El secreto de Luciano

Capítulo 24

Pidió un vaso más de whisky mirando en forma melancólica su reflejo en el vaso que levantaba en la mano. Luego tomó un sorbo, sintió el calor recorrer su cuerpo y cerró los ojos un instante. Él no es así, se comportó frente a Sayen de una forma que jamás lo había hecho antes sin embargo le fue imposible no sentir aquel fastidio al saber que Luciano Alcaraz era el hombre que al final había elegido, si hubiera sido otro tal vez no hubiera actuado así y no se sentiría como una cruel e irónica burla del destino. ¿Por qué siente tanto rencor si es capaz de comprender que no puede obligar a alguien a quererlo? Sí, si se tratará de otro las cosas serían distintas, pero se trata de aquel hombre. El mismo por el cual Laura lo dejó. Fija su mirada en el reflejo del vaso y no gustándole lo que ve desvía su atención. Pasa su mano por sus cabellos despeinándose y luego suspira bebiéndose parte del alcohol.

 

—Que ironía —murmuró tomando un sorbo—. Perder frente al mismo hombre.

 

Entrecierra los ojos intentando controlar su rabia. Él no es así, no lo es. Lo repite cada vez que siente como sus manos se empuñan hasta sentir dolor. Carraspea tomando su teléfono, pero antes de prender la pantalla termina por dejarlo a un costado sin prestarle más atención.

 

—Vaya, jamás pensé en ver a Carlos Vásquez emborrachándose —Mailen se sentó a su lado—. No me digas que Sayen te rechazó.

 

Agregó divertida, pero ante la fría mirada del hombre se colocó seria. No lo había dicho con intención de herirlo, no pensó que de verdad la causa de estar solo, en este lugar, bebiendo fuera realmente por eso. Titubeó sin saber que decir, más cuando Carlos luego de mirarla molesto ahora la ignoraba.

 

—Lo siento, solo bromeaba... —se disculpó.

 

—Quiero estar solo si no es mucha la molestia —le habló con frialdad perdiendo su mirada nuevamente en el vaso que sostiene en su mano. Lo que menos necesita en estos momentos es que alguien sienta compasión, justo lo que vio en los ojos de Mailen el par de segundo que sus miradas se cruzaron.

 

Mailen lo observó preocupada, con un gesto se despidió de sus compañeros de la universidad y volcó su atención en el melancólico rostro del hombre que tiene en frente que sigue bebiendo ignorándola. Su relación no ha sido del todo buena, aunque dentro de su indiferencia no puede negar que Carlos la ha tratado con "cortesía". Por ellos siente que no se merece estar sufriendo de esa forma y le duele verlo así. A su vez ama a su hermana y está segura de que ella no es de aquellas personas que buscan hacer sufrir a los otros, si esta situación es así es porque ambos se encontraron en un camino que no les ofreció otra alternativa, tomar una decisión que de una u otra forma dañaría a alguien. Bajó su atención a sus manos, admira a Carlos y verlo así le produce una desolación que le intranquiliza. A la vez se siente extraña al sentir envidia por un cariño que no va hacia ella, pero quiere a su hermana y si Carlos a su lado es feliz es claro que en esta historia a ella no le corresponde ser la protagonista.

 

—No te rindas —murmuró—. No creo que Carlos Vásquez o conocido en el mundo de las letras como H.L.Yeferson se eche a morir de esa manera.

 

—Eres una niña —respondió Carlos con una sonrisa irónica—. No podrías entenderlo.

 

—Tal vez no, pero creo que cuando quieres a alguien debes dar todo, y si ahí no resulta, ten tu duelo, llora, laméntate, pero no lo hagas cuando no has peleado por ello, o por ella —lo observó con fijeza encontrándose con la sorprendida mirada del escritor—. ¿Pasa algo?

 

Le preguntó preocupada de si sus palabras le sonaron infantiles, como suele decirle, sin embargo, Carlos sonrió moviendo la cabeza a ambos lados.

 

—Nada, solo que por unos momentos me pareció que no hablaba con una niña.

 

Mailen se sonrojó en forma inevitable, fue un halago inesperado y por ello turbada solo desvió la mirada, además que nunca pensó que verlo sonreír de esa forma fuera como un flechazo a su corazón y un arrepentimiento de dejarlo ir, así como así, quisiera tanto que él la quisiera, que esos ojos, esa sonrisa, fuera para ella. Cohibida tosió enfocándose en la idea de que él debe quedarse con Sayen, ya que es la mujer que quiere, y es un buen hombre que cuidará bien de su hermana.

 

—De todas... formas —habló enredándose con sus palabras—. Si necesitas ayuda con Sayen yo puedo hacerlo. La conozco desde que nací

 

Se rió con suavidad. Siendo sincero, Carlos, lo que menos quiere es involucrar a alguien más en este asunto. Sin embargo, es extraño sentir la calidez y comprensión de otra persona, más cuando no se conocen demasiado.

 

—¿Quieres beber algo? —le ofreció con amabilidad sin dejar de sonreírle.

 

—Solo una cerveza, gracias —respondió con rapidez.

 

—¿Tienes edad para beber alcohol? —fingió sorpresa.

 

—Tengo veinte años —respondió molesta, pero al ver la sonrisa del escritor pudo notar que solo estaba bromeando.

 

Y a pesar de que aun en sus ojos hay rastros de tristeza siente un alivio al verlo sonreír en vez de estar ahogándose en alcohol. Carlos en tanto oculta su dolor y dudas, aunque por momentos estas parecen desvanecerse durante la conversación y el whisky.

 

***************o****************

 

—¿Qué te parece? Sushi, una película y yo, no hay mejor panorama —dijo Luciano a través del teléfono.

 

Sayen sonrió moviendo la cabeza con el celular en la mano. Claro que sería lo ideal, pero le es imposible.

 

—Suena tentador —luego suspiró—. Lamentablemente hoy no puedo, tengo muchos manuscritos atrasados por revisar.

 

Volvió a suspirar, encantada prefería una noche de película y sushi junto a Luciano, pero si no entregaba el trabajo a tiempo, su jefe le llamara la atención. Y sabe que no tiene otra opción más que rechazar ese plan, con el dolor de su alma que ansía sentirse en los brazos de Luciano, sentir su suave respiración y esa calma que siente cuando está a su lado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.