El secreto de nuestra niñera

Capítulo 4: Renuncia

Margaret entró en el auto con el bebé.

—Al hospital —pronunció, su rostro era serio y su voz dominante.

—¿Estás bien? ¿El bebé está bien? —preguntó el chofer asustado volteándose a mirarla. Ella bajó la mirada y él puso la mano en su hombro.

—Margaret ¿qué sucede?

—¡Ya basta August! —gritó ella—arranca el maldito auto y no preguntes nada aquí! —él comenzó a conducir y cuando estuvo algo alejado de la mansión, detuvo su auto.

—¿Qué demonios haces? —cuestionó ella.

—Necesito saber la verdad Margaret ¿ese bebé es mío verdad? —preguntó y ella lo miró seria tragando en seco.

—Si vuelves a decir una tontería de esas te acusaré por acosarme.

—Con quién me acusarás ¿con tu marido? —exclamó—Anda vamos para que le digas cómo después de una noche loca con tus amigas terminamos haciendo el amor cuatro veces en su auto. Y justo después a los quince días casualmente estabas embarazada. Cuando en años de matrimonio nunca saliste embarazada de él.

—César me mataría, a mí a ti y —miró al bebé y suspiró—fue un error. Amo a mi marido, a mi hijo y a mi familia. Entiende August solo fuiste un error. Déjame en paz.

—Escapémonos juntos—propuso el chofer y ella se rió.

—Amo a César, lo amo, de que forma quieres que te lo digas.

—No me jodas Margaret, a mi no me engañas, no quieres a César ni a nadie, solo te amas a ti misma, el dinero, el poder, el estatus social, eso es lo único que quieres. —dijo el chofer mientras el bebé comenzó a llorar. Él arrancó el auto y empezó a conducir sin que ambos se volvieran a dirigir la palabra durante todo el camino.

**********************

César:

—Papá que bueno que estás hoy en casa—dijo Sofi entrando a mi despacho y abrazándome. —Tengo un regalo para ti.

—¿Un regalo? —cuestioné y ella sacó de detrás de su espalda un dibujo.

—Ho es muy lindo.

—Somos Santiago, tú, mamá, el bebé y yo—pronunció. Me quedé mirando el dibujo detenidamente .

—Me encanta, gracias—dije y ella sonrió.

—Hice uno igual para mamá. Papá ¿crees que mamá si nos quiere? —cuestionó bajando la mirada.

—Estoy seguro que sí, se pondrá muy feliz cuando le des su dibujo. Mamá hoy fue a ver al psicólogo ya verás como va a mejorar y volverá ser la misma de antes—respondí y sentí unos toques en la puerta. Se trataba de la niñera de los niños.

—Señor necesito hablar con usted un momento a solas—pronunció entrando a mi deapacho.

—Sofi cariño puedes ir a jugar con tu hermano, en un momento voy con ustedes—le dije a la niña y ella asintió y se alejó diciendo adiós con la manito. Salió de allí dejando la puerta del despacho entreabierta.

—¿Sucede algo María?

—Señor vengo a pedir la renuncia—pronunció y enarqué ambas cejas sorprendido. Mi familia estaba atravesando un momento bastante delicado y María era ya prácticamente de la familia. Los niños la necesitaban más que nunca.

—¿Por qué? Puedo aumentarte el salario o darte unos días libres si lo necesitas, pero justo ahora te necesitamos demasiado. ¿Sabes cómo está la situación de estrés de Margaret últimamente? Y eres quien siempre ha cuidado de los niños. —Intenté hacer lo que estaba en mi poder para impedir que se fuera.

—Lo siento—bajó la mirada—pero ya soy muy anciana y decidí que lo mejor es irme con mi hija y con mi nieto, ellos me están necesitando.

—Por lo menos puede quedarse un mes, siquiera para conseguir un reemplazo.

—Me temo que no, siento irme de esta manera señor, adoro a los niños pero no puedo hacer nada. Sin embargo quería recomendarle a alguien que va a cuidar bien de los niños... Es, se llama

—Melissa Santander—escuché una voz desde la entrada y los pasos de una joven encantadora interrumpieron en mi despacho. Me quedé mirándola fijamente un momento y su vista se quedó fija en mis ojos, sus labios eran perfectos y carnosos, muy rojos, su piel pálida y su cabello negro, sus ojos café y su rostro fino, llevaba una chaqueta y un pantalón negro y una blusa blanca, la ropa justa al cuerpo enmarcaba su silueta perfecta.

—Mucho gusto señor—extendió su mano hacia mí—apuesto que los niños y yo nos llevaremos de maravilla.

—Tengo que consultarlo con mi esposa y entre ambos entrevistarla—ella sonrió moviendo su rostro hacia un lado.

—¿Por lo menos puedo conocer a los niños? Creo que lo más importante son ellos, ¿verdad? —cuestionó y estaba completamente seguro de algo y es que Margaret nunca iba a estar de acuerdo de que esta mujer fuera la niñera de nuestros hijos.

Hola... He pasado unos cuantos días enferma por eso el atraso con las actualizaciones, mis disculpas por ello, intentaré actualizar lo más seguido posible... Como algunos suponían incluso hay dudas de que este bebé sea de César, ya vamos viendo cuáles son los verdaderos intereses de Margaret ¿qué opinan?... Los leo

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