El secreto de Luciano

Capítulo 10

Salió del trabajo sin poder dejar de pensar en aquel hombre, Adrián Cánovas, desde ahora en adelante tendrá que ser cauta porque de seguro aquel tipo no la dejara en paz con tanta facilidad sobre todo si fue capaz de ir a amenazarla a su mismo trabajo. Tal vez por ello cuando sintió que alguien se le atravesaba en su camino dio un salto hacia atrás en forma defensiva, dispuesta a pelear. Levantó su mirada encontrándose con el serio rostro de su cliente.

 

—¿Carlos? ¡Hola! —sonrió aliviada colocándose la mano en el pecho y tratando de respirar más calmada.

 

—Hola —miró su reloj—. Creo que llegue muy tarde, quería mostrarte unos escritos, pero ya veo que es la hora de tu salida.

 

—Para mí escritor más responsable siempre tengo tiempo —le sonrió dispuesta a escucharlo a pesar de que ya iba camino a su casa

 

Fue imposible para él no carraspear y no es porque la situación le fuera incomoda, sino que no se esperó que alguien destacara su responsabilidad de esa forma, dándole un trato especial por ser responsable, no supo si sentirse halagado, pero notó el preocupado rostro de la mujer es claro que algo le ha pasado, porque por más que intenta sonreír, su ceño arrugado y la tensión en su mandíbula la delatan.

 

—Gracias —señaló Carlos con su acostumbrada seriedad.

 

—¿Vamos por un café? —preguntó Sayen mirando hacia los lados en busca de un local cercano.

 

—Prefiero la privacidad de mi departamento —exclamó con naturalidad hasta notar los ojos abiertos de la mujer que lo miró anonadada por unos momentos—. No quise sonar atrevido.

 

Se disculpó en el acto. Sayen sonrió moviendo la cabeza a ambos lados, alguien tan serio como él es difícil que la hubiera invitado con otra intención.

 

—No me hagas caso, son tonterías mías, es primera vez que un hombre me invita a su departamento...

 

Cerró la boca de repente, dubitativa de si fue correcto decirlo o fue un detalle demás que a Carlos no podría interesarle, aquel solo alzó las cejas con gesto indiferente, notando la risa nerviosa de Sayen.

 

—Solo es por asuntos laborales, si quisiera invitarte como mujer sería una cena primero antes de invitarte a mi departamento —intentó que su tono fuera seguro y tranquilo.

 

—Sí, lo creo —sonrió con suavidad—. Incluso imagino que tu departamento debe ser un lugar limpió y ordenado a diferencia del caos que es la casa de Luciano Alcaraz.

 

—¿Luciano Alcaraz? —arrugó el ceño no solo porque no le traía buenos recuerdos ese nombre, aquel es el tipo por el cual su exnovia lo dejó, además otro punto es que en todos estos meses trabajando con Sayen es primera vez que la invita a su departamento a diferencia de ese individuo para el cual apenas lleva trabajando un mes y ya conoce su hogar.—. A diferencia de él soy un hombre organizado.

 

Agregó con sequedad, intentando ocultar su frustración respecto a lo que siente hacia Luciano.

 

—Ya lo creo, bien voy por mi auto, te sigo —sacó las llaves de su auto y ante la afirmación silenciosa de Carlos se fue a los estacionamientos.

 

El auto negro de Carlos, tan característico de su propia personalidad la esperaba en las afueras, Sayen lo siguió y colocó algo de música para sacarse de la cabeza las amenazas de Adrián Cánovas.

 

Fue así como casi sin darse cuenta habían llegado a su destino. Subieron el ascensor en silencio, por unos instantes Sayen se sintió pequeña al lado de Carlos, es más alto que Luciano y su cuerpo más corpulento, suele vestir siempre a traje y su peinado siempre luce perfecto. A veces le intriga lo introvertido que es porque a pesar de haber trabajado con él mucho tiempo antes no recordaba haberlo visto sonreír con sinceridad o es ella la que no ha tenido la suficiente sensibilidad para notarlo. Suspiró sin intenciones de llamar su atención.

 

—¿Pasa algo? —preguntó Carlos sin mirarla.

 

—No —respondió.

 

Guardo silencio. El ascensor se detuvo en el piso indicado y caminaron por el pasillo a paso rápido.

 

—¿Alguna vez has recibido amenazas? —preguntó Sayen que caminaba detrás.

 

Volteó sorprendido por dicha pregunta, pero detuvo su mirada en la seria expresión de la mujer.

 

—Muchas —señaló mientras tomaba sus llaves y desviaba su atención a la puerta abriéndola—. Los fans suelen admirar más a los personajes que al mismo autor, si matas a un ser querido para ellos las amenazas te lloverán. Pasa.

 

Sayen entró al departamento, y quedo impresionada por la limpieza del lugar. Aunque los tonos negros y blancos no son mucho de su gusto no puede negar que el lugar tiene cierta agradable elegancia.

 

—Toma asiento, ¿Quieres beber algo? — le preguntó dirigiéndose a la cocina americana.

 

—Solo agua, gracias —respondió Sayen.

 

—Vamos, no estamos en el trabajo, puedes pedir algo más fuerte ¿Una cerveza? —su tono de voz fue de una forma cordial que no estaba acostumbrada a oír.

 

—Está bien —sonrió.

 

Le trajo una cerveza fría además de bocadillos. Se sentaron en el sofá de cuero y Carlos le paso una carpeta con varios escritos impresos. Los observó impresionada, admiraba la capacidad de quienes pueden escribir y dar vida a tantos personajes e historias, pero más aún se siente privilegiada de ver estas historias antes de que salgan a luz del público. No puede negar que Carlos es un talento pocas veces visto.

 

—Gracias —murmuró Carlos suavemente.

 

Levantó la mirada sin entender ¿Acaso dijo en voz alta lo que pensaba? Está segura de no haber escuchado su voz.

 

—Cuando te veo leer con tantas ansías mis escritos me imagino a mis lectores leer con esa misma expresión y eso me anima a seguir escribiendo —y dicho esto sonrió.




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