Capítulo VII
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- ¿Por qué la miras tanto? - le preguntó - si mal no recuerdo dijiste que estabas loco por las morenas - le recordó
- Y lo estoy - se defendió - eres la única rubia a la cual amo - le dijo besando su frente
Rapunzel estaba junto a su esposo e hija en una de las terrazas de su palacio, ambos estaban sentados en una de las bancas de piedra del lugar, Rapunzel observaba a Mérida y Runa a la distancia, mientras Eugene cargaba a su hija entre sus brazos.
- ¿No te agrada? - le preguntó
- Si me agrada, es muy divertida y más civilizada que Mérida - comentó haciéndola reír
- ¿Entonces?
- No lo sé, me resulta familiar
- ¿Sigues con eso? Llevas años diciendolo, si se conocieran Runa ya lo hubiese dicho, ella no te ha visto antes - negó - quizás solo se parezca a una vieja conquista tuya - le picó
- ¿Vieja conquista? Yo no sé lo que es eso - se desentendió
- Mh, yo creo que lo sabes muy bien - comentó divertida, fingiendo estar molesta
- Podrías no hablar de tus celos frente a nuestra hija - le preguntó mientras tapaba con una de sus manos la cabecita de esta - no quiero que mortifique a mi futuro yerno con estas preguntas
- ¿De qué celos me estás hablando? - se carcajeo - nadie está celoso aquí
Un cómodo silencio se coló entre ambos, disfrutaban de las tardes junto al otro, desde el nacimiento de su hija y los nervios por la inminente amenaza no habían podido pasar el suficiente tiempo en familia.
- Así que, una boda ¿Verdad?
- Eugene - le gritó entre susurros - no digas nada sobre esto con ella cerca de nosotros - le reprendió
- Han pasado cinco días, ya debería empezar a asumir lo que pasará
- No está lista
- ¿Y cuándo lo estará? ¿El día de la boda?
- Ya hablamos de esto, es un venado, no podemos espantar a la dulce venado
- Esa mujer es un oso salvaje, no un indefenso venado
- ¡Eugene! - le reprendió nuevamente - no es un oso, tan solo es algo brusca
- Salvaje - le corrigió
- Oso o venado, no podemos llegar y apuntarla
- No somos cazadores - negó divertido
- Pero pensara que lo somos si empezamos a bombardearla con preguntas
- ¡Disparemos algunas balas! - exclamó en voz baja - no va a morir por unas cuantas preguntas
- Ahora tu hablas sobre la muerte frente a nuestra hija - le reclamó tapando los oidos de la bebé
- No entiende nada - negó esbozando una amplia sonrisa - solo lo dije para que admitieras tus celos - agregó soltando una risa por lo bajo, luego dijo en un tono más serio - ¿No sabes nada más?
- Solo lo que te he contado, no ha querido decirnos nada más. Runa dice que es un buen hombre, muy respetuoso. También dice que irán a visitar su reino, al parecer a Mérida no le desagrada del todo pasar tiempo con él
- Pero ella ama a Hiccup ¿Le dijiste que él también la ama y que ella lo ama también? ¡No pueden negar eso! - preguntó entre cerrando los ojos, escrutando cualquier reacción que su esposa pudiera manifestar
- No puedo decírlo yo, no me corresponde - se defendió - es algo que ellos deben resolver
- No me agrada todo esto - murmuró molesto
- A mí tampoco me agrada - admitió
- Quisiera hacer algo más
- Yo también
Los días habían pasado desde la llegada de Mérida y Runa en el reino de Corona, habían ido a ayudar a Rapunzel e Eugene con la nueva bebé, ambas con experiencias en el tema, la primera con sus hermanos en su infancia, y la segunda cuidando a los niños del pueblo, eso les habia alivianado bastante la carga a los reyes que llevaban poco menos de un mes en esa nueva etapa de sus vidas. Pero con el pasar de los días y la renuencia de la princesa en decir algo más sobre su compromiso, los reyes de Corona habían comenzado a intuir que esta buscaba evitar a toda costa cualquier cosa que le recordara sus decisiones y responsabilidades, para Mérida era más fácil resolver la vida de los demás.
Un pequeño escape de su realidad.
Aúnque su viaje hasta tierras lejanas estaba a pocos días de iniciar, ignorarlo era lo que necesitaba hacer en ese momento. Pero contrario a lo que Mérida deseaba, su mente no era más que un lío de problemas y en su corazón dolía cada decisión que había tomado hasta ese momento, incluso las que no había tomado. Mérida no deseaba casarse, no quería perder su libertad, tampoco le urgía ser reina, pero si debía hacerlo anhelaba que fuera junto a Hiccup.
Pero ella no era la dueña de su libertad.
Y la vida había comenzado a avanzar más rápido de lo que ella esperaba, el tiempo había comenzado a afectar a los demás, tenía deberes y responsabilidades y nadie más podía hacer las cosas por ella, su madre comenzó a presionar, su padre ya no era el mismo, los clanes estaban cambiando, el mundo se estaba expandiendo y ya nada era como años atrás, cuando podía salir a cabalgar junto al viento hasta lo alto de las montañas. Hans le daba estabilidad, la rescataba de todos esos problemas que estaban en su camino y le ayudaba a olvidar. De todas formas, a quien ella realmente amaba, amaba a alguien más.
- ¿Se divierten ahí sentados? - les gritó Mérida, estaba cansada de tanto pensar
- ¿Y tú te diviertes ahí parada? - le devolvió Eugene
- Estoy admirando la vista, es recreativo - le instruyó, pero el silencio fue la primera respuesta
- ¿Quién te hizo esto? - le preguntó escéptico, desconociendo a la colorina. Mérida rodó los ojos
- Las costumbres se pegan - rió Runa
- Espero que lo digas porque estás mirando el reino conmigo - le apuntó Mérida