Salomé soltó un gemido de tanto placer, al sentir como Luka entraba en ella, lo rodeo con las piernas, mientras él entraba y salía de su cuerpo, alcanzó el órgasmo, vio su mirada de satisfacción, él se aparta de ella después que también logró su liberación, lo vio quitarse el preservativo.
—Luka —lo llamó, él se acerca, pone su mano en su rostro, mientras con cuidado acomoda el frente de su camisón, tapando sus senos que lo volvían loco, acaricia su rostro.
—Duerme —la acaricia hasta que ella se entrega al sueño.
Salomé se despierta sobresaltada, su cuerpo esta bañado de sudor.
—Cariño ¿Estás bien? —Renzo enciende la lámpara, el pecho de ella subia y bajaba, en estos dos años no era la primera vez que soñaba que hacía el amor con Luka, siempre él la hacía dormir, después de poseer su cuerpo, ¿estaba obsesionada con su ex esposo?
—Fue... —mira a su novio, en dos días seria su esposo —... una pesadilla.
Él la abraza, la recuesta en la cama, besa sus rizos rubios.
—Estoy aquí para protegerte —ella no responde, cierra los ojos, iba a casarse, no podía estar soñando con su ex esposo, él la abandono sin despedirse, sin decirle la razón, simplemente se había marchado.
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La noche había caído, el cielo se veía hermoso con las brillantes estrellas, Salomé suspira, estaba en el balcón, bebió un sorbo de vino, ya su hijo estaba dormido, Renzo llegaría tarde, tenía una operación programada, cierra los ojos, amaba a Renzo, de eso no cabía duda, pero no entendía porque soñaba con Luka, era tan real, sentía que su historia había sido inconclusa.
Ella no se dio cuenta de la figura oscura que la estaba observando, luchaba consigo mismo, de sí se despedía o simplemente la observaba a la distancia como llevaba haciéndolo estos dos años, se había mudado fuera de Italia, cerca de ella, aunque Renzo no lo sabía, ni ella, sus ojos oscuros, observaron los mechones rubios que habían crecido más, su piel blanca parecía de porcelana, ella tenía una expresión triste, quería acercarse y abrazarla, sabía que no podía abrazarla... era tan difícil mantener las manos lejos de Salomé, lo sabía por experiencia, decidió marcharse, era lo mejor, ella se casaría con el hombre que amaba.
Cuando Zinerva recuperará la memoria, le diría la verdad, sabía que lo entendería, estaba tratando de protegerla, la Parka, lo buscaba, ambos se odiaban, por eso secuestro a Salomé y a su padre, para hacerle daño, pero ella estaba bien, ya no corría peligro, no tenia ningún vínculo con él, pertenecía a la familia D'Luca y a la Baruzzo, era la heredera del imperio, aunque según había entendido, ella no estaba interesada en el negocio familiar.
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—Dante —Salomé abrazo a su primo —¿Y mi tía?
—No vendrá a la boda, ella no se siente bien —Salomé asintió, sabia que no estaba de acuerdo que se casará con Renzo, había sido la esposa de Luka, le habían mentido con la paternidad de Alessandro.
Todos estaban reunidos en el jardín, la boda se llevaría acabo en media hora, ella estaba en una salita cerca del jardín para cuando le tocara salir.
—Estás preciosa —Piero le dio un efusivo abrazo, Salomé sonríe al verlo con Mercedes, al parecer estaban haciendo las pases —¿Dónde está mi nieto?
—Está con Giovanni y su novia Giana —la sonrisa de su suegro se esfumó, se daba cuenta que la joven no era de su agrado, pero quizás con el tiempo, le pasaba como a ella que lo había conquistado.
Cuando ella quedó sola, se miró en el espejo, su vestido era color beige, ceñido de la cintura, la falda era larga, fue cuando lo vio, de pie detrás de ella, vestido de negro, un mechón de su cabello caía por su ceja, sus ojos oscuros, se giró rápidamente.
—Luka —él la recorre con su mirada, se detiene en sus senos, ella camina hacia él —Apareciste —él da un paso atrás, para que no se le acerqué.
—Sólo vine a desearte que seas muy feliz.
—Necesito saber que paso ¿porque terminaste el matrimonio?
Él sonrió de medio lado, a ella le pareció una burla.
—¿Eso importa? Estas a punto de casarte con el hombre que amas, sé feliz, cuídate —se da la vuelta.
—Sueño contigo cada noche —él se detiene —Son sueños indecentes, no sé la razón.
Él aprieta sus manos volviéndolas un puño.
—Salomé, el hombre que amas, te espera —se gira para verla con frialdad, ella da un paso atrás —Tengo esposa, se feliz como yo lo soy con ella —se marchó.
Ella sintió como si el piso se movía, se sentó ¿se había casado? ¿Dio fin a su matrimonio por otra mujer? Pensó que Luka era diferente al resto, pero se había equivocado, paso su mano con cuidado debajo de sus ojos, no debía llorar el día de su boda.
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Zinerva se deja caer en la silla de ruedas.
—Ya no puedo más —el terapeuta la observa severamente.
—Debe intentarlo nuevamente —ella niega, mira las barras y desvía la mirada, estaba intentando volver a caminar, sus músculos se habían atrofiado por estar acostada dos años en una cama.
—Por favor, no puedo hacerlo.
—Claro que puedes —Luka se acerca a ella, él habia acondicionado una parte de su gimnasio para los ejercicios de ella, era un hombre impresionante, guapo, su mirada oscura se posa en ella —Si no lo intentas, no podrás caminar.
—Me duelen las piernas, no puedo estar de pie —ella se quejo, él la observa con frialdad, ella se encoge por dentro, se preguntó como había sido su matrimonio, Luka era un hombre taciturno, no reía, tenía una mirada fría, a ella la trataba con cordialidad, no como a una esposa.
—Ayudela a ponerse de pie —ordenó al terapeuta, el hombre no dudo en obedecer, una vez la puso de pie, él se sentó en la silla de ruedas, de esa forma evitaba que ella buscara donde sentarse, la frente de Zinerva se perlo de sudor, quería llorar, pero algo en ella le decía que su esposo odiaba la debilidad, así que no estaba en discusión.
Editado: 06.01.2025