Capítulo XXIX
Después del amanecer
Podía recordar todo aquello, el clima húmedo, la brisa cálida, el aroma a azufre y los colores vibrantes, sentía que ya lo había vivido, como una antigua memoria que no podía situar en su línea temporal, y aún así actuaba pautadamente, siguiendo el librero a pesar de su conciencia. Hiccup podía sentir como la angustia pesaba en su interior.
Chimuelo jugaba con otros dragones más jóvenes, se revolcaba sobre la maleza, aplastando la vegetación aledaña, el vikingo solo los miraba, preocupado por alguna razón que no podía recordar ni entender en ese momento, y poco importaba, en especial una vez sintió el tosco y firme agarre de la mano de su padre sobre su boca.
- Tranquilo - le susurró con calma a Chimuelo quien ya había reaccionado, calmado el instinto del dragón
- ¡Es una broma! - exclamó el menor en un quejido, deshaciéndose del agarre - ¿Cómo llegaste aquí? - le reclamó con asombro
- De la misma forma en que te sacaremos - aseguro con confianza
- ¿Quiénes? - le reprochó el menor con incredulidad, mirando a su alrededor en busca de alguien más
- ¡Despejado! - interrumpió Bocón apareciendo de entre la vegetación
- Chimuelo, ven - lo llamó Estoico jalando a Hiccup por un brazo y entrando por una grieta en la montaña, siendo seguido por el furia nocturna
- Uh... - se quejó - espera, papá, hay algo que debes saber - trató de detenerlo sin éxito
- Si, cuentame en el camino - respondió quitándole importancia
- Estas no es de esas cosas que se puedan contar en el camino
- Escuché suficiente - suspiró sonoramente agotado, adelantando el paso con mayor agilidad que el menor
- Más bien es de esas noticias que te dejan sin habla - alzó la voz agitado, más adelante Bocón iba revisando el camino
- Si, como todas las demás - murmuró pasando con algo de dificultad por un pasadizo estrecho de piedra, lo que aprovechó Hiccup para llegar a su lado
- Si, eh, y papá, a diferencia de la mayoría de las sorpresas que te doy, está te va a gustar - continuó dejando a Chimuelo atrás, que por su tamaño ya no los podía seguir - lo prometo, solo tienes que tomarlo con delicadeza, porque...
Pero Bocón ya había llegado hasta el final del camino, parado junto al umbral por donde se calaba una tenue luz que se filtraba por los muros de hielo de la caverna.
- Ah, - suspiró - seguramente querrás tomar esta, Estoico - agregó luego el viejo herrero palmeando el hombro de su amigo, para luego alejarse hasta caer sentado en una piedra - Ay, dioses - suspiró con más fuerza
Estoico observó a bocón con expresión contrariada, luego desenvaino su espada a la defensiva preparado para cualquier sorpresa por delante
- ¡Whou! - exclamó el menor - ah, crees que podrías guardar esa espada, por favor - le pidió tratando de mantener la calma
El viejo vikingo hizo caso omiso a las palabras de su hijo y se aventuró hasta el portal hasta cruzarlo, quedando perplejo de pie frente a quien pensó jamás volver a ver, sin habla, tal cual como Hiccup le había advertido. Estoico soltó su espada que cayó secamente al suelo, luego se quitó el casco en un gesto de respeto, anonadado, en medio de la caverna estaba ella, la madre de su hijo, el amor de su vida, después de todos esos años, tantas búsquedas y noches en vela, ella por fin estaba de vuelta, ahí frente sus ojos y él no podía hacer nada más que respirar.
Y aún así no estaba seguro de lo último
- Sé lo que vas a decir, Estoico, ¿Qué cómo pude hacer esto? Tks - negó con un gesto, la luz filtrada a través del cristal congelado iluminaba el rostro y las facciones de la mujer - quedarme lejos todos estos años ¿Por qué no regresé contigo, con nuestro hijo? Bueno ¿Qué indicio me diste de que cambiarias, Estoico, de que alguien en Berk lo haría? - dijo alzando la voz
Poco a poco los dragones a su alrededor se agrupaban y acercaban en gesto protector, mas Estoico no se inmutó, continuando con su caminar impávido y sereno, abrazando su selectiva mudez.
- Les supliqué incansablemente que dejarán de pelear, que buscarán otra respuesta, pero ¿Me escuchó alguno de ustedes? - continuo Valka comenzando a retroceder con lentitud
- Es por eso que jamás me casé - comentó Bocón en un susurro hacia Hiccup que permanecían más apartados del reencuentro de la pareja - gracias a eso y por otra cosa - agregó luego más nostálgico
- Sé que te dejé para que criaras a Hiccup solo, pero creí que estaría mejor sin mi - continuo titubeante, incómoda por el silencio del otro - y me equivoqué ¡Ahora lo veo! Pero... - se interrumpió tropezando con el muro helado, el final de su camino - Ay... - se quejó, luego se preparó para enfrentar lo inevitable - ¡Deja de ser tan estoico, Estoico! ¡Hazlo, grita, ódiame, solo dime algo! - exclamó exasperada por la mutes, al borde de las lágrimas
Pero contra toda creencia y prejuicio, el líder vikingo no grito, no la odió, no dijo algo, levantó una de sus manos y acarició con ternura y anhelo la mejilla de la mujer, secando algunas de las lágrimas que habían caído en el proceso.
- Estás tan hermosa como el día en que te fuiste
Y eso fue todo, las defensas bajaron y los temores huyeron, el perdón y la aceptación se hicieron presentes, la comprensión de lo incomprensible se manifestó, los años jamás habían pasado entre Estoico y Valka.
Hiccup se desperezó abrumado, el recuerdo de aquello siempre le había traído una nostálgica alegría, más está vez no sentía igual, reconocía la imagen fuerte y decidida de su padre, el hombre que había perdido y jamás podría llenar su lugar.
Él no era como su padre
Y la vida del joven no había sido para nada parecida a lo que fue la del mayor, Hiccup tenía su propio destino, sus propios problemas, sus propias batallas.