El secreto de Luciano

Capítulo 31

Sin embargo, no puede evitar sentirse decepcionada ante la resignación y actitud pasiva de Luciano. El verlo bailar con aquella mujer, con su prometida y darse cuenta lo bonita y elegante que es su "prometida" la hace sentirse insegura. Además, ella no deja de mirarlo con una leve sonrisa tal y como por su parte si estuviera de acuerdo con su compromiso.

 

—Disculpe —señaló alejando su mirada del padre de Luciano y su hermana—. De verdad necesito respirar un poco de aire puro para despejar mis ideas.

 

Y sin esperar respuestas se alejó en dirección a uno de los balcones caminando con rapidez estando a punto de chocar con un grupo de personas, porque por sus ansias de huir por un momento su cabeza se perdió tanto en sus pensamientos que por momentos no fue capaz de notar la presencia de las otras personas que sonreían y comentaban ante la repentina noticia. Al llegar al balcón, Sayen respiró aliviada y con tristeza, observó el jardín bien cuidado con sus luces blancas que acompañaban a la enorme Luna llena.

 

—Soy una patética —pensó— ¿Que hago aquí?

 

—No soy el único que ha huido de aquel viciado aire —escuchó una voz masculina con acento francés.

 

A pesar de que supo de quien se trataba no pudo evitar mirarlo sorprendida, aunque luego desvió la mirada con una leve molestia, aquel tipo era quien había abandonado a su mujer con cáncer, sabe que prejuzgar es malo, pero le es inevitable sentir cierta adversidad cerca de Dean, hay algo en él que no le gusta.

 

—La frescura del aire exterior no se compara con el aire encerrado del salón —señaló Dean apoyándose a su lado con la mirada fija en la Luna.

 

Sayen solo movió la cabeza sin responderle.

 

—Él es un idiota —agregó el francés arrugando el ceño, pero con la mirada aun fija en el cielo—. Sus mismos paradigmas forzados fue lo que provocaron que Natalia huyera de él.

 

—¿Qué quiere decir? —preguntó Sayen con desconfianza.

 

—A su abuelo no le gustaba que su futura mujer se dedicara a la música por lo que Luciano le pidió a Natalia que abandonara su carrera —bajó la mirada—. Era un prodigio en el violín y ella amaba su música, pero al casarse debía abandonar todo eso. Fue difícil para ella tomar la decisión de dejarlo.

 

—Pero ustedes...

 

—No, yo nunca fui la excusa para que ella lo dejara. Yo solo volvía a mi país cuando Natalia me pidió que la alojara porque necesitaba ir a algún lugar. Ella lloró, sufrió mucho, ella lo amaba, pero él no fue capaz de entenderla —fijó su atención en el rostro de Sayen quien incomoda desvió su mirada.

 

Hubo un momento de silencio en que ambos parecían perdidos en sus propios pensamientos.

 

—Disculpa la pregunta, pero ¿Tú la amabas? —preguntó Sayen repentinamente.

 

Dean abrió los ojos con sorpresa y luego sonrió.

 

—Más que a mi vida misma —luego su rostro se ensombreció—. Pero siempre fui solo el segundo plato que nunca pudo ocupar el lugar del plato principal.

 

—Ella agoniza en el hospital y tú...

 

—Me hizo jurar que no la buscaría. Natalia terminó conmigo sin darme tiempo a nada, dejó nuestro hogar y se fue del país dejándome solo una carta. Ella me dejaba libre para que yo hiciera mi vida y que buscara a alguien que me amara. No sabía nada de su enfermedad y aun hoy no me atrevo a ir a verla porque me pedía que no la buscara —levantó su atención a la Luna. 

 

Sayen guardó silencio. La verdad es que no sabe mucho de la historia de ellos dos por lo que por cautela prefiere guardarse su opinión.

 

—Me decepciona que Luciano no haya cambiado nada, que no haya aprendido nada, y aun se deje manipular por su abuelo —se alejó del balcón—. Pensé que estaba vez mi estúpido exalumno iba a hacer lo contrario. Solo espero que no termines tan herida como termino Natalia. Con tu permiso.

 

Y dicho esto se retiró dejándola sola y confusa con sus palabras. ¿Acaso Luciano de verdad dejará que su abuelo lo maneje de esa forma? ¿No sufrió acaso cuando perdió a Natalia? Se acercó con lentitud al salón, el baile ya había terminado, Luciano junto a su prometida y su abuelo respondían a las felicitaciones. Sayen no pudo evitar el dolor de verlo ahí y decepcionada desvió la mirada, retrocediendo y alejándose de la escena. Salió esperando no ser vista por nadie, pero el padre de Luciano si la noto. Luego desvió la mirada hacía su hijo quien con expresión molesta intentaba responder las felicitaciones.

 

Carolina intentaba hacer contacto visual con Luciano, pero este desviaba la mirada tal como lo hizo durante el baile, sin cruzar palabras ni siquiera.

 

—Disculpen la interrupción, pero necesito hablar contigo, Luciano —señaló el padre con una seriedad que sorprendió a su hijo— Sígueme.

 

Lo llevó a una sala donde pudieran estar solos.

 

—Necesito pedirte que procures que Sayen se vaya a casa y...

 

Su padre carraspeó interrumpiéndolo.

 

—Escucha hijo lo que tengo que decirte. Una vez amé a una mujer más que a otra, fue el amor de mi vida.

 

Guardó silencio mientras los recuerdos venían a su mente. Luego con una mirada triste volcó su atención a la expresión confusa de su hijo

 

—No era tu madre... —suspiró—. La deje ir porque tu abuelo, mi padre, decidió que ella no era la correcta para mí. Y hasta hoy me arrepiento. Eso no quiere decir que no quise a tu madre, la quise, pero no la amé como a ella. Ese día tal como hoy se dio mi noticia de mi compromiso y la deje ir, fue la última vez que la vi, con su vestido verde y los zapatos con tacos en la mano parada en la puerta y su rostro sorprendido y triste. Y es un recuerdo doloroso porque ni siquiera fui capaz de hablarle de decirle algo, solo la deje ir. Y con ella se fue todo, mis sueños, mi vida, mi futuro, mi corazón. Por no luchar por lo que yo amaba.




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