El secreto de mikrax

Escena 12-El eco de los tres vinculos.

El viento rugía como un lamento ancestral. En lo alto de las montañas de Aeryon, el cielo se partía en relámpagos violetas que parecían responder al conflicto de las almas. Alexandra avanzaba entre los riscos, siguiendo la energía que había sentido al pronunciar el nombre de Kael.

Sus pasos eran guiados por una fuerza invisible, una vibración que provenía de lo más profundo del mundo espiritual. Cada latido resonaba como un llamado, y con cada uno, la marca oscura de su brazo palpitaba con un brillo azulado.

De pronto, el aire se quebró. Una ráfaga de luz cruzó el cielo, y una figura cayó desde lo alto, envuelta en fuego celeste. Alexandra corrió, y al llegar al borde del precipicio, lo vio: un joven de mirada intensa, con alas fracturadas y una cicatriz que ardía con luz pura.

—Kael… —susurró ella, reconociéndolo sin haberlo visto jamás.

El joven se incorporó con dificultad, observando su entorno. Su voz era profunda, cargada de siglos de silencio.
—El equilibrio ha sido roto. Mikeyla abrió la grieta, y ahora el mundo se desangra.

Alexandra bajó la mirada.
—No puedo odiarla… aún la siento dentro de mí.

Kael la observó con compasión.
—Eso es lo que te hace diferente. Pero también es lo que puede destruirte.

En ese momento, una sombra cruzó el horizonte. Mikeyla aparecía entre la bruma, vestida con un manto negro que parecía absorber la luz. Su presencia hizo temblar el aire, y las piedras comenzaron a flotar, atraídas por la energía desbordada.

—El destino ya ha elegido —dijo con voz doble, mitad humana, mitad abismo—. Kael, Alexandra… el vínculo que los unía ya no existe.

Kael extendió la mano hacia ella, pero un muro de oscuridad se levantó entre ambos.
—No, Mikeyla. Aún puedes escucharme. Lo que te domina no es tu esencia… es el eco del dolor que el mundo te impuso.

Por un instante, los ojos de Mikeyla titilaron. Una lágrima recorrió su rostro, brillando como cristal. Pero luego, el abismo volvió a ocupar su lugar.

—El dolor enseña… pero también gobierna —susurró antes de desaparecer en un torbellino de sombras.

El silencio volvió, solo roto por el sonido del corazón de Alexandra, que latía con fuerza desbordada. Kael la miró con gravedad.
—Nuestro tiempo se agota. Si no sellamos la grieta pronto… no quedará nada. Ni luz, ni oscuridad. Solo el olvido.

Alexandra asintió, y por primera vez desde el inicio de la guerra, una llama de esperanza ardió en sus ojos.
El viaje hacia el corazón del abismo acababa de comenzar.



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En el texto hay: fantasia, accion, ficion

Editado: 13.11.2025

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