Capítulo XXV
Amistad
El viejo castillo de Dunbroch se había convertido en el "centro de operaciones", tal cual lo había sido Arendelle años atrás, seguían en ellos sus visitantes de otros reinos y ahora se sumaba la presencia de algunos más de los guardianes, pero a pesar de que los rayos del sol de la mañana ya estaban iluminando los rincones de las tierras y sus visitantes estaban igual de despiertos que el astro rey, aún faltaba quién podría despertar a la familia real y a la gente del pueblo que estaba aquejaba por la maldición del profundo sueño.
- Buenos días - saludó Elsa al entrar a la habitación de los príncipes, dónde Mérida se la había pasado después de volver de su paseo por el bosque la noche anterior
- Buenos días - saludó de vuelta una vez reconoció a la guardiana
- ¿Pudiste descansar algo? - le preguntó mientras se acercaba a las ventanas y abría las gruesas cortinas, dejando que la luz entrara al cuarto hasta cada rincón. Mérida tan solo suspiró mientras entrecerraba los ojos
- No, no realmente - contestó mientras desperezaba su cuerpo entumecido - ¿Apareció Sandman? - pero Elsa tan solo negó con un gesto de cabeza, Mérida suspiró nuevamente
- ¿Cómo te fue con la bruja? - preguntó ahora la platinada, llamando completamente la atención de la princesa
El día anterior había sido toda una locura en diversas formas, en especial para Mérida, que sentía que había pasado mucho más tiempo que esas 24 horas, el día lo había comenzado rebosante en alegría para solo terminarlo tan desolada y asustada como nunca imaginó, ni siquiera el regreso de su mejor amiga podia darle algo de consuelo.
- ¿Cómo lo supiste? - interrogó curiosa
- Por favor, Mérida, te conozco - respondió Elsa como si nada - no está en tu naturaleza quedarte de brazos cruzados - comentó sin dejar de moverse con seguridad por la habitación, ordenando lo que fuera que estuviese fuera de lugar a su paso
- Mi madre te lo dijo - resolvió después de considerarlo, y aunque fuesen verdad sus palabras, la expresión de la rubia no cambió ni un milímetro
- Claro que tú madre me lo dijo - negó con la cabeza agotada - estaba histérica, insistía en que fuera en tu busqueda
- Ella nació histérica - comentó desviando la mirada, Elsa se acercó a esta con uno de los trapos húmedos que descansaban en las mesas de noche y comenzó a limpiar el rostro de la otra - ¡Pero qué haces! - exclamó luego tratando de zafarse del agarre
- Limpio la baba seca de tu rostro - se quejó la rubia con el entrecejo fruncido - eres un desastre - murmuró continuando en lo suyo
- ¡Claro que soy un desastre, todo es un desastre! - se defendió Mérida exasperada tratando de zafarse
- No tiene por qué ser así - respondió dejándola tranquila, sin dejar de acomodar los cabellos desordenados de su amiga antes de eso
- ¿Te sucede algo? - le preguntó volviendo a desordenar sus rizos, regalandole una mirada inquisitiva - estás muy nerviosa, demasiado extraña
- ¿Yo? - negó con un gesto rapidamente - estoy bien, todo está bien - murmuró como respuesta ensimismandose en su mente, luego negó con un gesto y agregó - ¿Por qué dices eso? Yo te debería preguntar cómo estas- le corrigió
- Como digas - resolvió encogiéndose de hombros y desviando su mirada donde uno de sus hermanos - solo digo que estás muy extraña
Mérida estaba agotada, adolorida, asustada y agobiada, los términos faltaban, tan solo estaba destrozada, aquella era la palabra.
¿En qué momento paso todo?
La princesa podía recordar como era que hace tan solo unos días el mayor de sus problemas era su inminente boda por conveniencia, el hecho de que Hiccup no sería con quién estaría el resto de sus días; ahora ni siquiera había tenido el tiempo de pensar en alguien más, sumida en la lúgubre realidad de estar sola, por qué así se sentia a pesar de toda la compañia y apoyo que tenía, incluso la misma presencia de sus amigos le recordaban lo sola que se sentía, y aun asi era el menor de sus problemas, sus sentimientos era lo que menos le podia preocupar.
No en ese momento.
- ¿Podemos hablar? - le preguntó Mérida, Elsa la miró extrañada
- ¿No lo hemos estado haciendo? - preguntó confundida
- Si, pero... Me refiero a... - titubeaba Mérida, incapaz de encontrar las palabras
- Sigo siendo la misma Elsa - le aseguró acercando su mano al dorso de la de la princesa en un gesto de calma - para mí el tiempo no ha pasado
Mérida solo la miró en silencio, sin decir nada, ya no hacía falta, Elsa siempre sería la misma con ella.
Incluso lucía igual.
- ¿Cómo fue que volviste? - preguntó únicamente, anhelante de la respuesta tanto como había extrañado a Elsa, dejando de lado lo que quería decir en verdad por un momento
La guardiana la observó con una suave sonrisa en su rostro, sus cejas se fruncieron levemente, tratando de ocultar su propio desconcierto.
Es que no lo sabía.
- Caí al mar - respondió con suavidad, luego mordió su labio inferior con disimulo - el congelado suelo se quebró y caí junto a Pitch Black - agregó, aún no terminaba de resolverlo
Recuerdos confusos, le dicen.
- Si, me imagino que fue similar a la última vez - comentó Mérida tratando de recordar lo que la platinada le había contado años atrás - Pero ¿Cómo?
- No lo sé - admitió al fin
- ¿No lo sabes? - preguntó con curiosidad - No puedo creer que algo se te escape - bromeó
- No se me escapa nada, es tan solo que no lo puedo recordar - se defendió, Mérida solo rió - ¿Qué es lo que te parece tan gracioso? - bufó Elsa cruzándose de brazos, aguantando la contagiada risa que buscaba escapar por sus labios