian
- Oh, Jacky, - soltó al notarlo - ¿No te avisaron las haditas? - preguntó como saludo, aún sin dejar al otro responder agregó - Bueno, no importa, es una suerte que hayas pasado por aquí
- ¿Sucede algo? Aún no estás listo - preguntó Jack divertido
- No, nada importante, pero si requiere de mi atención - respondió sin darle una mirada, mientras rebuscaba por el taller entre paquetes de regalos - trataré de llegar, pero quizás tarde demasiado, ¿Podrías darle este obsequio a la pequeña Elsa por mi? Excúsame con ella, a veces es algo rencorosa - rió con alegría
- Ya veo, un soborno - negó divertido
- Dile como quieras, pero que no lo escuche ella
- Bien, y ¿Qué le diré a Anna?
- Oh, seguramente algo se te ocurrirá - resolvió este desentendiendose
- Vamos, Norte ¿No hay soborno para ella? - inquirió preocupado
- Presisamente por eso intentaré llegar - Jack frunció el entrecejo ante las palabras de Norte
- Es el día de Elsa - repuso sin querer sonar severo
- Suenas igual a su magestad - negó Norte antes de soltar un suspiro - llegaré Jack - le aseguró
- Aunque sea dame una esfera por esta ocasión - se quejó Jack dispuesto a salir del lugar
- No después de la última vez - alzó la voz esperando ser escuchado
- Si, ya sé - respondió antes de marcharse
Le gustaba ir a Arendelle, a veces lo consideraba casi como un hogar más de los varios que había hecho a lo largo de su existencia. Su gente era amable, resiliente y alegre, confiaban en la magia, vivían entre ella. Los reyes eran cordiales y siempre le daban la bienvenida, haciéndolo parte de su familia, jack se sentía parte de esta. En los últimos años había visitado el reino con tanta frecuencia que ese último mes de ausencia se sentía como un largo año, Jack estaba ansioso por llegar.
A lo lejos un pequeño castillo daba la señal que el reino se avecinaba, sus casas coloridas daban una imagen tan acogedora como lo era en realidad, poco a poco el pueblo iba tomando forma a medida que el tiempo pasaba, dejando en el olvido la destrucción de años atrás, sus habitantes lucian felices, oportunidad que el guardian aprovechó para congelar alguna que otra acera, riendo en el proceso. Jack continuo en su travesura hasta llegar a las puertas del palacio, recibido por la guardia real.
Anna estaba en los jardines del palacio, usaba un vestido verde esmeralda que resaltaba su cabello cobrizo y una palidez tierna en el rostro, a su lado Kristoff comía unos canapés mientras reía junto a Eugene.
- Solo espero que esto acabe pronto - suspiró apesadumbrado el castaño - yo la amo, es encantadora, pero sus hormonas...
- Oh, por favor, es lo mejor del embarazo - se burló el rubio
- No quiero saber que clase de conversación van llevando - susurró Anna mientras con su mirada buscaba a su pequeña hija - solo tienes que estar ahí para ella, Eugene, está formando todo un ser nuevo, es agotador
- No lo entenderías - respondió Flynn, Anna frunció el entrecejo
- Ustedes no lo entienden - le acusó - voy por Elsa - susurró luego retirándose
- No sé porque siento que ahora yo estoy en problemas - murmuró Kristoff, Flynn soltó una carcajada
Anna se alejó del par hacia la pileta, por un momento se quedó mirando las flores sobre el agua de esta, pequeños cristales congelaban su alrededor dejándolas estáticas sobre el cristal, la reina levantó su mirada notando a Jack que tocaba el agua con su cayado.
- Su magestad - le saludó divertido con una leve inclinación
- Jack, hola - sonrió Anna - Pensé que regresarias hace unos días - le reprochó entre risas, sin querer sonar demandante, Jack sonrió
- Si, bueno, vuestra hermana me enseñó que a veces hay que planificar y trabajar - se burló este imitando el acento que Anna solía utilizar en sus reuniones
- Muy gracioso Jack, ni siquiera se dice así - rió esta junto a él
- ¡Mamá, mamá! - la llamó una pequeña rubia, corría hasta donde Anna y Jack estaban