El secreto de su voz

Capítulo 10

10

 

 

 

Me senté en uno de los asientos con vista a la ventana. Seguí escuchando. Mi mente estuvo más clara que de costumbre. Un sentimiento de serenidad estaba gobernando mi cuerpo y me dejé llevar, necesitaba un poco de tranquilidad, luego de tantos momentos terribles.

Volvió a agarrar a su hermana y comenzó a besarla. Mathius agarró una botella y se la partió en la cabeza. Me imagino que el impacto de la botella más su borrachera, provocó que quedara inconsciente.

Mathius, de la rabia comenzó a darle patadas y golpes. Su hermana salió de la casa asustada y llamó a unos vecinos para que los ayudaran.

Yo hubiera hecho lo mismo; volvió a sonar el timbre y todos salieron de las aulas, miré hacia la puerta y observé cómo pasaron caminando por el pasillo, con sus morrales en la espalda y hablando tranquilamente. Ninguno llegó a ver hacia el aula, era como si pasaran delante de una pared.

Dos vecinos fueron a su casa. Uno de ellos llamó a la policía y el otro agarró a Mathius para que dejara de golpearlo.

De ese día no recuerda más nada. Solo sabe que despertó al otro día en la delegación.

Le dieron desayuno y al rato miró a uno de sus tíos hablando con una policía. Le decía que no podía tenerlos a ambos y menos a su hermana, que aún era muy pequeña.

Escuché el sonido del timbre en la grabación, y Sebastián calló por unos segundos.

Acaba de sonar el timbre. No voy a salir del salón porque en diez minutos volverán a entrar. Continuo la historia.

Ese día su tío Joshua, se lo trajo a vivir al pueblo. Él no supo de su hermana, hasta que escuchó una conversación de su tío con una persona del seguro infantil. Ella le estaba informando que su sobrina había sido dada en adopción, al parecer fue un procedimiento rápido, por ser una niña linda y de seis años. Después de un año se enteró de que a su madre la encarcelaron por estar ligada a una venta de droga.

A veces pienso que los errores que no se corrigen, se repite. Ma-thius, sin quererlo siguió los pasos de su madre.

Para él fue un golpe duro. A su madre le quitaron la custodia y su tío, por ser soltero y con casa, era el único que se podía quedar con él. A sus otros tíos no les importó abandonarlos. Y el único que aceptó tenerlo, lo maltrata. Yo entiendo su agresividad, perder a su hermana fue doloroso, creo que todavía lo es.

Yo estaba consciente de que mi hermano murió. Pero, para Ma-thius saber que ella estaba viva y no saber en dónde, era peor.

Salí del salón y subí a la azotea de la secundaria, había una especie de invernadero. Ahí me sentiría mejor.

No me dijo cuál era el nombre de su hermana. Tampoco cuál era el nombre de su madre.

Entendí hasta entonces que su personalidad era así por toda esa rabia retenida, al fin lo comprendí.

Somos el resultado de lo que vivimos, somos nuestra experiencia.

Subí las escaleras laterales para ir a la azotea. Sin querer moví unas cosas e hice ruido. Lo arreglé cuidadosamente y seguí caminando. Observé el barandal y apoyé mis brazos en él, solo dejé que la brisa tocara mi rostro mientras cerraba mis ojos.

Recordé el primer día que subí hasta ahí. Sebastián y yo lo hicimos por curiosidad, exponiéndonos a detención. Estaba prohibido subir a esa área sin ser del club de jardinería. Todavía era un lugar hermoso, lleno de paz; alguien venía subiendo. Corrí hacia las escaleras de emergencia. Posteriormente me detuve a ver quién era.

Se trataba del director, a lo mejor había escuchado el ruido que hice, ya que la entrada a la azotea queda cerca de la oficina del director. Bajé rápido las escaleras. Cuando llegué al suelo, traté de moverme lo más rápido posible. Con la esperanza de que nadie me viera, o me citarían de nuevo a la oficina del director por tratar de escapar de la escuela.

Corrí hacia el patio de la secundaria. Mi mente estaba distraída, pensando en que nadie me estuviera observando; miraba a los lados, pero jamás centré la vista al frente. Choqué con Mat Miller. Él estaba parado de perfil, así que cuando chocamos, gracias a sus reflejos, logró tomar mis hombros y evitar que cayéramos los dos al suelo. Nos miramos fijamente, pude observar su mirada cálida y segura. Sentí la firmeza con la que me sostuvo, pero a la vez con mucha sutileza, hizo que mi corazón se detuviera por un instante.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.