El Secreto de Luka [saga Italianos # 4]

Capítulo 8

—Buenos días —todos estaban en la mesa, la madre de Luka, desvía la mirada, Zinerva se sintió mal, debía querer mucho a la primera esposa de Luka, y ella se metió en esa relación, debió ser un alguien detestable en el pasado.

—¿Cómo sigue tu pierna? —Luka se ha puesto de pie, aparta una silla, ella con cuidado se sentó.

—El dolor disminuyó —responde sin verlo.

—¿Estabas con dolor? —pregunta la señora.

—Uno muy fuerte —responde Luka —Tuvieron que inyectarle un calmante fuerte.

—Lo lamentó —la madre de Luka, la miró sin reproche —Hace unos meses me operaron, mi recuperación fue dolorosa.

—¿Ya está bien?—pregunta sinceramente Zinerva.

—Lo estoy —sonríe la señora.

Los hombres se habían quedado en silencio, temiendo romper el momento, su madre estaba siendo amable, con Zinerva.

Luka tomó un plato y comenzó a llenarlo con pequeñas porciones de cada plato que habían preparado para el desayuno, luego se lo pasó a Zinerva, la joven agradeció suavemente.

Tomo con el tenedor un pedazo de salchicha y se lo llevó a la boca, le gustó el sabor, sin pensarlo cerró los ojos, llevó otro bocado, al azar lo tomó del plato, sin abrir los ojos, hizo un sonido de satisfacción cuando sintió el sabor.

—Nadie había elogiado tanto mi comida —abre los ojos rápidamente, la mamá de Luka tenía un rostro de satisfacción.

La mirada de Zinerva recorrió la mesa, todo se veía delicioso, pero era bastante comida, luego mira a la mujer pequeña ¿ella había preparado todos esos platillos?

—Está deliciosa, debió despertarme Señora Martini, para ayudarle.

—Debes descansar —la madre de Luka, había bajado la guardia —No me llames Señora Martini, dime Marlene.

Zinerva sintió un nudo en la garganta, la madre de Luka había decidido dejar a un lado su enojo, porque estaba enferma, se lo agradecía, luchaba por recordar su pasado, y lo que había hecho, si destruyó un hogar, debía pedirle perdón a Salomé, pero no lo sabía.

—Marlene —susurra Zinerva.

—Debes comer, tu cuerpo necesita recuperar fuerzas.

Zinerva sonríe apenada, estaba esquelética, agradecía la diplomacia de la Señora Martini.

—Es poco a poco mamá, por dos años se estuvo alimentando con sondas.

—Hoy prepararé una deliciosa ensalada, te va a gustar.

Marlen era una mujer justa, creía que Zinerva era la culpable de que se terminará el matrimonio de Luka y Salomé, pero en estos momentos la joven estaba enferma, no recordaba lo que había hecho en el pasado, su cuerpo se veía tan frágil que temía que una ráfaga de viento se la llevará, la joven necesitaba cuidados, cuando recuperara la memoria tendría una larga charla con la joven, aunque ya no se podía hacer nada con el matrimonio de Luka y Salomé, pero sacaría todo el enojo cuando Zinerva estuviera bien, y puedan conversar.

—No se moleste, también debe recuperarse.

—Me volvería loca estar en esta casa sin cocinar.

Zinerva sonrió ampliamente, Luka la observa, su sonrisa era diferente...era sincera, recordó a la mujer del pasado, jamás la vio sonreír como en este momento, se dio cuenta que se veía bonita e inocente, estaba muy delgada, el médico estaba reuniéndose con la cocinera para indicar los platillos que iban a preparar a Zinerva, en esta ocasión dejaría que su madre le cocinara.

—Gracias mamá, el médico junto a la cocinera se encargan del plan de comida de Zinerva, por hoy puedes hacerle la ensalada.

—¿Por hoy? —la mujer mayor enarca una ceja —Te aseguro que esta jovencita en menos de un mes a recuperado su peso, comiendo mi comida.

—Mamá, debemos apegarnos a las orientaciones del médico.

La mujer no respondió, todos sabían que Luka no había ganado, Marlen haría lo que ya había decidido.

****

Un mes después

Zinerva se mira en el espejo, no podía creer que ya no estaba la joven esquelética, Marlen había cumplido su promesa, se había negado a que la privaran de preparar las comidas para Zinerva, había recuperado peso, aún estaba delgada, pero ya no se veía el hueso, su rostro ya no estaba afilado, le gustó como se veía, se había puesto un pantalón negro de tela, con una blusa rosa que marcaba una estrecha cintura, andaba el cabello suelto.

—Me gusta como te ves —por la mañana su suegra la hacia a dar caminatas por el jardín, su piel ya no se veía pálida, tenía un bonito color, sus mejillas tenían un poco de rosa.

—Gracias Señora Marlen, no lo hubiera hecho sin su ayuda.

Ambas mujeres caminaban por el jardín, las caminatas le estaban ayudando a Zinerva, sus extremidades ya no se sentían tan atrofiadas, sabía que aún le esperaba un largo camino por recorrer.

—¿Qué dice el médico de tu pierna?

—Lamentablemente no podré ser modelo —Marlen se detiene, no evita sonreír ampliamente por el chiste de la joven —Quedaré cojeando por el daño que hizo el fuego en los tendones, no se que más me dijo, pero sabe, agradezco a Dios porque estoy viva.

La mujer da una suave palmada en el hombro de la joven.

—Es lo importante —ambas mujeres siguieron caminando despacio, Marlen podía caminar sin el bastón, se había estado recuperando muy bien, sentía pesar al ver a Zinerva, joven y por un accidente de tránsito, toda su vida usaría un bastón —Luka me dijo, que no atraparon al hombre que se estrelló contra tu auto.

—No lo recuerdo —se encoge de hombros —Mi cerebro se niega a devolverme los recuerdos.

Marlen sonríe.

—No te fuerces, en algún momento vendrán a ti

*****

—Luka —él se detiene al escucharla llamarlo, se gira lentamente, ella estaba ahí, más bonita que la última vez que la vio.

—Hola Salomé —él mira su reloj de pulsera.

—¿Qué haces aquí?

—Negocios —responde fríamente —Mi vuelo me espera —estaba mintiendo se había mudado al país y a la ciudad donde ella vivía, para tenerla cerca, contemplarla de largo.

—Pero podemos tomarnos un café, hay cosas que no hemos aclarado, es una extraña coincidencia que nos hayamos encontrado en este restaurante, cancelaré el almuerzo que tengo y podemos ir a una cafetería.




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