No muchas veces la vida te da una segunda oportunidad, tienes que vivir pensando en esto, nunca cometas mi error de intentar hacer el bien a quien crees que lo necesita sacrificando tu propia felicidad y la de tus seres amados.
Eso fue algo que tuve que aprender de forma dura, aun no puedo creer que haya tenido la oportunidad de recuperarla y a pesar de los años cada vez que despierto y la veo dormir a mi lado no puedo creer lo afortunado que soy.
Mi Sayen, mi compañera, esposa y madre de nuestros hijos.
“¿Qué escribes?” me pregunta curiosa acercándose a mi lado y apoyando su cabeza sobre la mía.
“Lo afortunado que soy por tenerte a mi lado” le respondo.
Noto como se pone nerviosa y sonríe cohibida.
En eso escuchamos desde el segundo piso el llanto de un bebé, nuestro hijo menor, Sayen de inmediato hace el ademán de ir a subir para ir a verlo, le tomó la mano y le digo que descanse, que yo veré al bebé.
Y mientras subo las escaleras veo a mi maravillosa mujer con una sonrisa, esperando nunca despertar de esta realidad, de vivir eternamente agradecido de tenerla a mi lado.
Luciano