El Secreto de Luka [saga Italianos # 4]

Capítulo 10

—¿Qué es lo que pasa? —Luka levanta la mirada de los documentos que está leyendo.

—No entiendo mamá —su madre, se sienta frente a él.

—¿La desprecias porque ha quedado coja? O ¿por la enorme cicatriz de su pierna?

Él está sorprendido por las palabras de su mamá, ella estaba molesta porque había cambiado a Salomé.

—No —responde rápidamente —¿Porqué piensas eso?

—No te veo hablar con ella, pasas el día entero en la calle y cuando vuelves te encierras en esta oficina y luego subes a tu habitación ¿en que momento del día es para tu esposa?

Él pasa su mano por su cabello negro.

—Está recuperándose, no quiero que se sienta presionada.

—¿Presionada? ¿Crees que es lo que sentiría? Tu esposa necesita saber que tiene un esposo que esta ahí apoyándola, no solamente pagando facturas, a médicos, enfermeras, si ella no puede subir los escalones, entonces mudate abajo, o lo hago yo —su madre se pone de pie —¿Porqué te casaste con ella? Estos son los momentos, donde se cumple la promesa en la salud y en la enfermedad, pensé te conocía —camina hacia la puerta, antes de abrirla sin girarse le advierte—Ella no lo dice, pero tiene el corazón roto por la indiferencia de su esposo.

Al quedarse solo Luka, aprieta los dientes, las cosas se estaban saliendo de las manos, no tenía nada en contra de Zinerva, le agradecía porque había salvado a Salomé y a su padre, pero nunca espero que el médico de la Parka le borrará los recuerdos, pensó que cuando se recuperará le iba a ayudar para que se establecería y pudiera vivir lejos del crimen, pero ahora todo era diferente, ella jamás iba a recuperar la memoria, Dante había inscrito el matrimonio sin su consentimiento, estaban legalmente casados, él no la veía como mujer, no había mentido al decir que la veía como una hermana, cierra los ojos, por primera vez como una persona adulta, no sabia que hacer, abre el cajón, había dejado de fumar, pero en este momento lo necesitaba, saca la cajetilla y enciende uno, camina hacia el enorme ventanal, los jardines de su casa, eran impresionantes, la compro al ver que tenía una preciosa vista de la ciudad y de los jardines.

No escucho que tocaron la puerta, ni a la joven que entró.

—Luka —él mira sobre su hombro, estaba acostumbrado a la Zinerva del pasado, a la joven que había despertado no la conocía —Te he traído merienda, el almuerzo se arrasará.

Él se gira, sus ojos oscuros la observan, podía tener el mismo rostro del pasado, pero era diferente, su mirada, su rostro relajado, no vivía alerta de que alguien acabará con su vida, ¿será que pueda verla como mujer y no como una hermana?

—¿Te has lastimado al traer la bandeja sin el bastón? —ella niega, mientras coloca la bandeja en su escritorio, él camina hacia ella.

—No mientas, es tu salud —levanta su barbilla, la joven era preciosa, sus enormes ojos negros, bordeados por largas pestañas que se arqueaban, su pequeña nariz, tenía unos preciosos labios, estaba recuperando su color, ya no se veian pálidos, él inclina su rostro, suavemente roza sus labios, luego se empieza a separar, pero ella rodea su cuello con sus brazos y lo atrae para besarlo, era el primer acercamiento de su esposo, no iba a desperdiciarlo, dos años que han estado sin tocarse, sin sentirse, ella estaba sedienta, sin pensarlo dirigió su mano a la cintura de su pantalón, metió la mano, cuando sus dedos tocan su intimidad, él se aparta, ambos jadeaban.

—¿Porqué no dejas que te toque? —pregunta dolida.

—Estás recuperándote —él sintió que su miembro reaccionó a su toque, pero no quería sentir que la estaba usando, necesitaba sexo, era hombre.

—Ya puedo caminar —responde dolida —Soy tu mujer —él la mira, siente que esa frase tan simple, le ha abierto una puerta, su intimidad respondió a sus palabras... no la veía como una hermana.

—Todo se hará con calma —ella se apoya en el borde del escritorio, levanta su rostro hacia él.

—Es la cicatriz —no preguntaba, afirmaba —No soportas acostarte con una mujer que está marcada horriblemente y te entiendo, tampoco yo, puedo verla —el frunce el ceño, ella se siente despreciada por su cicatriz, se va a dar la vuelta, pero él toma su mano, ella lo mira, hay un silencio entre los dos, Luka lleva su mano hacia su miembro, ella abre más los ojos al sentirlo sobre el pantalón.

—No es la cicatrices —responde más ronco —No recuerdas nada, no puedo saltar a tu cama, exigiéndo mis derechos de esposo —ahora ella era su esposa realmente.

—Te aseguró que no me opondre, no recuerdo nada, pero mi cuerpo no se negará a ti, te desea —él la mira a los ojos, no recordaba nada, por eso no tenía filtros, decía lo que sentía y lo que pensaba sin importar nada, nunca espero que un día Zinerva lo iba a excitar y menos con solo pronunciar unas palabras —Está noche la puerta de mi habitación no estará bajo llave, puedes llegar a la hora que quieras, no importa si estoy dormida, te puedo asegurar que será el mejor despertar para mí —él la suelta, mientras ella se da la vuelta, sale cojeando de la oficina.

Luka pasa una mano por su rostro, ella lo deseaba y él se daba cuenta en este momento que también la deseaba.




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