El Secreto de un Promesa de Amor

Prologo

FINES DEL SIGLO DESCONODIDO
 


Era un clima muy tormentoso esa noche. Llovía sin cesar y parecía no querer parar nunca.

El viento de esa noche soplaba muy fuerte, tanto que parecía querer derribar todo a su paso.


De vez en cuando, se escuchaba el ruido de los relámpagos que iluminaban todo el pueblo.

Esa, era la típica noche invernal que los habitantes del pueblo, estaban acostumbrados a sentir y presenciar, cada vez que era invierno, aunque esa tormenta, parecía despedir los 2 años que le quedaban para cerrar el siglo ...

***


En una de las más hermosas, grandes y distintivas casas del pueblo que, usualmente esas casas — que tenían muchas diferencias con las demás — pertenecían a las personas de la clase social elevada de ese lugar.

En una de las habitaciones de la misma, para ser exacto el despacho, se encontraba un hombre que, vestía prácticamente todo de negro, de pie a cabeza. Estaba apoyado sobre el marco del gran ventanal, el cual, ocupaba todo el largo de la pared y era un poco más ancho que el escritorio que se encontraba en frente a este.

Miraba muy atento, sin decir ninguna sola palabra.

El rostro de este, estaba completamente serio. No mostraba expresión alguna, lo que hacía imposible descubrir o descifrar lo que estaba pensando, o deducir que, recuerdos pasaban en su cabeza en ese momento.

El gran ventanal era demasiado grande de largo y de ancho, que atreves de este, podías ver por allí gran parte del pueblo, aunque no solamente eso se debía a su tamaño, sino también, que el despacho donde se encontraba, estaba en la segunda planta de la hermosa y gran casa que pertenecía al hombre vestido de negro.

El hombre, parecía estar esperando algo, porque estuvo en esa posición hace una hora, sin moverse del lugar por nada.

El despacho, era una habitación no muy grande. Tenía dos estantes de libros, que estaban a los costados de la única puerta del lugar. Contaba con un pequeño escritorio, con su pequeño sillón principal y dos pequeños sillones detrás del escritorio, las cuales, eran ocupadas por dos personas sentadas allí: Una mujer, de tan solo 20 largos años y un hombre de 30 años.

La habitación era iluminada por dos velas, que se encontraba sobre cada esquina del escritorio, de lado del sillón principal.

— Estas noches tormentosas me gustan, son hermosas para dormir

Dijo la mujer, mientras se estiraba.

El hombre, que estaba sentado a su lado, la miró rápidamente cuando la escuchó hablar, para luego, sonreírle.

— Y también, para las malas noticias

Dijo el hombre de la nada, haciendo que la mujer que se estaba estirando, se detuviera de golpe al escucharle decir eso.

La mujer dejo caer sus brazos sobre los dos apoyabrazos que tenía el pequeño sillón en el cual estaba sentada. Junto sus dos manos - casi enfrente de su estómago - entrelazando sus dedos entre sí, para mirar al hombre sin expresión alguna en su rostro, para decirle:

— ¿Puedes dejar de pensar en eso?

Pidió la mujer, para luego inclinarse hacia Él — sin entrar en su espacio personal, mientras se soltaba sus propias manos de su propio agarre — para susurrarle:

— No ves

Dijo, para luego señalar —disimuladamente —al hombre vestido de negro, que estaba a un costado de Ellos.

— Que, Él está nervioso, y vos ...

La mujer dejo de señalar al hombre vestido de negro, para luego señalar al hombre, con el cual estaba hablando.

—Le estas poniendo más nervioso con esos comentarios

Dijo, para luego volver a su posición que estaba anteriormente, antes de inclinarse. Mientras que lo hacía, no dejaba de mirarle, como si le estuviera dando una advertencia por lo dicho anteriormente.

La mujer al volver a estar en su posición, suspiró, acomodándose bien en su asiento, para volver su mirada, nuevamente, a aquel hombre que no deja de mirar por el gran ventanal.

Antes de que el hombre, sentado en su asiento, le pueda decir algo, se escuchó de pronto un golpe seco en la puerta, haciendo que los dos miren hacía esa dirección.

Los golpes en la puerta, se escucharon dos veces más, haciendo que el hombre que estaba mirando el gran ventanal, empezará a ponerse nervioso (Más de lo que ya estaba).

Él, ya había visto a través del gran ventanal como — minutos antes qué tocaran la puerta del despacho — Un carruaje, había parado frente a su casa y de allí, bajo un hombre, que entrego una carta a la persona que lo recibió, que seguro era una de las personas que trabajaba en su casa de Él. El hombre que entregó la carta, se subió de nuevo al carruaje donde se bajó, para irse de allí.

Esa carta que se entregó, seguro que era la carta que Él estaba esperando y seguro que ahora, la persona que estaba tocando la puerta, la tenía en sus manos.

Sin dejar de mirar el ventanal, habló por fin el hombre, luego de, casi una hora en silencio.

— Pase

La mujer y el hombre, que estaban mirando a la puerta, dan un pequeño salto en su asiento al escuchar a ese hombre silencioso, hablar. Los dos, al escucharle, rápido le miraron, para luego, en segundos nada más, volver a mirar la puerta, cuando volvieron a escuchar un ruido proveniente de ese lugar, pero esta vez el ruido no era de golpes como escucharon la primera vez, sino, esta vez, el ruido era de la puerta abriéndose.

La puerta, comenzó a abrirse con cuidado, dejando ver, a una señora ya mayor.

La señora entró y cerró la puerta detrás suyo, dejando ver que, en sus manos tenía un sobre.

—Señor

Dijo la señora, con un tono de voz más bajo de lo que habitualmente hablaba, como si temiera el enojo del hombre que estaba vestido de negro.

El hombre, al escuchar ser llamado, se da vuelta despacio para verle, pero al hacerlo, su mirada va directo hacía las manos de Ella, donde tenía el sobre.

Seguro que el sobre contenía en su interior una carta, la carta que Él estaba esperando con ansias desde que se enteró la trágica noticia.



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En el texto hay: tragedia, amor, historica

Editado: 12.07.2023

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