El secreto de Luciano

Capítulo 6

Luciano arrugó el ceño, cruzó los brazos y con voz cansada al ver la presencia de esa otra mujer ¿Es que acaso no lo dejan en paz ni siquiera enfermo? Refunfuño de mala gana con ansias de echarlos a todos fuera de su habitación y cerrar la puerta con candado. Además, esa mujer que acaba de llegar ¿Es que acaso no lo entiende? ¡Cuántas veces le ha dicho que no están comprometidos!

 

—No eres mi prometida, esa yo no lo he aceptado —exclamó con fastidio cubriéndose la cabeza con las mantas de su cama, solo quiere dormir ¿Acaso no lo entienden?

 

—Fue un acuerdo de nuestros padres —replicó la mujer, dolida, alzando la voz.

 

—Laura, no es el momento —indicó Felipe con seriedad, molesto también con su presencia, justo cuando está enfermo aparece para molestarlo de nuevo con ese tema—. Luciano está enfermo y...

 

—Lo sé, por eso vine a ver como estaba y a hacerme cargo de su cuidado —lo interrumpió con brusquedad apretando sus puños por la forma poco cariñosa con que siempre era recibida en ese lugar por ambos.

 

—Vete —Luciano se sentó en la cama perdiendo la paciencia, la contempló con frialdad.

 

Laura arrugó el ceño y suspiró intentando controlarse. Luego dirigió su mirada altanera hacia la mujer que sigue en la habitación mirándola confundida ¿Por qué ella sí puede estar aquí? Eso le molesto aún más. Apretó los dientes y se detuvo en el tenso semblante de su prometido, esto no solo la irritó aún más, sino que al darse cuenta del plato de sopa y la bandeja supuso que aquella entrometida se le había adelantado en cuidarlo.

 

—¿Quién es esa? —preguntó despectiva.

 

Sayen arrugó el ceño, aquel tono de la pregunta no le gustó. Se acercó dispuesta a hablar, pero Luciano la tomó de la mano y la atrajo a su lado rodeándola con sus brazos, volteó sorprendida por aquel repentino movimiento de ese hombre ¿Qué está pensando? La está abrazando frente a su supuesta prometida. Pero la mirada de aquel hombre no va hacia ella sino hacia la mujer cuya expresión estupefacta no deja de tener su atención en él.

 

—Es mi novia, Sayen —exclamó Luciano apretándole la mano. Sayen se giró sorprendida ¿Acaba de decir lo que creyó escuchar? ¿Su novia?

 

No supo que decir ante aquella noticia, Laura estuvo a punto de caer al suelo con aquellas palabras, se mordió los labios y bajo la mira con rabia, pero al levantarla notó como las mejillas de Sayen se habían enrojecido solo porque Luciano la abrazaba y de seguro por lo que acababa de decir. No es una reacción normal de una pareja, es claro que no lo es. Laura sonrió con burla.

 

—Me asustaste por un momento, pero yo sé que mientes —entrecerró los ojos con triunfo.

 

Sin decir palabras Luciano acercó a Sayen a su lado quien sigue mirándolo confundida, tomó su rostro en forma cariñosa, con ambas manos, la mujer lo mira sin entender que planea hacer o si debe hablar porque es claro que la está usando para alejar a su prometida, y no está de acuerdo con eso pero la mirada dolida de Luciano la confunde y antes de que ella lo rechazará por el atrevimiento posó sus labios encima de los suyos, un tímido beso que turbó aún más a la joven mujer, y su corazón se aceleró como no se lo esperaba sintiendo los tibios labios de aquel hombre que sin respeto empezó a besarla de forma más apasionada introduciéndose dentro de su boca, su lengua busco a la suya y aun cuando quiso alejarlo no pudo.

 

—¡No puedo seguir viendo esto! —gritó Laura dando un portazo y saliendo de la habitación.

 

—Ya se fue... —exclamó Felipe al notar que Luciano parece no haberse dado cuenta porque aún no interrumpe el beso.

 

Al escucharlo dejo de besar a Sayen y suspiró aliviado al ver que Laura ya no sigue ahí. En cambio, Sayen retrocedió aun sintiendo aquel beso sobre sus labios. Arrugó el ceño, molesta de ser utilizada de esa manera y lo peor no poder quitarse esa sensación de la cabeza.

 

—No me mires así —exclamó Luciano desviando la mirada con molestia—. Tenía que alejar a esa mujer.

 

—Creo que mejor me voy a casa —Sayen se contuvo de las groserías que pensaba decirle, aun se siente choqueada por lo que no puede evaluar la situación con la cabeza fría, como quisiera.

 

—Te vas molesta aun cuando ese beso te gustó —murmuró Luciano acostándose a dormir con indiferencia.

 

La mujer apretó los dientes con ganas de decirle algo, pero al final volteó la cabeza con rabia cerrando la puerta de un violento portazo. ¡Qué hombre tan idiota! ¿Cree que es normal besar a alguien y que las cosas queden así? ¿O peor decir que le gustó cuando fue de sorpresa sin que lograra reaccionar a tiempo?

 

—Qué mujer tan complicada... —refunfuñó Luciano creyéndose solo.

 

Pero Felipe que esta aun en la habitación movió la cabeza y solo se sentó en una silla esperando que Luciano se durmiera, dejando la bandeja de sopa caliente sobre el velador.

 

—¿Vas a comer algo? —le preguntó con seriedad.

 

Luciano se sentó en la cama con expresión preocupada y arrepentido de lo que había hecho, pero siendo orgulloso no pensaba reconocer su error. Movió la cabeza.

 

—Está bien, probaré esa sopa —musitó.

 

Sayen salió de la casa, subiéndose a su auto y dio un grito exasperado tomando el volante. Suspiró más calmada y colocó la llave de encendido. "... aun cuando ese beso te gustó" seguía recordando las palabras de Luciano y bufó molesta porque a pesar de todo él tenía razón. Se sintió tonta e ingenua por sentirse así, más aún con alguien tan egoísta que parece creerse el centro del planeta. El timbre de su celular la sacó de sus pensamientos y tomando el teléfono contesto con voz alta y cansada.

 

—¿Sí? —preguntó sin ánimo.




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