El secreto de Luciano

Capítulo 20

Carlos se encontraba leyendo unas hojas que había terminado de escribir y corregir cuando el teléfono de su departamento interrumpió su concentración. Extrañado de lo que podría ser a tales horas suspiró poniéndose de pie de mala gana y contestó con no mucho ánimo.

 

—¿Qué pasa? —preguntó por el auricular.

 

—Buenos tardes, señor Carlos —habló el conserje con cortesía—. Acá esta la señorita Antul y pregunta por usted.

 

¿Antul? La única persona que conoce con ese apellido es Sayen ¿Pero porque vendría a tales horas y con esta lluvia? Pensó preocupado ¿Acaso le habrá pasado algo? Sin embargo, lo confunde que no lo haya llamado por teléfono primero, por último para haberla ido a buscar, le parece que ella está sin auto o así lo entendió hace unos días.

 

—Está bien, déjela pasar, gracias —colgó sin borrar su preocupada expresión.

 

Fue a la cocina y puso agua a la cafetera, de seguro la mujer vendría entumida de frio y un café caliente le haría bastante bien. Buscó algo más que ofrecerle, pero solo tiene algunos panecillos envasados, aunque pueden servirle.

 

Dos golpes le indicaron que Sayen ya estaba en la puerta de su departamento. Abrió de inmediato curioso por saber la razón por la cual ella ha venido a estas horas a verlo, pero su mirada se endureció apenas los ojos de su visita se posaron en él.

 

—¿Tu? ¿Pero qué haces aquí? —preguntó molesto y desilusionado dispuesto a cerrar la puerta de inmediato.

 

Mailen quien sonreía cambio su expresión mordiéndose el labio, nerviosa al notar el cambio en su rostro al darse cuenta de que no era su hermana y es claro por su actitud que no piensa dejarla entrar a su departamento.

 

—Sabía que si decía que era Mailen Antul en vez de Sayen no me recibiría —desvió la mirada, la mirada de Carlos la intimida en esos momentos.

 

—No entiendo tus razones para que una adolescente se presente en ese estado frente al departamento de un hombre de treinta años —arrugó el ceño Carlos sin ánimos de seguir hablando con ella, para él no es más que una mocosa que está jugando con él y eso no le gusta, fingir ser Sayen solo para después ver la desilusión en su cara, bufó con fastidio de solo pensarlo.

 

Además, parece que ni siquiera sus intenciones iniciales eran venir a meterse acá, de seguro andaba paseando con sus amiguitos y pensó en molestar al gruñón escritor que trabaja junto con su hermana. Y es claro que fue así ya que la chica no salió preparada para la lluvia, sus ropas están completamente mojados, al igual que su cabello y esas zapatillas de lona. Solo su bolso parece haberse salvado.

 

—No soy una adolescente, ya tengo veinte años —replicó molesta juntando ambas manos en una actitud que para Carlos fue un berrinche de una niña. Apoyó su brazo en la puerta entrecerrando los ojos con frialdad provocando que Mailen evitara mirarlo al sentir que cada uno de sus movimientos es vigilado por aquel hombre.

 

—Puedes pasar a secarte, es peligroso que te quedes sola en la noche y mojada de esa manera, llamaré a Sayen para que venga a buscarte. —fijó su mirada adusta en el rostro de la joven mujer que desvió la mirada incomoda.

 

—No quiero quitarle mucho de su tiempo, solo quería pedirle si me deja entrevistarlo, es para un trabajo para la universidad —señaló Mailen nerviosa balanceando su cuerpo hacia atrás y adelante—. Pasaba justo con unos amigos por aquí y quise aprovechar a preguntarle y…

 

La contempló en silencio y al final suspiró interrumpiendo sus palabras, le dio la espalda mientras entraba a su departamento dejando la puerta abierta, es casi como lo pensó.

 

—Está bien, entra —Mailen sonrió feliz sin que él se diera cuenta de esto y entró al departamento conteniendo su emoción, el orden y la limpieza es tal como lo imaginó que sería el departamento de H.L. Yeferson, tuvo que taparse sus labios al ver los manuscritos sobre la pequeña mesa de la sala de estar cuando casi estuvo a punto de lanzar un chillido—. Sácate esa ropa primero.

 

La joven sintió que el calor se le subía a la cabeza ante las palabras del hombre que se fue directo a su habitación ¿Qué quiso decirle con eso? ¿Acaso la está acosando? Con sus ojos bien abierto y estupefacta se quedó mirándolo cuando este traía unas toallas blancas y algo de ropa.

 

—Puedes darte un baño, te traje una bata para que uses mientras pongo tu ropa en el secador —le habló con seriedad sin notar la expresión de Mailen que ahora se siente torpe al pensar algo que no era.

 

—¿Me desvisto aquí? —preguntó Mailen mirando a su alrededor.

 

—Claro que no —respondió con sequedad—. Vete al baño, aquí tienes las toallas y una bata, mientras yo llamaré a tu hermana para que venga por ti.

 

Mailen con paso firme se fue al baño. Carlos terminó de calentar los panecillos, para que coma algo en lo que espera que vengan a buscarla. Llama a Sayen, pero el teléfono por más que sonó nunca fue contestado, intrigado observó su celular ¿Por qué no contesta? Puede ser que después de la cena ya no quiera saber más de él, pero es imposible, ella no es así.

 

—Disculpa... —murmura Mailen apareciendo en el lugar.

 

La bata le queda enorme, lleva el cabello seco y suelto ya que utilizó el secador que había en el baño. En sus manos lleva su ropa mojada. Carlos la toma en silencio, pero en eso se le enreda una ropa pequeña en las manos y se le resbala al suelo ambos se inclinan a recogerla y el hombre se turba al notar que es la ropa interior de la joven mujer. Tose incomodo y la recoge de inmediato sin mirarla.

 

—¿Nunca se ha casado o vivido con una mujer? —preguntó Mailen curiosa y sonríe luego en forma maliciosa al ver lo nervioso que se ha puesto con algo tan insignificante como eso.




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