El secreto de su voz

COMO SI FUERAN SOMBRAS

COMO SI FUERAN SOMBRAS

 

(Memorias del pasado)

 

 

 

Con la muerte mi hermano las cosas en la casa cambiaron radicalmente. La casa se sentía vacía, con la incertidumbre sobre qué pasará.

Otra vez mi madre lanzó una lámpara contra la pared. Era la quinta vez esa semana. Dos semanas atrás había sido el funeral de Will. Todos en el pueblo asistieron, y nos acompañaron en los momentos difíciles. Christian, el mejor amigo de mi hermano, se encargó de hacerle un homenaje especial por parte del equipo. Llevaron flores, pelotas de béisbol con los nombres de los jugadores del equipo, en el centro de la iglesia colocaron una foto de él cargando el trofeo del Campeonato Estadal Estudiantil. Todos los chicos usaron una chaqueta morada, que en la parte de atrás decía, Fleming, seguida del número diecisiete. Ese era el número de mi hermano.

—Williams, no solo era mi amigo, era mi hermano… —Christian empezó a decir sus palabras, frente a todos en la iglesia—Cuando pensé rendirme, él estuvo ahí para mí. Cuando todos me dieron la espalda, él me miró de frente y me estrechó la mano. —agachó la mirada y se limpió las lágrimas—Will era la clase de persona que deja una huella en tu vida, una huella que sin duda es imborrable…

Yo lo escuchaba atentamente, por dentro solo me preguntaba, por qué mi hermano había sido el único en ese lugar. ¿Acaso no se suponía que estaría en una reunión del equipo?, eso fue lo que él dijo antes de salir de casa esa noche. Sin querer lo interrumpí.

—Mi hermano dijo antes de salir que se vería contigo—hablé con mi voz temblorosa. Christian se detuvo, y me miró fijamente. Todos en la iglesia dirigieron su mirada hacia mí— ¿Dónde estabas tú, cuando mi hermano te necesitó?

Christian bajó la mirada y se retiró del podio.

Posteriormente mi madre cayó en una terrible depresión, se encerraba por horas en la habitación a llorar y gritar. Repetía el nombre de mi hermano una y otra vez, haciendo que mi dolor se incrementara en silencio, aun así seguía matándome lentamente.

Una noche llegué a su habitación con la esperanza de calmar sus gritos. Ya no soportaba oír el nombre mi hermano y no escuchar “¡Ya voy, mamá!”, por parte de Will; ella se encontraba tirada en el piso sosteniendo en su pecho la fotografía de mi hermano, sus ojos estaban hinchados, su cabello alborotado y los pedazos de la lámpara a su alrededor.

—Mamá —llamé con sutileza—, para por favor. Te haces daño, me estás haciendo daño.

—Búscame a tu hermano, ¿sí? Sé una buena hija y ve por él.

—Mamá, no —le respondí arrodillada a su lado—. Will no está. No te tortures.

— ¡Cállate! —Me empujó a un costado—No vuelvas a repetir eso, tu hermano no está muerto.

—Me duele, mami —contesté llorando—, extraño a mi hermano, pero la doctora dice que debemos aceptarlo. Él ya no regresará, mami. Will… —paré de hablar, las lágrimas y el nudo en la garganta no me lo permitían.

—Yo sé que sí vendrá —contestó con una mirada perdida en el horizonte. Se levantó y caminó hasta la ventana, cruzó sus brazos y reposó su cabeza en el vidrio—. Él dijo que lo haría. Tu hermano nunca me ha mentido…

 

Por otro lado, mi padre comenzó a trabajar día y noche, estaba en casa unas horas y solamente para dormir. En ese año casi no vi a mi padre, unas pocas veces y de pasada.

Llegué de la escuela y me sorprendió verle en casa. Inmediatamente corrí hasta a él y lo abracé.

—Cuidado con mí traje, Natalie —me alertó quitándome de él—, ¿no puedes tener un poco de cuidado?

—Es solo que, no te había visto en semanas. Me alegra verte. —Me sentí mal por la reacción que tuvo mi padre hacia mí.

—Sí, sí, como sea… a mí también me alegra verte —respondió sin ánimos y se encaminó a la cocina. Nunca me miró.

—Papá —convoqué mientras caminaba detrás de él—, mañana es mi presentación anual de música, ¿irás?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.