El Secreto de Luka [saga Italianos # 4]

Capítulo 5

—¿Cómo te sientes? —Zinerva levanta la mirada, estaba en el jardín, era la tercera vez que veía a su esposo, ella llevaba el cabello largo, en una moña alta, tenía ropa con etiqueta en su closet, suponía que los compró antes del accidente, había elegido un vestido sencillo, la falda le llegaba a los tobillos, no se había adaptado a la enorme cicatriz.

—Creo que mejor —responde apretando con fuerza el mango elegante de su bastón —¿Cuánto tenemos de casados?

—Dos años —responde fríamente, ella abre más sus ojos grandes y negros, estaban bordeados por largas pestañas.

—¿Nos acabábamos de casar cuando sufri el accidente?

—Si ¿Cómo va la terapia?

—Dolorosa —él asiente, se sienta junto a ella, de frente tenían una fuente grande, habían peces de colores.

—Mi madre llega en unos días —ella pasa su lengua por sus labios, odiaba no recordar nada.

—¿Conozco a tu madre?

—No —responde Luka —No pudo estar en la boda, ella estaba enferma —pasa la mano por su mandíbula cuadrada —No lo recuerdas, pero antes de casarme contigo, tuve una esposa, el matrimonio no resultó, ella ya formó una familia.

Ella frunce el ceño.

—¿Fui tu amante? —Luka no responde, estaba seguro que su madre lo acusaria de haberle sido infiel a Salomé, no había considerado que para la visita de su madre, Zinerva estaría despierta —¡No lo puedo creer, destruí un matrimonio! —lleva sus manos a su rostro.

—Mi relación no estaba bien, no puedes destruir lo que ya estaba acabado —la joven lo mira mientras él no aparta su mirada de la fuente, era guapo, alto, elegante, parecía que había sido esculpido por los dioses —Sientete tranquila.

Ella suspira.

—¿Realmente no vino a la boda por que estaba enferma o porque me ve como una rompehogares? ¿Tienen hijos? —él hizo una mueca, ella cerró los ojos, no era buena gente, se había metido con un hombre casado, un padre de familia —Al parecer, merecía lo que me pasó en el accidente.

Luka se gira hacia ella, sujeta su barbilla.

—No merecías el accidente, no te metiste en mi matrimonio y no tenemos hijos —ella se perdió en su mirada, en esa fría, que no demostraba ningún sentimiento, se volvió a preguntar ¿porque se había casado con un hombre que era como un témpano de hielo?

—¿Porqué nos casamos? —ella pregunta, siente como suelta su barbilla, lo ve ponerse de pie.

—Es hora que entremos, esta helado y tu vestido no es propio para el clima —lo vio hacer una seña a la enfermera quién se habla retirado cuando él llegó, la mujer la ayudó a ponerse de pie, ella aún no caminaba del todo sola, no le ayudaba su pierna quemada, estaba rígida por los años que estuvo en cama. Él camino en silencio a su lado, al entrar a la casa, se sintió la calidez del hogar.

—¿Está noche cenaras conmigo? —era su esposo, quería saber de su vida.

—No —se detiene y la mira a los ojos, continua su camino hacia su oficina, Zinerva se muerde los labios.

—¿Qué habrá pasado en este matrimonio? —la enfermera niega con la cabeza, él era extraño, los dos años que tenia de trabajar en esa casa, siempre se acercaba en silencio a la cama de ella, se mantenia de pie unos minutos junto a ella y luego se marchaba, era frío, solo hablaba con el médico.

*****

Zinerva suspira, estaba en una mansión, en un elegante comedor, comiendo la comida más rica, pero estaba sola, se sentía deprimida, acababa de despertar del coma, no sabía si estaba mal al esperar la atención de su esposo, después de todo, él sabía que ella no recordaba nada, pasa su mano por su mejilla para secar una lágrima que se ha escapado.

*****

—Buenos días —ella estaba sentada en el comedor bebiendo café, levanta la mirada, él vestia informal esa mañana, nada de trajes.

—Buenos días —ella saluda y deja de leer el periódico —Pediré te sirvan el desayuno.

—Debo salir —saca una elegante cajita con una B elegante, al abrirla saca un par de anillos, en oro rosado, el de compromiso tenía un precioso diamante rodeado con diamantes más pequeño, ella mira los anillos, eran preciosos, toma su mano izquierda, ella siente pena, tenía unas cuantas cicatrices en los dedos, suponía era por su accidente, pero él sólo se limita a colocar los anillos, ella en ese momento nota que él lleva la alianza —Disfruta tu día.

—¿Cómo era nuestro matrimonio? —él se detiene, se gira hacia ella.

—Lo normal —se encoge de hombros.

—¿Lo normal? —pregunta ella —Ni siquiera te veo diario, no tienes idea de lo perdida que me siento —la voz se le quiebra.

Él cierra los ojos.

—Lo siento —se acerca a ella —He estado ocupado —suspira —Pide mi desayuno —se sienta y ella toma un trago de agua —Saldremos a pasear.

Ella sonríe al escucharlo, se sentía como una niña, pero realmente Luka era el único que podía ayudarla a recordar su vida.




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