El secreto de mikrax

Escena 7-El eco de la union´´

El amanecer continuaba extendiendo su luz tenue sobre el campo de batalla. La neblina se movía entre los árboles caídos, arrastrando el humo y las brasas, y el aire olía a hierro, ceniza y promesas pendientes.

Alexandra permanecía de rodillas, con el Símbolo del Recuerdo ardiendo en su pecho. Kael estaba frente a ella, su figura dorada iluminando cada grieta en la tierra. La energía que emanaba de ambos símbolos resonaba en el aire, y por un instante, el mundo pareció contener la respiración.

—Debes comprender, Alexandra —dijo Kael, su voz profunda como un eco antiguo—. Lo que une tu alma con la de tu hermana no es solo memoria ni olvido, sino algo más… un vínculo que trasciende el tiempo.

Alexandra bajó la mirada, sintiendo un calor extraño recorrer su cuerpo. La conexión con Mikeyla, aunque distante, era tangible: un hilo de energía azul que la ataba a su hermana y al destino de Mikrax.
—Si pierdo el control… —susurró—… todo podría desaparecer.

Kael asintió con gravedad.
—Por eso estoy aquí. No para luchar por ti, sino para enseñarte a sostener lo que el destino intentó dividir.

El aire vibró y, de la unión de ambos símbolos, emergió una luz que comenzó a tomar forma: un pulso que atravesaba los cielos, abriendo un portal de energía entre Alexandra y Mikeyla. Alexandra extendió la mano, y la sensación de su hermana, aunque lejana, fue tan fuerte que casi la hizo tambalear.

—Puedo sentirla… —dijo con voz temblorosa—. Está… cambiando.

Kael sonrió, pero con pesar.
—Cada acción que ella toma ahora afectará no solo a Mikrax, sino a ti también. Debes aprender a canalizar el vínculo antes de que el equilibrio se rompa.

Alexandra cerró los ojos y respiró hondo, dejando que la energía fluyera a través de ella. Por un instante, la luz del Símbolo del Recuerdo y el pulso azul de Mikeyla se fusionaron, y el mundo se llenó de un silencio absoluto, como si la propia tierra contuviera el aliento.

—Entonces enséñame, Kael —dijo, con determinación—. Quiero salvarla… aunque eso signifique perderme a mí misma.

Kael extendió su mano, y un rayo de luz dorada rodeó a Alexandra, elevándola apenas del suelo.
—Salvarla es salvarte. Porque tú y ella… son dos mitades de un alma que alguna vez fue mía.

El viento rugió a su alrededor, el portal vibró y, sobre la tierra, el nombre que sellaba su destino resonó con fuerza:

“My Crux.”

En la distancia, Mikeyla sintió un escalofrío recorrer su espalda. Algo estaba despertando, y aunque no podía verlo, sabía que su hermana y aquel extraño no tardarían en cambiarlo todo.



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En el texto hay: fantasia, accion, ficion

Editado: 13.11.2025

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