12
Todos esos últimos días me reuní con Mat, habíamos avanzado mucho, tanto en la clase como en las pistas de Sebastián. En esos días no había parado de pensar en aquella dirección, en aquella casa, en aquel recuerdo. Sentía que Mat sospechaba que le mentía, que esas no eran unas simples fotografías. Me había hecho muchas preguntas y siempre las esquivaba.
Estaba en la biblioteca, leyendo el libro de Verdades entre secuestrados, en la página veintiocho descubrí que algo coincidía con lo que Sebastián mencionó en la reproducción de Tatiana Martin. Estuve analizando bien el libro y me estaba dando cuenta de que algunos personajes concordaban, de que algunos hechos eran similares.
Le dije a la bibliotecaria que debía llevármelo para terminar una clase. Me permitió que lo llevara y fui corriendo a mostrárselo a Mat.
—Lee esta página… —le mostré la página veintiocho del libro. Él la leyó, luego de dos minutos me respondió.
— ¿Qué tiene que ver esto con las imágenes? —preguntó desconcertado.
Lo primero que hice fue soltar una pequeña carcajada, luego recordé que él no sabía nada del libro y el verdadero juego.
— ¿No entiendes? En las imágenes hay descripciones y si colocamos esas descripciones con lo que dice el libro, podemos deducir que tiene algo relacionado con estas palabras —señalé—. Ves… “Nunca entenderán, la clave de mis imágenes…”. “Eres tan complejo, ante algo tan sutil…”
Mat las leyó dos veces, y luego sacó algunas fotografías.
—Tienes razón… no te había dicho esto, pero al analizar las fotografías me di cuenta que detrás de la imagen había claves y cada imagen tiene una palabra escrita. No lo había entendido, pero ahora que lo pienso, está muy claro. —Me mostró una fotografía, la colocó hacía la luz—. El código es poco legible, esforzando un poco la vista se puede ver los números y letras.
—Todo este tiempo, tuvimos claves en las fotos… ¿cómo no me lo dijiste antes?
—No creí que fuera algo tan importante… —Guardó la foto—. ¿Y qué te llevó a interpretar las imágenes con el libro?
—Es que me acordé, que la persona… que una persona muy importante para mí, le encanta este libro. —Introduje el libro en el bolso.
Me miró anonadado. Respiré profundo y lo invité a ir por un café cerca de la escuela.
Mientras caminábamos pensaba qué representarían esos números. El libro podía ser una de las herramientas que debía usar. Solo quedaba una semana de clases y debíamos darnos prisa. En ese momento sonó mi celular, al fin llegó un mensaje de Sebastián.
Estos días en mi ausencia debieron servir de mucho. He visto cómo pasas días con él, ¿ya le dijiste la verdad?
Miré a los lados con el celular en la mano, ‹‹ ¿Dónde estás, Sebastián?››. Continué leyendo.
…vayan a la cabaña y esperen mi siguiente indicación.
—Sabes, Miller, pensándolo bien quiero llevarte a un lugar muy especial para mí. ¡Te va a encantar! —Mat guardó su celular y me miró extrañado.
Él pareció de acuerdo con la idea y caminamos hasta P.I.A.P.
Estaba muy pendiente de mi celular. Caminamos poco más de veinte minutos hasta que al fin llegamos.
Caminé adelante, observé que Mat no parecía muy sorprendido por el lugar.
— ¿Acaso entrar a esa casa, no es ilegal? —interrogó mientras su-bíamos las escaleras del pórtico.
Reí al escuchar aquella pregunta, había sonado exactamente igual a mí, la primera vez que Sebastián me llevó a la cabaña.
—No, esta casa ha estado abandona por muchos años y vengo aquí desde que tengo once años, si fuera así, ya estaría en prisión. —Abrí la puerta y él pasó.
Coloqué las llaves en la mesa que estaba en la entrada y caminé hasta la sala. Le dije a Mat que se sentara. Coloqué el bolso cerca del televisor, para cuando llegó el siguiente mensaje.