Capítulo XXVIII
Lo que es obvio
El silencio era lo único tangible en el ambiente, tan sólido y real que se podía sentir al tacto, agobiante y acusador.
- No es así - respondió él apresuradamente, negando con un gesto de cabeza exagerado - no lo estaba... Está - se corrigió en un carraspeó para luego repetir las mismas palabras con más firmeza y más convencido - no lo está
Pero la princesa conocía lo suficientemente bien las expresiones del otro como para ver más allá de las ambiguas palabras de Hiccup.
- No tienes que decir nada, tampoco es que deba ser de mi incumbencia - dijo ahora arrepentida de haber preguntado
- Y volvemos a tu hostilidad - farfulló
- Que no soy hostil - se defendió
- Y entonces qué se supone que es todo esto - apuntó Hiccup lo que solo provocó la reacción de Mérida, quien se levantó de un brinco molesta, alejándose de la cama y sus hermanos - ¿A dónde vas? - inquirió ahora
- ¿No es obvio? - se quejó - me alejo de ti - agregó luego en un susurro fuerte
- ¿Te estás alejando otra vez? - repitió negando con un gesto nuevamente, poniéndose en pie dispuesto a seguirla - Estás huyendo - le apuntó
- No estoy huyendo, solo me alejo - refutó
- Eso es huir - le corrigió tomándola por su muñeca con un suave agarre, Mérida volteo a darle frente - siempre huyes
- Yo no huyo - afirmó - es solo que aquí están mis hermanos - le recordó echando un leve vistazo sobre el hombro del otro
- Estoy más que seguro que no son capaces de escucharnos, aunque lo intenten - dijo para luego soltar un suspiro - ¿Qué es lo que te sucede? - preguntó en tono calmo, con genuino interés
- ¿No es obvio? - exclamó
- ¿Y qué es lo obvio? - indagó nuevamente, exasperado por las mismas respuestas - ¡Deja de hablar de lo obvio y solo dilo! - Mérida exhaló una queja ininteligible para luego soltar un suspiro furioso - ¿Qué es lo obvio? - presionó una vez más el vikingo
- No debería decírtelo si no eres capaz de verlo por ti mismo - respondió secamente
- Juro que a veces no te entiendo - murmuró rendido, desviando su mirada y pasando una de sus manos por su rostro mientras se tambaleaba a un costado dándole la espalda
- ¿Tu no me entiendes? ¿Tu? - negó con una sonrisa sarcástica - ¡Pero si tú eres el que se está declarando en un momento para al siguiente salir corriendo hacia los brazos de otra mujer!
- Si mal no recuerdo no tuve ni una respuesta por eso - se defendió - entonces porqué te molesta todo esto
- Porque no soy la segunda opción de nadie
- ¿Segunda opción? - negó con una suave sonrisa irónica asomándose - soy yo el que se siente como una segunda opción - musitó dándole un vistazo, Mérida se apoyó en el umbral cruzándose de brazos, entornó la mirada apretando los labios en un gesto roto
- No puedo creer que sientas eso cuando tú eres el que abre portales y vuela a otros lados buscando a su esposa desaparecida - negó incrédula
- ¡Y tú te ibas a casar! - exclamó elevando la voz por primera vez, agarró el puente de su nariz entre sus manos para luego buscar la calma en su interior - pensé que lo entenderías, tu mejor que nadie - dijo luego
- ¿Entender qué? - preguntó en un susurro, aún impactada por la reacción de Hiccup
- El deber
- ¿El deber? - repitió
- Soy un líder - le recordó - y Astrid siempre será parte de mi pueblo, no puedo seguir fallando a mi gente
- ¡Por favor! - exclamó poniendo los ojos en blanco - Eso es solo una excusa ridícula
- Oh, y qué excusa tienes tu respecto a Hans - inquirió con un gesto de incredulidad y dolor, Mérida solo guardó silencio - y por lo que entiendo ni siquiera soy una opción ¿Como puedes reclamarme siquiera?
- ¿Cómo puedo? ¿No lo ves? ¡Pero si es obvio! - exclamó ahora ella elevando la voz y tomando distancia, pero Hiccup no le dió oportunidad de apartarse, tomándola rápidamente por sus brazos
- ¿Y qué es lo obvio? - preguntó con voz queda - dime, qué es lo que no puedo ver
La mirada verde del líder vikingo vibraba anhelante de una respuesta, Mérida, perdida en ella, no tenía fuerzas para pensar, su corazón latía de prisa y en sus brazos quemaba el tacto de Hiccup, lo que la exponía más a lo que venía sintiendo por el todos esos años.
Pero ni una palabra de aquello salió por sus labios.
- Ya deberías saberlo - murmuró como única respuesta - no soy el reemplazo de nada - agregó
- ¿Puedes dejar de decir eso y responder? - pidió mientras suavizaba su agarre y recorría la zona del antebrazo con un suave gesto - porque para mí jamás podrías ser un reemplazo, cuando dije que te amo lo hice enserio, y seguro lo seguiré haciendo, te casarás o no - le aseguró
- Pero fuiste tras ella... - musitó adolorida, Hiccup suspiró exageradamente antes de responder
- ¿Sabes qué es lo único que podía pensar mientras iba en camino? - la princesa negó con un gesto - en cómo le diría a Astrid que ya no podría seguir cumpliendo la promesa que le hice en nuestra boda... En como funcionaría todo ahora después de tanto tiempo - le confesaba sin despegar sus ojos de los de ella - sobre todo no dejaba de pensar en ti y en lo mucho que deseo estar contigo todo el tiempo. Yo... - titubeó apagando su voz a la vez que el eco de las palabras de Elsa retumbaban en su cabeza
"Está confundida"
¿Lo estaba?
Entonces
¿Era lo correcto?
Pero Elsa se equivocaba, por una parte, Hiccup si la conocía, la conocía bastante bien desde un principio, años atrás le había interesado y había aprendido a reconocer varias expresiones de la platinada en el poco tiempo que habían compartido antes de que esta se congelará. Hiccup sabía que la hostilidad en las palabras de Elsa ocultaba una profunda preocupación por la estabilidad emocional de su amiga, y el siempre presente temor a lo desconocido que manifestaba. En el fondo el castaño sabía que la guardiana solo era una buena persona que no sabía expresar sus intenciones.