El secreto de su voz

Capítulo 13

13

 

 

 

Tardé un poco en llegar nuevamente a la cabaña, trataba de superar lo que había visto. Mat se había puesto energúmeno al saber que me ha-bía ido a esa casa sin decirle nada y más aún cuando le conté lo que ahí había.

Esperé mucho rato para que se calmara y pudiera entender que era algo que necesitaba hacer por mí misma y no solo por capricho. Apenas estaba adentrándose en mi vida y debía conocer como era realmente.

Se trataba de un video así que Mat encendió el televisor y nos sentamos en el mueble.

Había una chica con los ojos vendados y amordazada. Trataba de saber quién era. Veía cómo caían unas lágrimas de su rostro. Su forma de vestir se me hacía conocida.

Un hombre encapuchado le quitó el trapo que tenía en la boca y ella gritó.

— ¿Qué quiere de mí? —Preguntó llorando— Déjeme libre, por favor… ¿Qué le he hecho? —Lloraba con más intensidad, el hombre la tocó, de una manera desagradable— ¡Suéltame desgraciado! ¡No me toques! —se estremeció.

Él la siguió manoseando y luego le quitó la venda de los ojos. No pude creer lo que estaba viendo. Me quedé congelada, no sabía qué decir.

Esa chica era Lorena Lombardo.

Me coloqué las manos en la cara de la impresión. Mat estaba de la misma manera que yo. Ella agachó la mirada, y luego la subió. Lo miraba con desprecio.

— ¿Por qué no te muestras? ¡Eres un cobarde!

Me di cuenta que no era la Lorena de ahora, era mucho más joven.

— ¿A cuántas le has hecho esto?… ¡Dime! —Le gritaba, tratando de pararse de la silla y desatarse— Solo un miserable hace lo que estás haciendo.

—Me encanta cuando se ponen así, tan decididas y fuertes. Cuando comienzan a gritar en vano. Cuando ya no imploran piedad, sino que empiezan a insultar —rio a carcajadas—. Cuando sé que serán toda mía… —Le acerca una navaja al cuello y le habla al oído—. Te veías tan alegre y tan hermosa en los pasillos, en la calle, hasta en el parque dibujando. —La besa en la mejilla de una manera brusca, su rostro refleja miedo, Lorena trata de sosegarse y no demostrar lo que siente, lo podía percibir— ¿Y ahora, Lorencita? Ahora, no podrás hacer nada, porque estás en mis manos y no te irás hasta que yo obtenga lo que quiero.

Él le rompió la camisa bruscamente, ella comenzó a gritar pidiendo auxilio.

Él le tapó la boca, aun así, ella lo mordió.

Observé su miedo y sus lágrimas, cómo gritaba, cómo trataba de resistir. Un manojo de nervios comenzó apoderarse de mi cuerpo, y mi mente pensaba en estas cosas que quería olvidar.

Él comenzó a desvestirla. Cerré los ojos y le dije a Mat que lo detuviera.




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