NO TODO ES LO QUE PARECE
(Presente)
Otra vez estamos en su oficina, pero algo ha cambiado, ya no hay tensión entre las dos. Me siento muy bien hablando y cada vez agarro más confianza. Aunque todavía hay cosas que no sé cómo decirlas, o tal vez no estoy segura de querer contarlas.
—Entonces —prosigue ella—, aquello era un juego muy bien pensado, Sebastián tuvo que ser muy cuidadoso—Asiento—. Seguramente por eso te vigilaba.
— ¿Por qué lo dice?
—Dijiste que te sentías acosada y veías un auto bastante extraño en alguno de tus recorridos. —Me quedo en silencio unos segundos y sonrío.
—No todo es lo que parece.
Ella comprende mis palabras y se quita sus lentes, se frota las cienes y da un gran respiro.
— ¿Por qué te reprimiste tanto tiempo? ¿Por qué no decirles a tus padres desde antes que te sentías de esa manera?
—Era complicado, y casi nunca los veía en casa.
—Así que aprovechaste toda esa furia que estabas teniendo esos días y la arremetiste contra ellos. —No sé qué responder, no lo había visto de ese modo. —Entiendo que estabas dolida, pero las palabras pudieron ser más suaves… lo cual me hace creer que aún hay algo que no me quieres contar, y no tiene que ver con Sebastián, sino contigo.
—Tal vez, pero no está segura de ello.
—No olvides que ya te conozco y sé que no lo has contado porque no te sientes preparada. No voy a obligarte, lo harás, cuando quieras que yo lo sepa.
Ella está en lo correcto, aún hay algo que no estoy dispuesta a contar, porque quizás sigo rechazando la idea de que eso ocurrió. Comienzo a mover mis piernas para distraer un poco mis pensamientos, y serenar mi mente hacia todo lo que diré.
—Lo último que contaste fue que recibiste un mensaje, y por la manera en que lo dijiste, no provenía de Sebastián. ¿Qué sucedió luego de eso?
—Era el aviso de que ya no estaba jugando sola y mi oponente tenía la ventaja. Ese mensaje no provenía de Sebastián. Era claramente una afirmación. No puedo negar que sentí algo de nerviosismo y miedo. ¿De quién provenía dicho mensaje? La respuesta era lo que buscábamos. No sé cómo explicar lo que pasó aquella noche luego del mensaje, no recuerdo con exactitud que hicimos primero. Si buscar información en internet, tomar el auto de regreso al pueblo o habernos encontrado a Lisa sola, cerca del campus en la madrugada; pero sé, que terminamos consiguiendo un teléfono bloqueado y de ahí enviamos mensajes de texto con la siguiente frase: “No lo cuentes está vez, prepárate para la verdad”. Ese era el mensaje que marcaba el territorio de nuestro juego. Era el Caballo de Troya, aunque en realidad yo era el Caballo de Troya desde un principio. —Poso mi brazo derecho en el costado de mueble, trato de pensar con más detalle.
—Así que decidieron usar un juego similar al de Sebastián, pero contra ellos.
—Si usted quiere verlo de esa manera, no soy quién para contradecirla—me encojo de hombros y continúo—. Mat y yo establecimos nuestras jugadas. Pensamos muy bien cada detalles, de acuerdo a la conexiones de la lista. Nos dimos prisa en preparar aquello, pues solo estábamos a una semana de iniciar clases. Lo cual me recuerda que mi condición para continuar en la escuela fue presentar las evaluaciones con supervisión, ya no podía presentar como el resto de los estudiantes, debía ser de la manera más vergonzosa y difícil de todas.
››Le había notificado a Mat que nuestro juego comenzaría por Lisa. Creí tener ventaja por haber crecido junto a ella, y de cierta manera solo quería vengarme y hacerle saber que no era tan estúpida como ella creía. Mi plan era desestabilizarla, dejarla humillada públicamente, que probara un poco de su propia medicina. No iba a tener piedad, así como ella no la tuvo conmigo. Mat trató de disuadirme, pero ya no había marcha atrás—Respiro profundo y me siento correctamente—. Estaba llena de rencor, me volví fría y calculadora, y él se dio cuenta de eso. Él comprendió que no era nuestro juego, sino mi juego.